La periodista de Catamarca, Gimena Dennet, quien participó del Encuentro Nacional de Mujeres, nos hace llegar sus reflexiones.
Martes 18 de octubre de 2016 10:46
Son las 6 de la tarde y el calor es de una intensidad tan común en la Ciudad de Rosario, que se equipara casi con la cantidad de mujeres, aunque la cantidad de todas es aún mayor. Llegan solas o en grupos, acompañadas en muchos casos de hombres; tienen distintas edades: van desde pequeñas niñas o adolescentes a jóvenes militantes, madres, tías, abuelas y se convierten en miles que llegan a formar 43 cuadras desbordas de ellas, pero también de ellos.
Primero invadiendo las escuelas, luego tomando las plazas, los centros culturales – armando ferias y poniendo al alcance de todas y todos los que pasan y pasean sus producciones: abundaban pañuelos pero también libros y cuadernos artesanales, calcos, ropa y además comida. La consigna común “La Lucha”, por nosotras, por las otras, por nuestros derechos y reivindicaciones, por un mundo más igualitario y humano, por más amor y menos muerte.
Nos costó, nos cuesta ponernos de acuerdo - esa fue la conclusión a la que llegamos rápidamente después de cada taller, en los tradicionales lugares o en las plazas – pero aun así, lo que no pudo faltar es el acuerdo para fundirnos en un grito: “Ni una mujer menos” al unísono, incansablemente. Nadie quedó afuera y tuvo tanta fuerza como si se intentara con el dejar sordos a esos que día a día nos abusan, nos desaparecen y nos matan.
Esa emoción fue decayendo al pasar los días, mientras leía algunas notas por las redes sociales en las que se denostaba primero a las que habían participado de los disturbios en la Catedral - utilizando todo tipo de “descalificativo” - para terminar con aquellas que sufrieron en carne viva no solo los abusos, sino además una muerte lo suficientemente violenta para que nos despertemos una vez más y no dejemos impunes estos hechos.
Esto viene a cuento no solo del carácter trágico que tomaron las ultimas noticias sobre femicidios, sino de la violencia hoy instalada también – además de hombres machistas - entre las propias mujeres, que desestiman a las más de 100.000 que dijeron presente en el Monumento a la Bandera, a las que en una caja o en la sala de una guardia tiran como si fueran basura - al estigmatizarlas y juzgarlas.
Y es sobre eso que quiero escribir, esto que hoy se convirtió en impotencia, en bronca, aunque cargada de mucha fuerza, de toda esa que traje de un viaje increíble, que me movilizó y me moviliza no solo a escribir, también a actuar para con esos asesinos impunes, hombres brutales que crea el machismo de manera seriada, que aniquilan y les quitan calidad humana a sus pares, nuestras mujeres.
Y las preguntas que les haría son ¿Qué sería entonces defender o defenestrar al género? ¿Porque defender a aquellos que nos oprimen y reprimen?, atacando a otras que también son nosotras aunque a veces no concordemos - ayudando así a reproducir un discurso totalmente instalado que sigue creando seres cada vez menos humanos, mas intolerantes y aterradores.
No permitamos que invisibilicen nuestros reclamos, no dejemos que nos acallen la voz, no accedamos a que nos separen porque nos necesitamos juntas y fuertes, pero por sobre todo juntas. Porque si tocan a una, nos están tocando a todas. Porque debemos comprender que para hacerlo no distinguen clases sociales, edades o estilos de vida, por citar sólo algunas cosas.
¿Y si nos encontramos todas de nuevo? exponiendo y defendiendo nuestras posturas, sin dejar de lado los principios que cada cual posea, buscando soluciones y acciones de lucha donde nos protejamos en vez de atacarnos entre todas. “Las paredes son la Imprenta de los Pueblos” decía el célebre Rodolfo Walsh y no creo que justifique de ninguna forma la represión, la violencia institucional que sufrieron personas de un mismo género, o las que eligen serlo, humanas.
Para finalizar una pregunta final que sirva como disparador para la reflexión de todos ¿Qué pasaría si la próxima fueras vos?