En los primeros días del mes de julio, el presidente de YPF Guillermo Nielsen anunció un plan de retiros voluntaros para el personal fuera de convenio en la empresa con mayoría accionaria estatal, más grande de Argentina.
Miércoles 8 de julio de 2020 16:40
El plan de retiros anunciado por YPF es simultáneo al que hacen grandes petroleras extranjeras en el sur, que operan y concentran la industria de extracción de petróleo y gas. Allí, el plan es dar de baja a los contratos de al menos 2 mil trabajadores formados y calificados durante años .
Este plan, llega ahora al conjunto de la industria petrolera nacional, con más de 23 mil trabajadores en planta permanente que trabajan en YPF. Los retiros voluntarios son el inicio de un plan que es un calco del proceso privatizador de los 90 bajo el gobierno peronista de Menem: al mismo tiempo que ofrece una indemnización un poco superior a la que correspondería legalmente, buscan bajo amenaza e intimidación presionar psicológicamente a aceptar la plata, o ser un desocupado mas.
Como quien recalienta un guiso, la receta, y también sus cocineros, son los mismos: bajo los argumentos de la necesidad de la reducción del gasto público, y la imposibilidad de afrontar las deudas, países como la Argentina vivieron terribles años de ajuste que significaron, además del remate total de los servicios públicos, altisimos índices de desocupación y pobreza (sólo las privatizaciones dejaron 500 mil despidos), profundizando la dependencia del capital extranjero sobre el país. En 1989, el llamado “Consenso de Washington” elaboró una serie de máximas neoliberales impulsadas por organismos como el FMI y el Banco Mundial, que constituyeron un verdadero golpe a las condiciones de trabajo y de vida de la inmensa población. En 1976 existían unas casi 300 empresas públicas, bajo el control del Estado. En 2001 sólo quedaban 15 en funcionamiento.
Mientras YPF descuenta 40% los salarios de trabajadores contratados bajo convenio, ofrece -en medio de la pandemia- una indemnización superior que pronto se termina, a la vez que propone el retiro como una decisión "voluntaria", cuando en realidad la patronal lo que quiere lograr es una cantidad suficiente de retiros para un avance sobre el resto de los trabajadores, para cambiar las condiciones de trabajo, porque esos puestos se ocuparán con mayor flexibilización.
Un negocio redondo del cual en el caso de YPF son exceptuados los que están a punto de jubilarse, ya que para ellos no corre la "oferta".
Esta política del nuevo directorio (que asumió con el triunfo del gobierno del Frente de Todos), es llevada adelante por el CEO a Sergio Afronti, que a un mes de asumir en plena pandemia, ideó una política de "hacha y machete" aduciendo que YPF necesitaba una reestructuración; Por la misma fecha, el presidente de la compañía Gullermo Nielsen declaró que el "modelo exitoso" que proponen es el de Paz Estensoro, presidente de la compañía entre los años 1991 al 1995, cuando redujeron la planta de 51.000 trabajadores a 5.690 luego de la privatización.
Aquella fue una reducción de casi el 81% del personal en apenas 5 años, a través de una sistemática política de retiros voluntarios, jubilaciones anticipadas, despidos directos y cesantías. Todo muy nacional y popular.
Hoy, en medio de la pandemia, buscan una nueva versión que empeore aún más las condiciones de flexibilizacion y precariedad laboral. La idea es transformar las conquistas de la clase trabajadora en "rarezas" de los libros de historia antigua.
Para ir a un nuevo modelo de trabajo a destajo como el implementado en Vaca Muerta con el macrismo, buscan viejas recetas neoliberales, que para aplicar, necesitan borrar de la memoria de miles algunas cosas tan básicas como la Ley Nacional de Trabajo y los Convenios Colectivos.
Mientras todo esto sucede, se subsidia el barril criollo, agigantando las ganancias de la industria petrolera y gasífera.
Capítulo aparte merece la conducción del gremio Supeh que el 6 de julio publicó una declaración firmada por su Secretario General Antonio Cassia rechazando los retiros voluntarios y denunciando que son despidos encubiertos. Quizás haya tomado nota de la historia luego de haber sido parte de aquellos acuerdos en los 90, donde llegaron a organizar una "huelga de solidaridad" frente a los despidos en la refinería de YPF en Mosconi (Salta), en acuerdo con la empresa que ya tenía los telegramas de despido listos para entregar una vez finalizada la acción. Al final del comunicado, sin llamar a ninguna medida de lucha, Cassia convoca a los trabajadores a "meditar" (individualmente) antes de aceptar la propuesta.
Frente a la pobreza que ha traído la pandemia, y la crisis económica en puertas, es necesario organizar toda la fuerza de los trabajadores para enfrentar este ataque patronal. En Destilería YPF hay que realizar de manera urgente asambleas en todos los sectores, para que todos los compañeros sepan lo que está pasando, y poder preparar una gran campaña en defensa de nuestras condiciones de trabajo y de vida. Todos los delegados y agrupaciones deben ponerse al servicio de esta tarea.
Tal como ayer, lo que se inicia con los retiros “voluntarios” en YPF preanuncia un nuevo plan de recesión y despidos masivos en toda la región.. En los años 90 hubo dos caminos: uno fue el del gobierno, que llevó a la desocupación a miles, y otro muy distinto el que trazaron los obreros del Astillero Rio Santiago, que con asambleas regionales que organizaron a toda la comunidad de la zona, impidieron la privatización de la Fábrica.
Ya pasamos por esto, y esta vez, no vamos a resignarnos. Los trabajadores necesitamos un plan propio, que parta de defender las condiciones actuales, y que proponga una salida para miles de desocupados. El gobierno debe dejar de subsidiar a las Empresas privatizadas que fugan millones, con tarifas impagables y que no han traido ninguna mejora para la población.
YPF SA, cuya mayoría accionaria es propiedad del Estado, debe estar puesta al servicio no de las ganancias empresarias sino de la producción de energía y combustibles baratos para abastecer a todos los hogares y la Industria. Con esto, podríamos avanzar en recuperar los puestos de trabajo perdidos, pasar a planta permanente a todos los tercerizados, y dar horizonte de crecimiento industrial en todo el país, muy contrario a lo que con viejas recetas se está gestando a la salida de la pandemia. Creemos que es necesaria la más amplia unidad, efectivos y contratados, movimientos de desocupados agrupaciones sociales y políticas, estudiantes, docentes y la comunidad en general, transformando estas consignas en una enorme causa nacional.