La sociedad anónima con mayoría estatal pretende flexibilizar los convenios colectivos de trabajo. Tras lanzar un plan de “retiros voluntarios”, apuesta a la reducción de personal y cláusulas de productividad.
Martes 21 de julio de 2020 09:46
Tras abrir a comienzos de julio un plan de “retiros voluntarios” (despidos encubiertos), la sociedad anónima con mayoría estatal y un 49% de accionistas privados, apunta a los convenios colectivos de trabajo.
Se trata de un plan de ajuste a nivel nacional que combina la reducción de la planta de trabajadores con la flexibilización laboral para quienes continúen trabajando.
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Según informó el portal Econojournal, la “propuesta” incluye cláusulas de productividad, que implican el recorte del salario, atando montos no remunerativos a “metas y objetivos”. A su vez, busca multiplicar los contratos “a plazo fijo”. Esa modalidad a término es la que permite a las empresas reemplazar los “despidos” por las “no renovaciones de contrato”.
Lo más riesgoso es que, aprovechando la pandemia, YPF pretende volver a avanzar en la flexibilización laboral, profundizando el camino de la adenda al convenio colectivo para Vaca Muerta en 2017, luego de la cual aumentaron las muertes en los yacimientos.
La receta es empeorar las condiciones de trabajo para alcanzar la “productividad”, estableciendo dotaciones máximas de personal para cada tipo de operación, y tiempos máximos para cada tarea. Esto aumentando la polivalencia funcional y la sobrecarga de tareas por cada trabajador o trabajadora.
Incluso se volvería a elevar la velocidad de viento debajo de la cual se pueden realizar perforaciones, a 80km/h y ráfagas un 40% mayores (en 2017 llegaron a los 60km/h).
En la provincia de Buenos Aires, donde YPF destila un 82% del crudo, planean un achique del "gasto" 30%.
La sociedad anónima YPF es controlada en un 51% por el estado, y comandada por Guillermo Nielsen (presidente) y Sergio Afrontti (CEO). Pero actúa como una multinacional más y pretende descargar el peso de la crisis sobre sus trabajadores.
En la asamblea de accionistas de fines de abril, Nielsen había declarado que su objetivo era una “muy estricta disciplina financiera”, y su modelo, el de la presidencia “del Ingeniero Estenssoro, que permitió pasar de una empresa estatal con serias ineficiencias, a una empresa privada eficiente, cotizante en el mercado de Nueva York”. Estenssoro fue cabeza del proceso de privatización, que incluyó el despido de miles de trabajadores, y la modificación de los convenios colectivos.
Este ataque se da luego de que el líder del Sindicato de Petroleros Privados de Neuquén, Río Negro y La Pampa firmara los acuerdos de suspensiones con rebajas salariales más bajos de todo el movimiento obrero (más de un 40%) y avalara los “retiros voluntarios”. Las empresas también vienen de conseguir la reducción a 0% de las retenciones a las exportaciones de petróleo, razón por la cuál no pagarán un peso por exportar, como están haciendo estos meses, toda la producción que no pueden ubicar en el mercado interno.
Esta vez, Pereyra dice que va a oponerse. Pero al mismo tiempo inicia negociaciones para “reducir costos” y sugiere que no es por empresa que se modifican los convenios, sino con las cámaras empresariales. Mientras tanto, se multiplica la bronca por abajo. Es la fuerza de los trabajadores petroleros la que puede impedir semejante ofensiva, y no las negociaciones de quienes firmaron la adenda de 2017. Desde la Agrupación Naranja petrolera en el Movimiento de Agrupaciones Clasistas, exigen asambleas en todos todo el país, para luchar contra los despidos, recortes de salarios y aguinaldos, y el pase a planta permanente de todos los contratado