Estudiantes del colegio de Bachilleres número 4 vienen sosteniendo un paro en protesta por las pésimas condiciones en las que se encuentra el plantel, además de la ola de violencia que vienen sufriendo desde hace meses y ante la indiferencia de las autoridades del plantel.
Axomalli Villanueva @1quiahuitl
Miércoles 26 de septiembre de 2018
A partir del ataque porril del 3 de septiembre en la explanada de la Torre de Rectoría de la UNAM, el movimiento estudiantil despertó. Asistimos a una nueva ola de movilizaciones masivas, tomas de más de 40 escuelas, y asambleas multitudinarias, que congregan las exigencias de apertura democrática no solo de la UNAM, si no de decenas de planteles que padecen día a día tanto cobros ilegales, como extorsiones por grupos porriles, y la indiferencia de las autoridades.
Tal es el caso de los alumnos del plantel Culhuacán del colegio de bachilleres, quienes desde hace unas semanas tienen paro de labores, a causa de las pésimas condiciones en las que se encuentra su escuela, y donde están forzados a recibir clases.
Desde goteras de agua, baños en condiciones anti higiénicas, paredes cuarteadas y en riesgo de caerse, hasta edificios por completo inoperantes para ser usados como aulas, ese era el estado en el que se encontraba el plantel antes de que los menores de edad decidieran organizarse para exigir la mejora a su situación.
“Desde el 19s tenemos paredes que están en riesgo de caerse, tiemblan cuando alguien pasa, más cuando hay cambios de turno, y los ingenieros han advertido que pueden llegar a colapsarse” cuenta una alumna que participa en el paro.
“Además el “J”, el edificio donde tomábamos música, danza y pintura debía estar clausurado desde el sismo, pero no fue así, el edificio puede caerse en cualquier momento y seguíamos tomando clases, ahí también estaba la enfermería y ahora está fuera de servicio” continúa contando.
Alumnos denuncian que el dictamen de riesgo debía ser proporcionado por Protección Civil y la delegación Coyoacán, sin embargo, las autoridades del plantel contrataron a un particular que aprobó de manera sospechosa el regreso a clases tras el sismo del 19 de septiembre del 2017.
Según el testimonio de una estudiante,
“muchas de las chicas que estudian en el ColBach presentaban infecciones en las vías urinarias, debido al mal estado de los baños, ya que la dirección no daba recursos para que hubiera una limpieza mínima".
Y en efecto, las condiciones de los baños eran más que precarias, pues apenas tenían puertas, y en algunos no hay agua corriente.
Se cree que la directora del plantel, la Lic. Gabriela de Jesús Alfaro Pérez, probablemente destinaba los recursos de la escuela en otras acciones no claras, pues a pesar de que en los informes de labores se tenía contemplado el material e insumos para renovar el plantel, en los hechos las instalaciones presentan un estado deplorable.
No solo es el estado de las instalaciones, pues alumnos cuentan la violencia que se vivía dentro y fuera de las aulas, pues constantemente había ataques porriles y las autoridades poco o nada hacían para remediar la situación.
“Constantemente había asaltos, dentro y fuera del plantel, una vez lanzaron petardos contra la escuela, y uno impactó en una ventana, lo cual ocasionó que una chica sufriera heridas por los vidrios que se desprendieron”
El caso más fuerte de violencia que presenciaron fue el de una estudiante que fue abusada sexualmente en las inmediaciones del plantel. A pesar de que la directora prometió darle seguimiento al caso, a la fecha la comunidad estudiantil no sabe cómo fue el proceso de la agredida.
Ante el creciente descontento, los alumnos se organizaron y tomaron las instalaciones del colegio, con la participación de padres de familia y algunos profesores quienes de manera solidaria ayudan a los jóvenes, casi todos menores de edad, a llevar a cabo la toma.
“Si la toma fue pacífica, fue en gran parte por la ayuda de nuestros padres y del sindicato de trabajadores, además de algunos profesores que se mantienen siempre solidarios con nosotros, llevándonos víveres, artículos de limpieza personal y para el plantel” cuenta un chico en su guardia de vigilancia.
Vecinos también han apoyado el paro, pues cuentan que son sus hijos los que están expuestos a terribles condiciones y son ellos los que deben tener garantizada su educación.
Pese a constantes amenazas y hostigamiento de parte de las autoridades del plantel, los estudiantes aseguran que no van a volver a clases hasta que hayan solucionado sus demandas.