En Costa Rica, la marcha en San José convocó a unas 12 mil personas, aumentando en tamaño comparada a la del año anterior, es que a tono con el alza mundial del movimiento de mujeres, esta podría ser considerada la marcha del 8M más grande que ha visto el país. El fenómeno internacional se expresa en el grito de miles exigiendo el derecho a decidir, denunciando al expresidente Óscar Arias y al prófugo cura abusador Mauricio Víquez.

Paola Zeledón Muñoz Organización Socialista Revolucionaria / Pan y Rosas
Lunes 11 de marzo de 2019
El 8M en el mundo movilizó a millones, en México hubo 20 mil personas en las calles, en el Estado Español las trabajadoras hicieron paros y piquetes desde la noche del 7; en Argentina, la movilización volvió a inundar las calles de las principales ciudades, con la más grande en Buenos Aires donde marcharon cerca de 200 mil personas. En Brasil, las denuncias al gobierno de Bolsonaro y el reclamo de justicia por Marielle Franco convocaron a miles y las calles de Santiago en Chile fueron inundadas por el movimiento de mujeres. Alemania vio la primer gran movilización del 8M en años y en Francia las mujeres unieron fuerzas con el movimiento de los chalecos amarillos.
En Costa Rica, la marcha en San José convocó a unas 12 mil personas, aumentando en tamaño comparada a la del año anterior, es que a tono con el alza mundial del movimiento de mujeres, esta podría ser considerada la marcha del 8M más grande que ha visto el país. El fenómeno internacional se expresa en el grito de miles exigiendo el derecho a decidir, denunciando al expresidente Óscar Arias y al prófugo cura abusador Mauricio Víquez.
Desde Pan y Rosas impulsamos con el Foro del Aborto una vistosa columna que refleja la marea verde que recorre el mundo exigiendo el derecho al aborto legal, seguro y gratuito y la separación de las iglesias y el estado. Cerca de un centenar de estudiantes y trabajadoras denunciamos el ajuste del Gobierno que ya plantea nuevas medidas para cobrarle la crisis a la clase trabajadora, asi como el apoyo de Carlos Alvarado a la ofensiva imperialista en Venezuela. La columna agitó por justicia frente a los asesinatos de Marielle Franco en Brasil y Berta Cáceres en Honduras, para callarlas y a sus luchas. La consigna mundial por Ni Una Menos se hizo presente en la exigencia de justicia por Teté frente a la impunidad a los femicidas.
Por otro lado, la conducción política de la marcha estuvo marcada por un bloque compuesto por organizaciones separatistas ligadas al PAC, un sector que frente a los constantes ataques de los diputados religiosos y la derecha sigue confiando en que el gobierno, ya sea desde el INAMU o el ejecutivo, garanticen la protección de los pocos derechos que el estado costarricense otorga a las mujeres. La represión a las que luchan y la negativa a garantizar el aborto terapéutico (ITE) demuestran con claridad que Carlos Alvarado no va a cumplir esa expectativa y más bien negocia el ajuste con los evangélicos y ataca nuestros derechos, centralmente a las trabajadoras.
La marcha del 8M en Costa Rica está marcada por el fenómeno internacional que despierta a miles de mujeres, sobretodo las más jóvenes a sumarse a luchar contra el patriarcado y sus expresiones de violencia y opresión; sin embargo queda ausente uno de los principales rasgos del movimiento de mujeres mundial y que le brinda mucha fuerza: el paro, la capacidad para vincular la lucha contra el patriarcado con la lucha contra la explotación y precarización capitalistas, sumando al 8M la fuerza de las trabajadoras y sus organizaciones.
Es necesario poner en pie un movimiento de mujeres independiente del gobierno que confíe en su propia fuerza, que sea capaz de unir sus fuerzas con los intereses de la clase trabajadora y las mujeres en específico, para llegar a la raíz de la explotación capitalista y la opresión patriarcal que es el Estado.