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Elecciones robadas en la Universidad. ¿Cómo llegamos hasta acá?

Luca Bonfante

Ana Florin

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Elecciones robadas en la Universidad. ¿Cómo llegamos hasta acá?

Luca Bonfante

Ana Florin

Ideas de Izquierda

Los centros de estudiantes de la UBA sufren un ataque sin precedentes desde el regreso de la democracia: peronistas y radicales, con el aval de las autoridades, se pusieron de acuerdo para suspender las elecciones. El capítulo más escandaloso hasta ahora fue en Derecho, donde patotas llevadas por la Franja Morada golpearon a estudiantes ¿Cómo llegamos hasta acá y cómo lo podemos enfrentar?

El 19 de abril, de forma coordinada, las agrupaciones que responden al rectorado y a Juntos por el Cambio (centralmente la Franja Morada), con sus socios peronistas (UES), llevaron adelante en distintas facultades reuniones de Comisiones Directivas para votar una auto-extensión de su mandato, anulando las elecciones anuales de los Centros de Estudiantes para unificarlas a las elecciones obligatorias que se hacen cada dos años.

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De esta forma, las autoridades pueden auditar a su antojo las elecciones de nuestros centros y también garantizar que se realicen en años dónde no se vote a nivel nacional. Esta es una vía para separarse de la bronca de los estudiantes con los partidos que ellos representan. Además, se busca debilitar las listas estudiantiles que no tienen representación en el resto de los claustros. En todas estas facultades, estas agrupaciones tienen mayoría para imponer con sus propios votos las propuestas que presentan. La única oposición fueron los votos que provenían de las secretarías del Frente de Izquierda Unidad, que votaron en contra. El kirchnerismo, por su parte, se abstuvo, avalando indirectamente la reforma. Obviamente, en ningún lugar hicieron campaña para avisar a los estudiantes que tenían intenciones de auto-extenderse el mandato, ni por redes sociales ni en pasadas por cursos. La intención detrás de esto era que pasara desapercibido, pero pasaron cosas...

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Las agrupaciones que impulsaron este avance antidemocrático lo justifican diciendo que esta reforma “dinamiza la política estudiantil (...) posibilita no caer en debates superficiales y campañas meramente consignistas” y que lo hacen a sugerencia de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA). Lo que no se menciona es que el Congreso de la FUBA dónde se “sugirió” esto fue truchisimo y estuvo lleno de irregularidades cómo denunciamos en ese momento desde la Juventud del PTS. En esas instancias no se busca darle voz y representación a los 300 mil estudiantes, sino mantener sus negocios millonarios de bares, fotocopiadoras y convenios con empresas, para que en las facultades se debata cada vez menos qué modelo de centros de estudiantes necesitamos.

Estas decisiones empezaron a generar muchísimo rechazo dentro de la Universidad y así lo expresa la repercusión de la campaña que denuncia este ataque antidemocrático. Desde las agrupaciones que impulsa la Juventud del PTS (En Clave Roja, La Izquierda en Derecho, Contraimagen) nos propusimos romper la normalidad de las facultades para que se abra el debate y que no haya ni un sólo estudiante que no sepa de estas medidas escandalosas. Pasamos por cursos, juntamos miles de firmas, hicimos ruidazos, llenamos de carteles los pasillos y las aulas, hicimos videos, repartimos volantes para difundir este avance, impulsamos comisiones para organizar a los estudiantes y participamos de asambleas contra los despidos en musicoterapia en común con docentes. Lo hicimos con dos objetivos: frenar el avance y los ataques de la Franja Morada pero también preparar a un sector del movimiento estudiantil para lo que se viene: una etapa de crisis y de mayor ajuste. Aún falta que se vote en varias facultades de la UBA. En las facultades dónde dirige La Cámpora, la Mella (Frente Patria Grande) y Movimiento Evita, aún no dijeron ni una sola palabra sobre el tema. La situación está abierta. Por eso tenemos un desafío para reforzar esta pelea. Los Centros de Estudiantes opositores a esta política pueden ser un enorme punto de apoyo para coordinar la resistencia al avance de la Franja Morada.

Mantener la “casa en orden” para un ajuste mayor

A nuestro modo de ver, para comprender y actuar contra este ataque antidemocrático es necesario profundizar sobre las causas coyunturales y las causas de fondo: el fortalecimiento de un aparato propio en un escenario electoral y la preparación de las condiciones para un ajuste mayor en la Universidad.

En primer lugar, este tipo de avances se apoyan sobre la base del régimen político de la universidad que está lejos de ser democrático, que tiene una estructura sostenida en el voto indirecto y ponderado, dónde el voto de una minoría de profesores concursados vale muchísimo más que el de los estudiantes que somos mayoría en la universidad y dónde casi todos los docentes votan en el claustro de graduados. Además, se les niega la representación a los miles de trabajadores no docentes de la Universidad. Otro aspecto es que en la mayoría de las facultades no se les permite a los estudiantes votar a sus directores de carrera de forma directa. Dentro de ese esquema de cogobierno, conviven muy apaciblemente radicales, peronistas y kirchneristas. Cada uno juega su rol para mantener la “casa en orden”.

Vayamos a los datos políticos de los últimos años. Los resultados de las elecciones para centros de estudiantes del 2021 reflejaron distintas tendencias, entre las que se encuentra el fortalecimiento de las agrupaciones que responden a las autoridades de la universidad, cuestión que ya se había expresado en las elecciones anteriores que fueron en 2019. Luego de dos años de virtualidad, primó la valoración a las conducciones de los Centros que aseguraron una comunicación y acercamiento a la carrera durante la pandemia, pese a que miles tuvieron que dejar sus estudios o tuvieron problemas de conectividad y los centros estuvieron ausentes. Esto se combinó con el esfuerzo para esconder su vinculación a las dos coaliciones políticas principales que gobiernan el país y la CABA. Cabe mencionar también que las elecciones se realizaron dos o tres semanas después del comienzo de clases, como un “trámite”, para evitar cualquier tipo de debate.

Durante esas elecciones para centros de estudiantes, tanto la Franja Morada como el peronismo contaron con los recursos de las autoridades para llevar a cabo sus campañas electorales y mantener las conducciones. Por poner algunos ejemplos: en Económicas, la gestión enviaba mails institucionales a las y los alumnos explicando cómo y dónde votar, con la insignia de “Votá Lista 1, Nuevo Espacio”. En Sociales, explicaban el funcionamiento de la elección obligatoria con la boleta de Alternativa Académica, la lista radical que dirige la carrera de Ciencia Política. En Filosofía y Letras las autoridades, en su desesperación para ayudar al Colectivo (conducción kirchnerista actual), se apuraron para anunciar la inauguración del nuevo edificio, que finalmente se terminó abriendo un año después y ni siquiera en su totalidad. Ejemplos como estos sobran en ambos lados de la “grieta”.

Luego de la elección, estas mismas corrientes aprovecharon para reforzar su propio poder político. En el mes de junio del 2022 se realizó la Asamblea Universitaria para elegir nuevas autoridades de la UBA. En esta asamblea asumió como rector Ricardo Gelpi (ex decano de Medicina) y como vicerrector Emiliano Yacobitti (actual diputado de Juntos por el Cambio). Por su parte, la pata estudiantil del nuevo vicerrector se propuso avanzar como conducción de la FUBA en una mayor injerencia de las autoridades en las herramientas de organización de los estudiantes.

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¿Cuál es el objetivo de todas estas reformas que buscan una UBA “normalizada” y alineada políticamente con las autoridades? Desde que asumió como vicerrector, Yacobitti se propuso poner a disposición los recursos humanos y materiales de la universidad al servicio del ajuste y llevar adelante el plan del FMI. El 14 de julio del 2022 los Ministerios de Educación y Desarrollo Social firmaron un convenio que establece que desde las Universidades "se promoverá la finalización de los estudios obligatorios, la formación laboral y la certificación de competencias a beneficiarios del Programa Potenciar Trabajo." Es decir, el control y la auditoría de los planes sociales. Una verdadera canallada poner los conocimientos de la universidad para contarle las costillas a los que menos tienen sabiendo que hay ricos en este país que amasan fortunas. Más cerca en el tiempo, el vicerrector puso a disposición las herramientas de la UBA para revisar el canje de bonos en dólares, por bonos en pesos de organismos públicos como el ANSES, es decir, controlar un nuevo robo a los jubilados. Con ambas políticas se busca poner el prestigio del sello de la UBA a la política del gobierno para que gane legitimidad social el ajuste que llevan adelante.

A su vez, el año pasado el FMI le solicitó un informe al Ministerio de Trabajo y a la UBA para analizar los regímenes especiales de jubilación. Estos regímenes son los que dependen de la ANSES y que implican conquistas de parte de los trabajadores como el 82% móvil (en algunos casos) o menores requisitos de edad y años de servicios para jubilarse. Ahí entran los docentes universitarios entre distintos sectores ¿Cuál es el sentido de analizarlos? Ver como terminar con ellos. Ese es uno de los planes del FMI y quieren usar a la UBA como una herramienta para facilitar la tarea y, de paso, empezar a aplicarlo: a fines del año pasado el Consejo Superior de la UBA votó por unanimidad quitarle la Obra Social a futuros jubilados y a docentes ad honorem. Radicales, peronistas y kirchneristas (La Cámpora no fue excepción) todos a favor de aplicar el ajuste del FMI.

Por otro lado, la multiplicación de los posgrados pagos, que se fueron transformando en las últimas décadas en una de las vías privilegiadas del Estado y el régimen universitario para tratar de lograr el sueño neoliberal del Banco Mundial y el FMI, subieron de forma exponencial: un ejemplo de esto es la Facultad de Sociales, dónde la Decana kirchnerista Ana Arias y sus consejeros de todos los claustros (en estudiantil “La 15” coalición de La Cámpora y el Frente Patria Grande referenciada en Grabois) votaron aumentar hasta un 300% los costos; con el pretexto de tener más caja propia para no tener que exigirle al Rectorado ni al Ministerio de Educación mayor presupuesto. Este aumento se lo cobran hasta a las y los docentes ad honorem que dan clases en la facultad y que sostienen las materias de grado.

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Ahora bien, todos estos elementos no se vienen desarrollando sin contradicciones. El objetivo político es normalizar la universidad y sacarse de encima con ataques a aquellos sectores que “molestan”. Ya se empezaron a generar algunas respuestas como las miles de firmas de estudiantes que en todas las universidades exigen que se hagan elecciones. Los docentes de AGD y no docentes de la oposición al gremio de la UBA movilizaron al rectorado el pasado miércoles 27 de abril contra la quita de la obra social a los jubilados, los despidos en la Facultad de Psicología y los descuentos que están haciendo a quiénes se organizan y levantan la voz en el Pellegrini y el Nacional Buenos Aires. También se vienen realizando distintas acciones en la Facultad de Psicología frente al ataque autoritario de las autoridades.

Pasivizar al movimiento estudiantil: tarea estratégica de la burguesía

El intento de pasivizar al movimiento estudiantil (y evitar sus expresiones más radicalizadas e independientes del Estado), no solo es necesario para los objetivos inmediatos de las autoridades, sino que es una tarea estratégica de los partidos del régimen y la burguesía, que se preparan para un escenario social y económico de mayor convulsión y ajuste.

La universidad y el movimiento estudiantil han sido protagonistas en las últimas décadas de peleas importantísimas en defensa de la educación pública y de acompañar los reclamos de los y las docentes, de distinta magnitud e intensidad. En 1995 y 1999 el movimiento estudiantil se enfrentó a las leyes privatizadoras del menemismo (contra la “Ley de Educación Superior”). En la primera parte del 2001 estudiantes de todo el país se organizaron contra el Ministro de Economía Lopez Murphy y sus planes de recorte del presupuesto educativo con medidas ultraliberales y ortodoxas, logrando que dure sólo 15 días en su cargo. En el 2002 se movilizó por la democratización, con experiencias como la elección directa en Sociología o enfrentando los mecanismos de elección feudal del rector de la UBA, en 2005 y 2008. Los conflictos por las condiciones edilicias y por mayor presupuesto para la universidad que tuvieron distintos grados de desarrollo se desplegaron en 2010, 2016 y 2018, por mencionar algunos ejemplos. En la mayoría de esos conflictos se coordinaban las luchas en enormes asambleas verdaderamente democráticas, peleando la unidad entre estudiantes, docentes y no docentes de la facultad y también en asambleas interfacultades, de dónde salieron planes de lucha y movilización, además de la alianza con distintos sectores. La Franja Morada y sus agrupaciones afines buscan desactivar a cualquier costo esa tradición de lucha, impulsando centros de estudiantes cuyo objetivo principal sea la gestión de servicios y hacer lo que digan las autoridades.

El conflicto más reciente (2018), comenzó en apoyo al reclamo paritario docente y se unificó con la bronca contra el macrismo y el ajuste en el presupuesto educativo, que también estuvo atravesado por la enorme marea verde que reclamaba en las calles por el aborto legal. Ese año, si bien se tomaron decenas de facultades en todo el país con asambleas de cientos de estudiantes en algunos casos, la corta duración del mismo impidió profundizar una experiencia de lucha de una vanguardia que había empezado a surgir y que había participado en las movilizaciones contra la reforma previsional que impulsó el gobierno macrista en diciembre del 2017. Las gremiales docentes (la mayoría en manos del kirchnerismo) levantaron la lucha en su operativo “Hay 2019” en apoyo a Alberto Fernandez y dejaron en banda a estudiantes e investigadores que los bancaban y seguían sin resolver sus reclamos. Las burocracias estudiantiles del kirchnerismo colaboraron en ponerle un freno desde la FUBA que en ese momento conducían (junto al Partido Obrero), sin impulsar la autoorganización para el desarrollo de la lucha.

Desde ese último conflicto hasta ahora, se redoblaron los intentos a través de distintos medios -pandemia, virtualidad y burocracias mediante- para evitar que el movimiento estudiantil actúe como un sujeto político colectivo y como “caja de resonancia” de las contradicciones de la sociedad en medio de la crisis. ¿A qué nos referimos con “caja de resonancia”? El marxismo clásico ya caracterizaba el rol político del movimiento estudiantil a principios del siglo XX como amplificador de las contradicciones de los distintos sectores de donde provenía (burguesía y pequeño-burguesía) y por la propia actividad de los estudiantes: el ejercicio intelectual del análisis de la sociedad, que los hace más sensibles a las crisis y cambios producidos en ésta. Esta definición no toma a los estudiantes como una clase social en sí, sino como un sector que tiende a ubicarse de un lado u otro de la barricada en momentos de mayor crisis social.

Con el surgimiento de las universidades de masas en la segunda mitad del siglo XX, se ampliaron los sectores que lograron acceder a las carreras de grado. Esto hizo que dentro de la universidad no se encuentren únicamente estudiantes provenientes de sectores más de élite o de las clases medias, sino que puedan acceder también hijos de la clase trabajadora, muchos de los cuales son primera generación de universitarios. Esto nos presenta un estudiantado heterogéneo en sus orígenes y también en sus determinaciones políticas.

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El crecimiento de las universidades de masas además se encontró con las contradicciones mismas del sistema capitalista. Por un lado, el desarrollo de cada vez más mano de obra calificada sin la posibilidad de absorber dentro del mercado laboral, generando así muchísimos jóvenes sobrecalificados y subempleados. Por otro lado, en los últimos años se vió un aumento exponencial de la matrícula pero un alto índice de deserción. En los pasillos se cruzan estudiantes que laburan de forma ultra precarizada y que muchas veces tienen que dejar en los primeros años y estudiantes de sectores más acomodados. Sobre eso actúan las burocracias estudiantiles, buscando paliativos a esos problemas, sin buscar transformaciones de raíz y trabajando sobre la idea de la meritocracia y la salida individual de la crisis: “que me mejoren las condiciones de cursada para que me pueda recibir rápido y tener un buen laburo”. Desde la universidad, las clases gobernantes también hacen política ideológica que busca sostener el régimen y orden burgués.

El movimiento estudiantil puede tener un empuje catalizador de las contradicciones fundamentales de la sociedad y muchas veces, de anticipo de los estallidos y conflictos que viene preparando la lucha de clases.

Como el movimiento estudiantil no es una masa homogénea que tiene los mismos intereses, en distintos momentos históricos se ha dividido en tendencias abiertamente contrarias. En 1955 un sector se volcó activamente a favor de la reacción golpista y en 1969, durante el Cordobazo, salió junto a la clase obrera a poner en jaque el régimen de Onganía.

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El movimiento estudiantil puede también surgir a partir de levantar demandas propias que lo radicalicen en su enfrentamiento con el Estado y los distintos gobiernos. También puede confluir con las luchas con la clase trabajadora, ya sea por la vía de la radicalización política de sus propias demandas, por la radicalización de sus ideas en tanto capa social sensible como mencionamos anteriormente, o por un aumento de la lucha de clases que coloque en una perspectiva hegemónica al movimiento obrero (como sucedió en Francia recientemente dónde miles de estudiantes se sumaron a la lucha de los trabajadores contra la reforma previsional de Macron). Es justamente esto lo que buscan evitar a cualquier costo la burguesía, los partidos tradicionales y el régimen universitario de conjunto.

Antonio Gramsci desarrolla la idea del “Estado ampliado” como una respuesta a la emergencia del movimiento obrero a principios del siglo XX con la estatización de las organizaciones de masas y la expansión de burocracias en su interior que tiene la doble función de “integración” al Estado y de fragmentación de la clase trabajadora. En el caso de la universidad, el rol que toman las autoridades no es la de una “espera pasiva” del consenso, sino que desarrollan toda una serie de mecanismos para lograr justamente una mayor integración de las herramientas de organización del movimiento estudiantil, como sus centros de estudiantes o federaciones al “Estado ampliado”, donde el rol que cumplen es de apéndices de las gestiones, cubriendo baches de los problemas que no se llegan a resolver, para evitar cuestionamientos de fondo.

En un escenario político como el actual, en el cual se anticipan mayores recortes al presupuesto universitario para cumplir las metas del FMI, este debate se reactualiza.
Para la burguesía argentina y organismos como el FMI, no existe sueño más grande que una universidad con acceso restringido, arancelada y a la medida de los capitalistas que financian las carreras según sus necesidades. Personajes nefastos como Javier Milei reflejan este programa proponiendo un sistema de vouchers para la educación pública. Otros sectores (en los cuales podemos incluir al radicalismo y el peronismo) se proponen desfinanciar gradualmente, reduciendo los presupuestos educativos año tras año y buscando pasivizar y cooptar al movimiento estudiantil para lograrlo. Los próximos desafíos y batallas que tiene la izquierda en el movimiento estudiantil, que serán al calor de una nueva crisis en el país, parten de esta realidad en disputa y contradictoria.

¿Cuál tiene que ser el rol de la izquierda revolucionaria en la universidad?

Desde las agrupaciones que impulsamos con la juventud del PTS en 10 facultades y en cuatro sedes del CBC de la UBA (En Clave Roja, ContraImagen, La izquierda en Derecho), buscamos darle continuidad a las mejores tradiciones del movimiento estudiantil combativo y pro obrero. Lo hicimos cuando nos tocó formar parte de la conducción de algunos centros de estudiantes, como el CEFyL (entre el 2013 y el 2019), el CECSo y el CEP. Pero también lo hacemos cotidianamente a través de nuestras posiciones conquistadas (en las juntas de carrera, consejo directivo y secretarías) y desde nuestras agrupaciones.

A pesar de los últimos años de pasividad que no aportan a la construcción de una corriente revolucionaria en la universidad, no solo hemos mantenido en pie la red de agrupaciones, donde decenas de jóvenes militantes se ponen a la cabeza en sus facultades, sino que también hemos reforzado nuestra intervención en terrenos como el ideológico y la organización a través de distintas vías. Eso es lo que nos permite el día de hoy desarrollar una campaña contra el ataque antidemocrático en 10 facultades de la UBA, buscando confluir con el descontento que se empezó a expresar en sectores amplios de estudiantes y proponiendo canales de expresión para el mismo.

Para nosotros, es una tarea indispensable y estratégica luchar por la creación de organismos democráticos construidos desde abajo que permitan liberar toda la potencia del movimiento estudiantil hoy encorsetada por las burocracias peronistas, kirchneristas y radicales. Esa es una de nuestras principales peleas en cada conflicto estudiantil y por eso peleamos para imponer asambleas en los lugares que es posible hacerlo (como en Sociales y Filosofía y Letras) para enfrentar este ataque o mediante comités que debatan cómo enfrentar el avance de la Franja Morada.

A su vez, creemos que es fundamental dar la batalla en el terreno de las ideas y discutir la finalidad de nuestros conocimientos. Estamos convencidos de que miles de estudiantes, a partir de un estudio científico y de una reflexión colectiva, pueden involucrarse en los grandes debates y por esa vía tomar partido por las posiciones teóricas que defienden los intereses de la clase trabajadora y los sectores explotados y oprimidos. Por eso impulsamos la Cátedra Libre Karl Marx, que a través de sus distintas charlas, involucró a cientos de estudiantes de la universidad el año pasado para debatir la vigencia del marxismo, sobre el potencial de la clase obrera como sujeto revolucionario, la lucha de clases hoy, la necesidad de una salida de la clase obrera a la crisis actual y la construcción de su propio partido. También se desarrollaron charlas abordando debates presentes en el feminismo, el ecologismo, y también en otros campos como la psicología. Todo esto va en contraposición al modelo de universidad con un “saber mercantilizado” como defienden las autoridades con convenios con empresas como Monsanto, Shell o Bayer.

Para nosotros, tanto la calidad de la enseñanza como la funcionalidad y el destino de los recursos materiales e intelectuales de las universidades tienen que ser controlados, no por organismos como la CONEAU, sino por una comisión de los científicos más destacados, sin ningún vínculo con instituciones privadas ni empresariales, junto a estudiantes, docentes y trabajadores que construyan una relación entre cada universidad y cada territorio en función de las necesidades de los trabajadores y sectores populares. Peleamos por una Universidad que no reproduzca la ideología de la clase dominante, sino que la combata.

Todos estos debates también los desarrollamos en los 44 números de la revista digital Armas de la Crítica que venimos impulsando desde la Juventud del PTS desde hace tres años. Revista en la que escriben compañeros y compañeras estudiantes y graduados de todo el país.

Para nosotros, las universidades son un espacio clave para el desarrollo del debate de ideas a gran escala, y los centros de estudiantes tienen un papel fundamental en la creación de espacios de cultura y socialización que se han perdido o devaluado en la actualidad. En ese sentido, también peleamos por la confluencia con otros sectores sociales, como jóvenes precarizados que no tienen acceso a la universidad y movimientos sociales de desocupados y trabajadores.

En un momento de crisis de los partidos políticos tradicionales, incertidumbre y descontento en la base del gobierno, y una juventud cada vez más indignada, es fundamental discutir cuáles son las tareas para construir una corriente que logre ganar a fracciones del movimiento estudiantil a la causa de la clase trabajadora, no sólo con métodos de lucha radicales, sino con un programa independiente de los capitalistas y a favor de los trabajadores y sectores populares. Esa es la pelea que estamos tratando de impulsar desde la Juventud del PTS, teniendo muy en claro que el desarrollo de una corriente de izquierda en la universidad no se va a realizar de forma pacífica, sino a través de una fuerte lucha política e ideológica contra los partidos del régimen y el régimen universitario mismo, peleando por la autoorganización y poniendo el cuerpo en cada lucha obrera como lo hicimos en Lear (2014), Pepsico (2017), la toma de tierras de Guernica (2020), la lucha de los trabajadores del neumático (2022) y la más reciente lucha de los trabajadores de Kraft, que cortaron la Panamericana hace pocas semanas.

En esta perspectiva, tenemos un debate con los compañeros del Partido Obrero (PO), que ha sido una fuerza política de izquierda que ha tenido un rol importante en la universidad dirigiendo la FUBA y algunos centros de estudiantes. El rol que jugó el PO en la conducción de la FUBA y su responsabilidad en el movimiento estudiantil, para nosotros, también abonó a la conformación de lo que es el movimiento estudiantil hoy en día, manejando centros de estudiantes como gestores de servicios. La FUBA, con alianzas con La Cámpora y La Mella, no dejó ninguna tradición de izquierda y se adaptó a las herramientas de organización tal cual son. No haber aceptado el llamado a un congreso estatuyente de la FUBA, como planteamos desde el PTS durante años, es expresión de esto. Luego, la Franja Morada se apoyó en eso para profundizar su avance.

Creemos que para desarrollar un ala crítica de estudiantes en la universidad que vean como sus herramientas de organización pueden transformarse en organismos para luchar en medio de esta crisis, es necesario no esperar de forma pasiva. Los compañeros del Partido Obrero, que plantean que tiene que haber elecciones en toda la UBA, dicen que de impulsar elecciones en los centros de estudiantes de Farmacia y Bioquímica y de Veterinarias “el aparato de la Franja Morada/Nuevo Espacio invadirán esos centros”, por eso aún no se comprometieron a realizar elecciones este año. Nosotros opinamos que para enfrentar este peligro es necesario impulsar una gran campaña democrática contra las patotas y en defensa de los centros de estudiantes independientes. No hay nada que esperar. Eso podría generar el rechazo de sectores amplios de esas facultades que repudien a la Franja Morada, a su vez, organizaciones de izquierda y estudiantes de otras facultades que quieran evitar ese avance podrían volcar sus fuerzas para acompañar esa pelea.

Los centros de estudiantes que conducen los compañeros del PO, que hasta el momento no se pusieron a la cabeza de enfrentar el ataque de la Franja Morada, todavía pueden hacerlo buscando abrir espacios de debate en los cuales puedan confluir todas las agrupaciones y estudiantes que vean la necesidad de enfrentar este ataque antidemocrático. Esta tarea no solo es necesaria para enfrentar este ataque puntual, sino también para prepararse para lo que se viene. Pelear de forma activa por la organización de los estudiantes, preparándose para momentos de mayor convulsión, tiene que ser la vara con la cual nos midamos las organizaciones de izquierda en la Universidad. De esa forma, cualquier aparato que decida volcar la Franja Morada para atacar centros de estudiantes de izquierda, va a ser muy difícil que triunfe.

Tenemos un enorme desafío en la universidad: nos proponemos redoblar la organización de cientos de estudiantes independientes para enfrentar este ataque, autoorganizándonos en asambleas para decidir y que no nos roben nuestros derechos, realizando asambleas interfacultades para coordinar entre todos en la UBA, y que sea el puntapié para discutir qué universidad necesitamos frente a las peleas que tenemos por delante.


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Luca Bonfante

@LucaBonfante98

Ana Florin

Politóloga UBA - Estudiante de Maestría de Análisis Político Integrante del Comité Editorial del suplemento Armas de la Crítica