En Argentina, según los datos del Sindicato de las Telecomunicaciones (FOETRA), son más de 60 mil los trabajadores de call center- o centros de atención telefónica. La mayoría jóvenes entre 18 y 29 años que acceden a estos trabajos en búsqueda de una primera experiencia laboral, otros probando por tercera o cuarta vez en los cientos de call center que existen entre oficiales, tercerizados e incluso clandestinos. Lo cierto es que la cifra real es difícil de calcular.
Viernes 19 de septiembre de 2014
En Argentina este tipo de empresas ganaron peso a partir de la última década. La devaluación pos 2001 atrajo a los capitales extranjeros que vieron una oportunidad para desarrollar sus negocios a bajos costos. La desregulación de la actividad junto con las leyes de flexibilización laboral heredadas del menemismo y perpetuadas bajo el gobierno kirchnerista, permitieron un monumental desarrollo de sus ganancias a costa de la proliferación de empresas tercerizadas.
En el 2005 diputados del Frente para la Victoria presentaron el proyecto de Ley del Teleoperador, impulsado por el Secretario General de La Cámpora Andés Larroque. Este año quiso asomar nuevamente pero fue cajoneado por el propio bloque oficialista, tal como denunció el Frente de Izquierda y de los Trabajadores.
El proyecto de ley, si bien contempla marcos regulatorios necesarios como las llamadas “pausas” (break, baño, tiempo entre llamadas) y pone un tope a las jornadas de trabajo, no se involucra en la piedra de toque de este gran negocio: no se pretende acabar con los incorrectos encuadramientos sindicales, mucho menos con la tercerización y no define de manera detallada las enfermedades laborales. Indica la letra de la ley que “regirá las relaciones laborales que se entablen en el sector privado entre los teleoperadores y sus empleadores por el trabajo”. Absuelve de esta manera la responsabilidad de los centros de atenciones dependientes del Estado, donde existen índices elevados de precarización laboral. Los permanentes malestares de los trabajadores telefónicos deberán buscar en otros proyectos sus contemplaciones.
Acosos sin pausas
Cualquier joven que haya pasado por un call center sabe que es permanente el hostigamiento del personal jerárquico. Supervisores, ejercen una fuerte presión psicológica sobre los empleados para alcanzar los objetivos. "Nuestro líder nos filma con su celular mientras estamos en pausa. Si nos paramos para pedirle ayuda a un compañero o simplemente para estirar los músculos lo usan de excusa para sancionarnos ", informó a La Izquierda Diario, una estudiante y empleada de Personal.
Estos vejámenes cotidianos conllevan a padecer altos niveles de estrés, depresión, ansiedad. Además el trabajo los expone a nódulos en las cuerdas vocales, disfonías crónicas, pérdida de la voz y dolores en la espalda y cuellos. Otro joven precarizado, comentó que "no te cambian ni siquiera el auricular a menos que ya no funcione". El puesto de trabajo es un pequeño box que no funciona como aislante sonoro por lo cual el bullicio permanente sumado a los gritos de supervisores apurados para que sus empleados cierren ventas genera un clima irritante.
Las mujeres, que son mayoría dentro del sector, se encuentran en las peores condiciones, sufriendo acosos de líderes misóginos y machistas. Una estudiante, cuyo último trabajo fue en Dynatac Phone, una tercerizadora de ventas para empresas como Claro y Personal, dio a conocer a este diario su denuncia "los supervisores no sólo nos hostigaban para llegar a las ventas gritándonos durante todo el turno metiéndonos, presión sino que además nos gritaban que nos prostituyéramos, como si eso resultase gracioso o fuésemos a trabajar mejor en esas condiciones. Era completamente insalubre e indigno. Un abuso de poder de parte de ellos. Y si contestás o tratás de decir algo sabés que te inventan alguna causa y te echan".
Entre FOETRA y Comercio, los trabajadores
El modus operandi que garantiza que la precarización de los call center exista impunemente es la completa ausencia de representantes gremiales. A cada intento de organización por las mínimas demandas laborales se sobrevienen despidos a los que ejercen este derecho sindical. Un despedido de un centro de atención de asistencia mecánica nos compartió su experiencia y contó que “la patronal no nos pagó la totalidad del plus de $1200 que se acordó en las últimas paritarias de comercio, como sucedió en todos los call center de Rosario. Ante esto hicimos circular un petitorio con nuestros compañeros y fuimos despedidos por este motivo”.
Los sindicatos actúan de manera cómplice avalando esta situación y permitiendo el incorrecto encuadre sindical. La amplia mayoría se encuentran bajo el convenio de Empleados de Comercio, cuyo sindicato es afín a La Cámpora. Este sindicato oficialista, que en la sede de Rosario promueve cursos de Recursos Humanos, es absolutamente cómplice de las patronales. Y a pesar de la bronca extendida en los empleados de comercio, sobre todo en los telemarketers, militaron activamente contra los últimos paros nacionales.
Las reivindicaciones por el correcto encuadramiento sindical en Telefónicos, por condiciones dignas de trabajo y por el fin del acoso laboral son muy sentidas por los trabajadores del rubro, en una ciudad donde la precarización de la juventud es la regla. El miedo de las patronales a la organización de los trabajadores significa que éstas son banderas vivas y por sobre todo, posibles de conquistar.