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Actualidad. Voto Femenino: un hecho que marcó la historia de lucha de las mujeres en el país

Se cumplen 75 años de la ley del voto femenino en Argentina. Quiénes fueron las imprescindibles. Pasado y presente de un derecho que se convirtió en un hito de nuestra lucha.

Sol Bajar

Sol Bajar @Sol_Bajar

Viernes 23 de septiembre de 2022 17:29

Un día como hoy pero de 1947, Eva Perón daba la noticia desde la Plaza de Mayo de la promulgación de la Ley 13.010, que once días después de su sanción en el recinto habilitaba el sufragio femenino en el país y, con ello, la participación de las mujeres en el Congreso, en las dos Cámaras.

Fue también la antesala del reconocimiento de otros derechos, como la patria potestad (1949) y el divorcio (1954), pero aunque se promulgó en 1947, las mujeres argentinas van a ejercer este derecho recién cuatro años después, en noviembre de 1951, cuando ya habían pasado 35 años de la sanción de la Ley Saenz Peña, que habilitaba a los varones nacidos en el país a ejercer este derecho desde los 18 años.

Según esa ley, de 1912, el voto era hasta ese momento "obligatorio", secreto y “universal”. Sin embargo, el sufragio estaba restringido a los varones y, salvo algunas excepciones, las mujeres tenían prohibido elegir cualquier cargo electoral.

La primera en votar, de hecho, fue Julieta Lanteri, el 26 de noviembre de 1911, cuando aún restaban 28 años de intensa lucha para conquistar que el Estado nos reconociera esta demanda. Julieta pudo votar después de varias presentaciones legales y varios intentos previos, pero eso no se extendió a todas las mujeres.

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De hecho, luego de su gesto "arrebatado", se sancionó una ordenanza que prohibía explícitamente el voto de las mujeres, con el argumento que para empadronarse era necesario realizar el registro del servicio militar. Por eso, junto a muchas otras luchadoras, Julieta alzó su voz y ese grito colectivo fue mucho más allá.

La organización del Partido Feminista Nacional, que la llevaría a Julieta como candidata a diputada, es parte de esa historia. “En el parlamento, una banca me espera, llevadme a ella”, invitaba en los carteles que plasmaron su campaña en las calles.

Militantes del Partido Socialista en campaña electoral

Aunque estuvo dirigida a los varones y mujeres del país, y especialmente a la clase trabajadora, ella ya era la candidata de las mujeres y su plataforma ya proponía que “las obreras (pudieran) dejar de concurrir a las fábricas o talleres hasta los 30 días subsiguientes al alumbramiento, debiendo entre tanto guardarles el puesto”. También “un máximo de 6 horas de trabajo para las mujeres, jubilación y pensión para todos los obreros e igualdad salarial para mujeres y varones”, algo por lo que aun hoy seguimos luchando.

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La conquista del derecho al voto femenino, durante el gobierno peronista, quedó por eso popularmente asociada a la figura de Eva Perón, quien fue la encargada de anunciar, en 1947, el reconocimiento a esta demanda. Sin embargo, la historia da enormes testimonios de organización y de lucha de las militantes socialistas y feministas, mucho tiempo antes, en Argentina y en el mundo, para arrancar este derecho.

El nombre de Julieta Lantieri solo es uno, porque desde principios del siglo XX, militantes feministas y socialistas participaron en común de la lucha por la conquista de éste y otros derechos civiles y laborales, como las condiciones de trabajo de las mujeres, el derecho al divorcio, o contra la injerencia de la Iglesia en la vida privada.

Junto a ella, estuvo por ejemplo Alicia Moreau de Justo, con quien Julieta fundó el Centro Feminista, una de las primeras organizaciones que lucharon abiertamente por los derechos de las mujeres. Alicia, de hecho, fue autora de uno de los primeros proyectos que exigían este derecho, y por eso también fue crítica de la ley que finalmente, después de muchos años, se sancionó bajo el peronismo.

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Los derechos se conquistan

Finalmente, el 11 de noviembre de 1951 miles de mujeres concurrirán al cuarto oscuro en Argentina. En esa oportunidad, el 90% del padrón femenino emitió su voto, siendo reelecto Juan Domingo Perón para su segunda presidencia.

Pero la conquista del voto femenino, como decíamos, fue parte de una larga lucha que trasciende ese hecho. Y esa lucha no siempre fue pacífica. Las mujeres arrancaron al Estado este derecho básico, elemental, con movilizaciones durante años, enfrentando la cárcel, la persecución y la represión para muchas activistas, en muchas partes del mundo.

Por eso decimos que los derechos se conquistan, y que para arrancarlos es indispensable la confianza en nuestra propia fuerza. Esa es una realidad imborrable cuando una repasa las lecciones que dejaron para nosotras otras tantas mujeres. Ningún gobierno, en ninguna parte del mundo, nunca, nos regaló nada. Y la pelea por esta demanda elemental es una muestra.

Cómo afirmó Myriam Bregman (PTS/Frente de Izquierda-Unidad) cuando se trató en 2016 la ley de paridad de género en el Congreso, "sabemos muy bien que la igualdad ante la ley no es la igualdad ante la vida, que la igualdad formal no es la igualdad real". “Siendo más de la mitad de la humanidad, las mujeres sufrimos todo tipo de opresiones y discriminaciones, en especial las trabajadoras y las mujeres de los sectores populares, que tienen que hacerse cargo de las tareas del hogar y de los hijos, además de trabajar por un salario menor al de los varones y en peores condiciones", agregó.

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Eso explica también porqué afirmamos que no nos es indiferente todo paso que amplíe nuestros derechos, pero insistimos en que ninguna ley nos garantiza esta “igualdad real”, la solución al machismo o a la violencia de género que promueve y reproduce, en primer lugar, el propio Estado, a través de sus instituciones.

Sin embargo, advertimos con claridad que el hecho de que haya más mujeres en el Congreso no va a eliminar la ideología de quienes están ahí para representar el interés de las cúpulas de las Iglesias y los grupos antiderechos; la defensa de los empresarios que nos someten a una doble o hasta triple jornada laboral; de las redes de trata que funcionan con la complicidad de funcionarios y funcionarias del Estado.

Mientras reivindicamos cualquier avance legal y homenajeamos la lucha de nuestras antecesoras, llamamos a confiar en nuestra propia fuerza y a llevar al Congreso a aquellas mujeres y varones que, sabemos, son garantía de la defensa de nuestros propios intereses: los de las mujeres, la clase trabajadora y la juventud que no tiene para perder nada más que sus cadenas.