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Red Internacional
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Provincia de Buenos Aires. Zona Norte: el 24 de Marzo retomar los hilos de generaciones anteriores

De Campana y Zárate a Plaza de Mayo, en homenaje a los 30 mil desaparecidos y víctimas del terrorismo estatal en la zona. Una invitación a retomar críticamente sus lecciones y la lucha por cambiar la sociedad de raíz.

Martes 22 de marzo de 2016

Fotografía: Collage por Mariano Mancuso.

Hace 40 años comenzaba en Argentina el feroz golpe genocida que impuso el terrorismo de estado para derrotar a las comisiones internas, desaparecer a los trabajadores combativos y a la juventud que quería cambiar esta sociedad. El imperialismo, que buscaba dónde colocar su capital financiero, decidió entonces endeudar deliberadamente a los países de Latinoamérica, con inversiones a cambio de inflación, recortes, despidos y flexibilización laboral. Desde su sede en Washington, financiaron a los militares como parte del Plan Condor. Asimismo, a costa de la salud y la vida de los trabajadores, empresarios como los Macri pasaron de 7 a 47 empresas hacia el final de la dictadura; y otros, como los Rocca, pegaron un salto increíble a base de contratos estatales para convertirse en un monopolio concentrando toda la producción del mercado interno de acero junto con Acindar. Son estas historias mismas las que muestran que los empresarios locales también se beneficiaron con el terrorismo de estado, y por eso entre sus principales impulsores aparece el conocido nombre de Agostino Rocca (pardre de Paolo Rocca, actual CEO de Tenaris – Siderca).

Una cuestión de revolución

En los años previos, sucesos como el Cordobazo y el Rosariazo de mayo de 1969 dejaron en claro un ascenso revolucionario de la clase trabajadora en Argentina que abría un periodo consciente de lucha por cambiar la sociedad de raíz. Ya no se discutía si hacer la revolución o no, sino cómo hacerla. Por primera vez en su historia, la clase trabajadora protagonizó una experiencia que tendía a superar los límites impuestos por el peronismo y la burocracia sindical, cuya ideología de “Conciliación de clases” se mostraba en realidad como –cooperación- con los empresarios.

En sentido opuesto, los trabajadores industriales y de servicios supieron poner en pie organismos de poder obrero que llamaron Coordinadoras Interfabriles; en Capital Federal, en Buenos Aires, Santa Fé, Córdoba y varias ciudades más del país. En junio de 1975 el ministro Rodrigo intentó imponer un paquete medidas económicas que incluían una devaluación de hasta el 160%, aumentos siderales de precios, congelamiento de paritarias y topes salariales. Fueron los trabajadores de base junto a los activistas quienes organizaron las huelgas y el movimiento que dio origen a las Coordinadoras, que fue clave para potenciar la organización interprovincial durante los meses de junio y julio, hasta que realizaron la masiva huelga general al grito de “14.250 (nro. de la ley de convenios de trabajo) o Paro Nacional” para exigir la convalidación de los acuerdos paritarios. Cien mil personas marcharon hacía Plaza de Mayo y al llegar reclamaron y lograron la renuncia del ministro Rodrigo y de Lopez Rega, en la jornada conocida como Rodrigazo.

La fuerza surgida desde abajo fue tal que obligó incluso a que la propia burocracia peronista la reconociera, llamara a una nueva huelga y se opusiera (al menos tibiamente) al gobierno. Al finalizar la primer semana de julio, el gobierno tuvo que ceder y otorgar la homologación de los acuerdos paritarios negociados. De esta manera sintetiza la fuerza de esa huelga un protagonista: “…el 7 y 8 de julio, en mi vida vi una cosa así. Las radios no tenían programa, cada tanto un locutor que decía: -la sociedad argentina de locutores se adhiere a la huelga general -. No había nada. No te enterabas de nada. Sabías que había huelga nada más.” (en Insurgencia Obrera en Argentina, de Aguirre y Werner).

Al ver que el movimiento obrero luchaba superando la conducción del peronismo y la burocracia sindical, el empresariado argentino puso en marcha un plan destinado a aniquilar a esa vanguardia de trabajadores, apoyada por estudiantes y otros sectores del pueblo, y a disciplinar socialmente a al resto.

El Área 400, Escobar, Campana y Zárate

Bajo ese nombre, en esta zona, los militares organizaron un circuito de represión y tortura con al menos 13 Centros Clandestinos de Detención (CCD) y áreas de tortura. ¿Cómo se explica una red tan grande en relación a la cantidad de habitantes de ambas ciudades? La industria siderúrgica y petroquímica montada en Siderca y Esso, convirtieron a la zona en un verdadero polo industrial, con su imponente presencia de miles de obreros que avanzaban en las condiciones de producción, laborales y de su vida. La actuación de las fuerzas represivas del estado tuvo características distintivas para coercionar y desaparecer al activismo obrero y estudiantil.

Características que solo se observan en otras ciudades del país en las que una o dos empresas grandes pesaban entonces, o lo siguen haciendo, en la comunidad de la ciudad, a través de su política social y económica; como San Nicolás o Villa Constitución por ejemplo.

En Campana, incluso el mismo 24 de marzo de 1976 en la salida de los turnos de Dálmine-Siderca los militares paraban y requisaban a los obreros que volvían a sus casas. Transcurrido una primer etapa de la dictadura, al menos 80 trabajadores y trabajadoras ya habían sido desaparecidos (aunque no se trata de un número final ya que las listas continúan hoy ampliándose a partir de los testimonios y denuncias de familiares y testigos). Sin embargo, previamente también hubo víctimas: los testimonios dan cuenta de cómo las bandas fascistas de la Triple A se reunían desde dos años antes con jefes y directivos de Siderca en el hotel de la empresa para elaborar listas con los nombres de los trabajadores díscolos, de los cuales algunos aparecieron asesinados y al menos 22 sufrieron torturas antes del golpe. Por otra parte, durante el golpe, también hubo detenciones y desapariciones de docentes y estudiantes secundarios en la zona, como ocurrió con Ricky Monteiro (17 años) del Nacional de Zárate.

"A partir de secuestros en la planta, de una omnipresencia del Ejército y de una policía interna con estrecha vinculación al terrorismo de Estado, así como mediante la participación en una comunidad de inteligencia que hizo seguimiento de quienes resultaron víctimas. Al mismo tiempo, la empresa proveyó financiamiento para comisarías donde funcionaron centros clandestinos, se registró la actuación de directivos instigando o presenciando secuestros de trabajadores y también se denunció un aprovechamiento de la trama represiva para erradicar la indisciplina y el desorden en la fábrica. Varios centros clandestinos se conformaron en la zona de Campana y Zárate, teniendo relevancia uno de carácter transitorio en el club deportivo Dálmine (hoy Ciudad de Campana), que la empresa tutelaba y financiaba." CELS

La resistencia de ayer y de hoy: hilos de continuidad

Las condiciones de trabajo y salubridad con enfermedades laborales por el proceso productivo fueron la chispa para el surgimiento de miles de activistas, una generación que llevó sus cuestionamientos más allá. Semejante resistencia a la dictadura mientras el peronismo se mostraba impotente y una parte de sus dirigentes hasta cómplices, hizo que toda esa generación despertara políticamente y en ese proceso se desarrollaron decenas de miles de de nuevos militantes obreros, obreras, docentes, mujeres y estudiantes, que discutían en distintas tendencias de izquierda la posibilidad de una nueva organización de la sociedad.

Esa experiencia es la que distintos relatos sobre los 70s pretender esconder para que los trabajadores y la juventud no saquemos las lecciones del último ensayo revolucionario de nuestro país.

Así la impunidad sigue sobre los empresarios, políticos, militares y civíles como la Iglesia que impulsaron el golpe. En Campana eso se respira tanto en las absoluciones del 2014 sobre Quetglas (el médico colaboracionista de la dictadura en la zona), como sobre el propio caso de los Rocca, que es algo de lo que poco se habla pero sí se hace mucha política para ocultar. Mientras vemos los despidos, suspensiones y el chantaje sobre las condiciones laborales nuevamente.

Por todo esto el mejor homenaje a 40 años, y con la provocadora visita de Obama, es recuperar críticamente aquella tradición combativa, y marchar este 24 con quienes hoy ya están organizando la resistencia a los ajustes y la represión: trabajadores, mujeres y juventud, el PTS y el Frente de Izquierda. Por eso marchamos con el Encuentro Memoria Verdad y Justicia de manera independiente del estado y los gobiernos como desde hace décadas.

Fuentes: Insurgencia Obrera en Argentina 1969-1976 de Aguirre y Werner, Suplemento semanal impreso 2016 La Izquierda Diario, Responsabilidad Empresarial en delitos de lesa humanidad de FLACSO y CELS 2015.