Vecinos del barrio que estudian en la UNDAV denuncian la situación que están viviendo ahora, la falta de trabajo, alimentos, elementos de higiene, agua y cloacas, y también el operativo policial, que continúa vallando el lugar: “El gobierno se esfumó, acá no viene más nadie, se olvidaron de acá”. Además, sostienen que es imposible cursar en esas condiciones.
Catalina Ávila @linaa_avila
Lunes 22 de junio de 2020 22:57
Foto: Sebastián Linero - Enfoque Rojo
Villa Azul fue el primer barrio popular del conurbano donde el gobierno aplicó el Plan Detectar, y frente al pico de contagios de COVID-19, decidió blindarlo con 300 policías en un operativo comandado por el ministro de Seguridad ex carapintada Sergio Berni, muy lejos de tratarse de un “aislamiento voluntario”, como lo caracterizó el gobernador Axel Kicillof. La Izquierda Diario dialogó con dos vecinos del barrio y estudiantes de la UNDAV, Natalia y Ezequiel, que denunciaron cómo se llevó adelante el operativo y cómo sigue la situación ahora.
“Yo tengo cuatro hijos, el más chiquito usa pañales, toma leche, los nenes tienen que comer, un paquete de pañales sale entre $700 y $800. En mi casa a mi marido se le fueron todos los laburos, estamos cobrando el IFE de $10.000 que no alcanza para nada, y tiene que salir a regatear por ahí un trabajito para tener para la comida, pero ahora está parado, porque todavía no nos dejan salir, él va y pide, para que nuestros hijos no salgan. A mi hijo lo echaron de un trabajo que tenía en Capital de bachero al principio de la pandemia cuando se enteraron que vivía en Villa Azul”, explicó Natalia, vecina del barrio del sector ubicado en el municipio de Avellaneda, y agregó: “Acá los chicos cartonean, se fijan cómo vivir el dia a dia, algunos son papás y tienen esa responsabilidad, y es la única fuente de ingresos”
Ezequiel tiene 29 años y vive en el sector de Villa Azul ubicado en el municipio de Quilmes. “Yo trabajaba informalmente, para diciembre ya me habia quedado sin trabajo. En el verano no pude conseguir nada, y cuando había conseguido trabajar de mozo en otro bar me agarró la pandemia. Así que no duré ni un mes porque ya se había decretado el aislamiento. Yo buscaba trabajo para ayudar a mi familia, para tener mejores condiciones de vida y te molesta la situación porque es un poco chocante empezar a trabajar y que se te corte todo,. Hace unos días leía que el ANSES no sabía si iba a garantizar más pago de IFE, y no tenés trabajo, vivís en una villa, y necesitás comer, necesitás seguir viviendo, te genera angustia la situación de no saber qué va a pasar. Acá hay familias que trabajan el día a dia, que van a limpiar casas, que van a juntar cartón, a vender en los trenes. Muchos conocidos y amigos de acá la estaban pasando mal y dicen “como al mediodía o como a la noche”, y cuando tienen hijos es más complicado, tienen que dejar de comer para darle a sus hijos”, explicó.
Villa Azul, donde viven alrededor de cinco mil personas, estuvo totalmente vallado durante 15 días, entre el 25 y el 8 de junio, tiempo durante el cual se llevó adelante el Plan Detectar que impulsa el gobierno nacional junto a los gobiernos provinciales y municipales para evaluar el nivel de contagio de Covid-19 en los barrios populares. Sin embargo, como reflejamos en La Izquierda Diario, este operativo se llevó adelante con numerosas irregularidades, sin testeos masivos, sin atención médica a quienes tuvieron que aislarse en sus casas, y en el marco del profundo problema de vivienda que se vive en el barrio hace décadas: falta de agua potable, de gas, de luz, de cloacas.
“Berni salió diciendo en la tele que nosotros estábamos cuidados, y es mentira, si fuera así, los mismos vecinos no hubieran pedido comida, o que el municipio, los intendentes o el gobernador nos dieran bola, pero acá desde el principio se hizo mal todo. El operativo fue sorpresivo, ningún vecino sabía nada, nadie vino a preguntarnos si queríamos que cierren el barrio porque había casos de coronavirus”, denuncia Natalia, vecina de Villa Azul que vive en el sector del barrio ubicado en el municipio de Avellaneda, y continuó: “El gobierno se esfumó, acá no viene más nadie, solamente quedaron policías, se olvidaron de acá. Los noticieros hay muchas cosas que no dicen, Kicillof y Berni le metieron miedo a la prensa y no podíamos comunicarnos con ninguno para decir la verdad de lo que pasaba y lo que sigue pasando”.
En ese sentido, Ezequiel agregó: “Me parece que estuvo muy mal brindado todo, concentrado del lado de Quilmes, la gente si o si tenia que movilizarse hasta ahí y eso también provocó que la gente se contagie entre ir y venir a buscar alguna cosa. Yo creo en este modelo de país pero tampoco puedo desconocer los errores que hay, sería un hipócrita si no lo dijera. Mi sensación es como que vinieron, hicieron todo para una cámara y se fueron, esa fue mi sensación. Pienso que el número que se dice tampoco es el verdadero porque a la gente que no tiene síntomas no se le hizo testeos, creo que debe haber muchos mas casos”.
La realidad del barrio no es ajena a la que se vive en los 1800 barrios populares ubicados en la provincia de Buenos Aires: falta de acceso al agua, al gas, a la luz, a una vivienda digna, a trabajo con derechos laborales. Son alrededor de 450 mil familias las que viven en esta situación que se profundiza frente a la pandemia.
“Los principales reclamos son el agua, el gas y una casa digna. Hace 40 años es así, desde que estamos acá viviendo. Mi papá vivió y murió acá adentro igual que mi mamá, esperanzados que les iban a dar una casa, y fallecieron sin tener su casa digna. Esto no viene desde hace 15 días como dijo el gobierno, viene hace años y años”, denunció Natalia. “El tema de la luz, de las cloacas, del agua potable, la verdad que eso está pasando en todos los barrios, que no hay presión de agua y se está visibilizando con el tema del Covid, porque uno tiene que higienizarse y sin agua se imposibilita. Yo creo que es algo que viene desde hace rato y que la pandemia lo terminó de empeorar y lo terminó visibilizando. Esta es la realidad en Villa Azul como en tantos otros barrios más”, explicó Ezequiel.
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La situación en la que se encuentra Villa Azul es alarmante. El operativo sanitario se fue, pero la policía quedó, sin justificación oficial. Hace unas semanas, el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof se había referido a la situación de Villa Azul en conferencia de prensa, y habló de un “aislamiento voluntario”. Sin embargo, el gran despliegue policial que incluyó al ministro de Seguridad capitaneando el barrio en helicóptero dista mucho de esa realidad. Ahora los vecinos tienen que seguir viviendo con el barrio blindado.
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“Creo que nadie entiende obligado, encerrar un barrio con 300 policías es algo que no entiendo, no me gusta. La policía sigue estando y creo que se va a quedar. Podrían hacer otras cosas: más luminaria, políticas públicas de prevención, conscientizar, en vez de llenar el barrio de policías”, explicó Ezequiel. “¿Cómo es vivir con el barrio vallado? Horrible. Son más de 21 días que estamos así, no es lo mismo porque te genera angustia ver que tenés que estar pidiendo permiso, salir con miedo... Nos generaron miedo. Y nosotros sabemos lo que tenemos que hacer, porque tenemos abuelos, papás, conocidos. Tendrían que haber puesto la plata en otra cosa en vez de en el operativo policial. Acá hubo un montón de positivos, porque en una casa hay como 20 personas y son muy precarias las casitas, por ese motivo vino el brote, pero el Estado tendría que haber estado antes, no cuando explotó todo esto”, exigió Natalia.
Este accionar del gobierno provincial de estigmatización y aislamiento se repitió en otros barrios populares de la provincia como elBarrio Cabezas, entre Berisso y Ensenada, y el barrio San Jorge, en la zona norte del conurbano. Frente a esta realidad, es urgente un plan de obras públicas que garantice agua potable y vivienda digna para las familias, la ampliación del Sistema Alimentario Escolar y de la asistencia alimentaria en general, y la centralización del sistema de salud, para enfrentar esta pandemia, junto a un salario de cuarentena de $30.000 para todos los que se quedaron sin ingresos. El gobierno sin embargo eligió priorizar el pago de la deuda ilegal que contrajo la ex gobernadora Vidal, para lo que ya destinó 300 millones de dólares. Esto podría financiarse desconociendo esa deuda y cobrando un impuesto a las grandes fortunas, como el que presentó Nicolás del Caño en el Congreso, pero tanto el peronismo como el macrismo se negaron a tratarlo.
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“Seguir cursando en estas condiciones es imposible”
Natalia y Ezequiel también son estudiantes de la Universidad Nacional de Avellaneda. En el marco de la pandemia, la universidad continuó con el cuatrimestre de manera virtual, sin embargo, no todos pueden acceder a este funcionamiento por no tener recursos materiales ni económicos no solo para poder afrontar los gastos que implica esta modalidad de cursada sino también para poder seguir viviendo día a día.
“Nos encerraron y no nos dejaron salir para cargar el teléfono, si nosotros no lo cargamos no tenemos internet, y nos mandaban videollamadas, nos mandaban por mail y si no tenés plata no te podés comunicar. Es imposible seguir cursando en estas condiciones. Una compañera de enfermeria me dijo que tenía cinco entradas de cinco horas, me decía que no le aguantaba el crédito. “Es como si fuera un año perdido, ningún directivo de la UNDAV nos vino a decir “¿se encuentran bien alumnos? Ninguno. Nosotros no podemos terminar el estudio porque no podemos ir a comprar tarjeta porque no tenemos plata, y algunos tienen celulares viejos, ¿cómo hacen para ver las clases por internet?”, preguntó Natalia, que estudia Arquitectura y Enfermería.
“Yo creo que no alcanza la IFE para vivir en esta situación. Yo por ejemplo mucha de esa plata la usé para consumir internet para las clases de la universidad, pero porque tuve la suerte de que compañeros me hayan ayudado con diferentes productos de limpieza, alimentos secos, y muchos de estos compañeros me ayudaron a mí y también me mandaron cosas para ayudar a la gente del barrio que lo necesitaba porque no llegaron las cosas a tiempo cuando tenían que llegar. Algunos me pasaban gigas para que me quede en las clases. Esto fue de mis compañeros, no es que vino la universidad o el ministerio de Educación”, denunció Ezequiel, estudiante de Abogacía. “Se generó como una cadena entre compañeros que me conocen pero se organizaron ellos, fue totalmente de parte de ellos que se fueron contactando y enviaron cosas que muchas de esas cosas se las pudimos dar a vecinos, leche, pañales, productos de limpieza, todo eso fue para el barrio. Encontré a más compañeras de la UNDAV en el barrio y creamos un grupo donde nos fuimos avisando si necesitabamos algo, si teníamos algo para donar, y hace unos días hablando entre nosotros dijimos ? ’bueno, nosotros queremos hacer cosas para el barrio pero independientemente de los partidos’, y estamos armando como un merendero, a través de donaciones de estudiantes”, contó Ezequiel.
Solidaridad desde abajo
La semana pasada, la Coordinadora de Trabajadores de la Zona Sur, junto a jóvenes organizados en la Red de Trabajadorxs Precarizadxs llevó adelante una colecta solidaria de alimentos y elementos de higiene y limpieza que fue brindada a vecinos del barrio, marcando un gesto de solidaridad obrera y de unión entre trabajadores ocupados y desocupados. Entre los elementos donados se encontraron sanitizantes producidos por Ansabo bajo control obrero, y dispenser de alcohol en gel producido por los metalúrgicos de Gotan.
En todo el país trabajadores y jóvenes que sufren despidos, suspensiones o abusos patronales se empiezan a organizar, a coordinar las peleas de cada sector y a dar respuesta y ejemplos de solidaridad con los sectores populares como el de la Coordinadora de Zona Sur en Villa Azul. Es momento de potenciar todavía más esa fuerza para cambiar el rumbo de la situación de crisis que estamos viviendo. Por eso, este sábado se llevará adelante un Encuentro Abierto de Trabajadores de Zona Sur, como parte de una serie de encuentros online que se vienen desarrollando en todo el país, donde se debatirá, entre otras cosas, cómo organizarnos para enfrentar los despidos, suspensiones y la precarización laboral, y profundizar la unidad entre ocupados y desocupados. Nuestras vidas importan.
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