¿Es normal que te haga escenas de celos? ¿Es normal que te diga cómo vestir? ¿Es normal que te haga tener sexo, aunque tú no lo quieras? ¿Es normal que te humille? ¿Es normal que te levante la mano? Estas son las preguntas que muchas veces nos hacemos dentro de una relación en pareja que no es sana.
Martes 14 de marzo de 2017
Hoy en día, la violencia machista en la sociedad es estructural, no se salva ni el más mínimo rincón del planeta al sufrir esta imposición. Lo vemos en las calles, en nuestros lugares de trabajo, de estudio, de esparcimiento, etc. Y por sobre todo en nuestras relaciones de pareja o “pololeo”.
Cada día son más los casos al descubierto de violencia dentro del pololeo, prácticas como violencia psicológica y física que en gran medida sufrimos las mujeres. Practicas que al avanzar desembocan en el último eslabón de la larga cadena de discriminación y opresión, la muerte de la mujer: el femicidio.
Una escalera de violencia que muchas veces es naturalizada y ocultada por miedo a ser juzgada o por ser castigadas por dicho agresor. Que con el tiempo aumenta subiendo los escalones hasta llegar a la muerte, o en muchos casos tal es la violencia psicológica hacia las mujeres que deciden terminar con sus vidas. Debiendo estas últimas ser consideras victimas de “femicidio por inducción al suicidio” y ser denunciados estos casos. Tal como sucedió esta semana con un estremecedor caso de una estudiante del ex pedagógico, una víctima más, que nos viene a recordar que cuando decimos que el machismo mata, no hablamos de metáforas.
La naturalización de la violencia
Prácticas cotidianas que no nos cuestionamos muchas veces, tales como cualquier intento por controlarnos o dominarnos, física, sexual o psicológicamente causando algún daño. Esto solo por el hecho de ser mujeres.
Por ejemplo, pensamos que son normales los celos o que “son buenos para la relación”, que te cele significa que “te quiere”. Sin embargo, la razón de fondo no es el cariño, sino un profundo sentimiento de propiedad sobre toda la otra persona, síntoma de adjudicarse una posesión que no le pertenece.
Que te revise el celular o el facebook sin tu consentimiento es parte de esto mismo. Que te diga cómo te tienes que vestir, que te insulte o descalifique. Que restrinja tus salidas, tu vida social, prohibiéndote amistades. Que te haga tener relaciones sexuales cuando tú no deseas, es violación. Y como así hay muchas más situaciones que expresan el problema de la opresión.
Adjuntamos un cortometraje que dura dos minutos, pero de gran potencia, realizado por Chloe Fontaine, una actriz francesa de 25 años, llamado ’Soy ordinaria’, para evidenciar lo cotidiano que se hace esta práctica violenta.
Soy ordinaria from Chloé Fontaine on Vimeo.
¡Basta ya de violencia machista, luchemos por #NiUnaMenos, vivas nos queremos!
Hay que detener y desnaturalizar estas prácticas machistas y sexistas de las relaciones que establecemos día a día, y denunciar cuando nos sucedan. La normativa legal chilena no incluye dentro de la categoría de femicidios cometidos durante el pololeo u ocurridos por un desconocido. Tampoco esta ley considera los casos de “femicidios por inducción al suicidio”.
A lo largo de la historia, el Estado, y sus gobiernos de turno, son responsables de esta violencia, perpetuándola y reproduciéndola en la educación, los medios de comunicación, con las iglesias, para sí imponer y reproducir su moral; a la vez son cómplices al mantenerla en la impunidad y por no levantar medidas preventivas al respecto. La mayoría de los casos de femicidios antes fueron denuncias de violencia, sin respuesta.
Es por esto que debemos exigir un Plan de emergencia contra la violencia hacia las mujeres y los femicidios. “Un proyecto que esté a disposición de víctimas de violencia de género que se hayan visto afectada; su vida, su libertad, dignidad e integridad física, psicológica, sexual y económica.
Asimismo, implementar subsidios estatales mensuales para todas las mujeres, además de aportes monetarios mensuales, acceso a previsión social y servicio de obra social gratuitos, donde también tengan acceso sus hijos/as u otras personas que estuvieran a su cargo. Por otra parte, que se garanticen refugios transitorios y plan de vivienda estatal con impuestos a las grandes empresas inmobiliarias, para todas aquellas mujeres que estén pasando por un proceso de violencia de género y no tengan vivienda.
También se hace crucial que se garanticen licencias laborales para trabajadoras y que el Estado se haga responsable de crear planes de empleo para que las mujeres puedan trabajar y así independizarse económicamente de sus agresores. En el caso de las estudiantes que fuesen víctimas de la violencia tener derecho a licencias para presentarlas en su institución educativa y a acceder a continuar sus estudio”.
Ya somos millones en distintos países del mundo que nos hemos movilizado en las calles por #NiunaMenos. En efecto, las estudiantes, trabajadoras, pobladoras, mapuches; junto a las organizaciones feministas, políticas y sociales, debemos denunciar estas prácticas violentas dentro de las relaciones de pareja, de pololeo, o por fuera de ellas, combatiendo la violencia machista y prevenir los femicidios, a pesar de que esta brutal realidad seguirá existiendo mientras siga permaneciendo esta sociedad patriarcal y capitalista.
Por esto se hace cada vez más necesario impulsar un gran movimiento de mujeres en todo el mundo, organizándonos con los varones que estén dispuestos a tomar estas demandas en sus manos, abandonar sus privilegios, en la unidad de mujeres, jóvenes, trabajadores y sectores oprimidos transformemos de raíz esta sociedad.

Andrea Ramirez
Delegada de género y sexualidades en la Mesa coordinadora de Pedagogía en Educación Básica en la Universidad Ex- Pedagogico, Militante de Pan y Rosas y Partido de Trabajadores Revolucionarios