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Red Internacional
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“Ya no se mata en nombre de la intolerancia, el racismo y la transfobia, sino que ahora se mata y persigue en nombre del presidente”

Columna de opinión acerca del ascenso de Bolsonaro y su impacto en la región.

Lunes 5 de noviembre de 2018

Jair Bolsonaro es el nuevo presidente de Brasil. Los temores del mundo progresista se hicieron realidad y la ultraderecha reaccionaria y antiderechos vuelven al poder.

La sorpresa no es sólo esta, sino el ver caer en pedazos el sueño de las izquierdas de un nuevo mundo. La idea de la América unida en base a los gobiernos de centro se ve caer en trozos ante un avance contra derechos y conservador en la región. Argentina, Paraguay, Chile, Perú y ahora Brasil dejan a Uruguay como la excepción que confirma la regla: la derecha conservadora represiva volvió y pocas alternativas aparecen.

Pero ver el avance de esta manera simplifica las cosas, ¿es verdad que las ideas conservadoras se habían ido y dejado paso a una primavera pro derechos y una idea de sociedad ideal? Claramente no.

Los Bolsonaro y Macri, no son sujetos aislados o representantes de una minoría en nuestras sociedades.

Como plantea Vance, toda política de derechos va a presentar una idea conservadora detrás que busca mantener un status quo determinado. Los grupos posicionados en lo superior de la red de poder van a buscar mantenerlo, por más que sea mínimo el privilegio recortado.

No fue gracias a Bolsonaro que comenzaron a asesinar chicxs trans y homosexuales en Brasil. Según la ONG Trangeder Europe, desde el año 2008 al 2016 fueron asesinados 868 transgéneros en Brasil solo por el hecho de serlo, llegando a ser el cuarto país en el mundo en asesinatos a personas transgéneros.

Bolsonaro sirve como marco justificador de la violencia y asesinato, ya no son grupos aislados que levantan las banderas del odio, sino que es la propia política estatal de un candidato quien da cabida al discurso.

Ya no se mata en nombre de la intolerancia, el racismo y la transfobia, sino que ahora se mata y persigue en nombre del presidente.

Que Bolsonaro sea presidente de Brasil no es más que la muestra de un discurso social que está siempre latente. Muchos ponen en tela de juicio el apoyo popular al fascismo y culpan al fraude electoral mediante el voto electrónico, pero esto es no ver el contexto desde donde surge Bolsonaro, y que el apoyo popular a su plan de gobierno e ideario puede ser compartido por grandes masas, incluso las que él mismo busca eliminar.

Primo Levi llama zona gris a los aspectos morales donde la víctima ayuda al victimario a mover la máquina de su propio exterminio. Este concepto ayuda a pensar el apoyo de sectores que el mismo Bolsonaro pide expulsar.

Los propios vacíos y personalismos de los partidos de centroizquierda han habilitado espacios donde se filtren votos, es verdad, pero eso es agua para otra fuente.

El avance del conservadurismo a nivel mundial no es nuevo, vale recordar el resurgir de los movimientos neo nazis y anti inmigrantes en Grecia, Alemania, España, Italia y Hungría, con fuerte poder político.

Incluso en Uruguay comienza a tener fuerzas, los festejos a nivel local de Novick o Verónica Alonso ante el triunfo de la ultraderecha reaccionaria y la protección de la familia, muestran una cara del Uruguay que se veía oculta.

La idea de la excepcionalidad uruguaya vuelve a estar presente en nuestras cabezas y volvemos a construir nuestra imagen como el camino distinto, el Uruguay como único país progresista en pie abona la idea de una superioridad uruguaya constituida en base a nuestra tradición de Suiza de América. Esto no hace más que ocultar y ver como excepciones a los conservadores uruguayos, mientras toman carrera para dar el salto electoral.

El fascismo, los movimientos antiderechos, la homofobia, la transfobia, el racismo, y la violencia no son expulsados y vuelven con Bolsonaro, sino que conviven entre nuestras casas, caminan entre nosotros y esperan latentes los espacios para manifestarse. ¿Qué hacer ante esto? Buscar los espacios de dar pelea, no cuando esté Bolsonaro o Macri en el estrado sino al día, donde el fascismo actúa, sobre los estrados y en la calle. El #EleNão no es un eslogan, es una forma de vida: fascismo não.