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Red Internacional
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Opinión. Welmer Ramos: el candidato oficialista que continúa en el margen de error en las encuestas

En la antesala de las elecciones nacionales de febrero reina la incertidumbre. Las orientaciones políticas de las candidaturas quedan cortas frente a la situación marcada por el ajuste del FMI.

Miércoles 26 de enero de 2022

Welmer Ramos, el candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC) -que busca un tercer gobierno- se presentó a la convención interna de la mano del sector que se asignaba a sí mismo el título de “progresista”, luego de ser electo candidato presidencial, la prensa lo presentaba como el candidato “antiaborto”. Pasó de criticar tibiamente la Ley de Empleo Público, a respaldar la política de ajuste con endeudamiento del gobierno y el FMI.

Impulsar la política de ajuste del FMI y después haber legalizado una enorme ola de despidos en pandemia le ha costado al PAC su capital electoral, o al menos eso parece. El presidente Alvarado en noviembre anterior tenía 71% negativos de valoración del Gobierno. Por su parte Ramos aparece por debajo del margen de error en las encuestas de Demoscopía, Opol Consultores, la UCR y la UNA. Históricamente el PAC no aparece en las encuestas hasta unas semanas antes de las elecciones y regularmente saca una proporción de votos que ninguna encuesta les daba en principio. Esto ha sido desde que el PAC participa en elecciones. A una repetición de esta dinámica apuntan públicamente Alvarado y Ramos ante los desastrosos números de las encuestas. Sin embargo no parece una posibilidad cercana ante el descrédito del progresismo neoliberal del PAC, esto es, nada de progresismo (al punto que el Gobierno podría vetar la legalización de la marihuana medicinal) y ajuste neoliberal en toda la línea del FMI.

Las cámaras empresariales e industriales le exigen al PAC más ajuste, más saqueo y destrucción ambiental, otras figuras empresariales de la derecha liberal invocan la “mano dura” contra el narcotráfico y la delincuencia, las iglesias por su lado presionan por su agenda conservadora y anti derechos. Lo cierto es que las dos administraciones del PAC en el gobierno han dejado en duda la gran mayoría de las ideas que pretendían defender en tiempos del TLC, y todo indica que ésto se traducirá en un bajo apoyo electoral en febrero, sin embargo no hay pronósticos rigurosos con la incertidumbre reinante.

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A pesar de que en los recientes debates televisivos aseguró que “cambió de opinión” respecto de sus posturas anti derechos -entre las que se cuentan cuando llevó adelante peticiones para evitar la aprobación del matrimonio igualitario en el país, o sus múltiples declaraciones contra el derecho al aborto- Ramos no logra recuperar el apoyo de los sectores que apoyaron al PAC en elecciones anteriores como “mal menor”.

Incluso su antigua aliada dentro del PAC, la diputada Paola Vega, decidió dar su apoyo al Frente Amplio. Pero no hay “progresismo” que borre de la memoria de las masas el papel que han tenido éstas figuras. No se olvidan la huelga general de 2018 que ganaron con represión, ni la criminal política que prioriza las ganancias de los empresarios sobre las vidas de millones de trabajadoras y trabajadores en medio de la crisis de la pandemia, tampoco se olvida el fuerte ataque que significa la Ley de Empleo Público ni en general el sometimiento al FMI.

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El PAC no puede disfrazarse de cordero cuando no ha hecho más que mostrar colmillos de ajuste contra las masas que de distintas formas reclaman empleo y vivienda, también contra la juventud que se le va la vida en trabajos precarios mientras se limita aún más el derecho a la educación; al movimiento de mujeres que sigue en las calles exigiendo Ni una Menos y el derecho al aborto legal.

El panorama electoral indica que para defender nuestros derechos y condiciones de vida, es necesario poner en pie una Gran Coordinadora contra el FMI y el ajuste, que permita organizar la resistencia ante el ajuste que impondrá el nuevo gobierno y la nueva Asamblea Legislativa.

El balance de las masas asalariadas con el PAC es claro. Un proyecto de apoyo a figuras políticas empresariales o del establishment político como Ottón Solís o Luis Guillermo Solís solo ha fortalecido a los sectores más agresivos del personal político empresarial, ha debilitado al movimiento de masas y en buena medida ha introducido crisis en sus organizaciones (como los sindicatos). Este balance no debe ser olvidado nunca.

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