Este 16 de mayo se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de uno de los escritores latinoamericanos más importantes y fascinantes del siglo XX.
Sábado 15 de mayo de 2021 16:07
Autoretrato en el Nevado de Toluca (Estado de México) década de 1950.
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. "No dejes de ir a visitarlo -me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte." Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas”.
Pedro Páramo. Juan Rulfo. 1955
Comala es el pueblo fantasma adonde llegará el protagonista de la primera novela escrita por él y publicada por primera vez en 1955.
La novela se llama Pedro Páramo, el autor es Juan Rulfo, quien nació en un día como hoy, el 16 de mayo de 1917 en Acapulco, México.
Su nombre completo era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. Fue escritor, guionista y fotógrafo. Perteneciente a la llamada “Generación del ‘52”. Es considerado uno de los escritores latinoamericanos más importantes del siglo XX.
Dentro de sus obras más importantes se encuentra El llano en llamas (1953), una serie de cuentos donde Rulfo comienza a retratar a México, la idiosincrasia de un pueblo, la intimidad de sus habitantes, sus historias y miserias, la pobreza, la soledad.
A esta obra le seguirá la novela antes citada, Pedro Páramo, donde su protagonista, Juan Preciado llega, por encargo de su madre ya muerta, a Comala, el pueblo donde ella le ha dicho que encontrará a su padre. Desde el comienzo Rulfo nos sumerge en una literatura plagada de mitos y fantasmas, de voces que llegan desde la memoria más remota para construir el pasado.
Con un estilo inquietante, extraño, Rulfo nos presenta en Pedro Páramo la historia de México, desde lo más profundo de esos habitantes perdidos en el medio de un espacio inventado, donde Juan Preciado, el protagonista, cree que el silencio que lo habita es producto de su incapacidad de oír: él, que viene del ruido, no puede oír el silencio de los niños que no corren por las calles, de un pueblo desierto y triste.
(100 fotografías de Juan Rulfo)
Comala nos remite así a otros tantos lugares ficticios de la literatura latinoamericana, como Macondo de Gabriel García Márquez o la mismísima Santa María, de Juan Carlos Onetti.
Dicen que Juan Rulfo escribió Pedro Páramo porque en su biblioteca no había ningún libro como el que él podía escribir. Después vino el silencio.
Había nacido en una Villa Rural, cercana a San Gabriel, donde sus habitantes le daban mucha preponderancia a las supersticiones, a lo sobrenatural. El mundo de los muertos en continua relación con el plano de los vivos. Probablemente de ahí es que ha inventado estos mundos, y sus personajes estrafalarios, solitarios y parcos.
Sin dudas Pedro Páramo es una de las novelas más importantes de la literatura latinoamericana. Así, Rulfo se inscribe, junto a Cortázar, Márquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Octavio Paz, entre otros autores, en lo que se ha denominado el Boom Latinoamericano.
Como ya mencionamos, era guionista también y escribió guiones cinematográficos como Paloma herida (1963) y otra excelente novela corta, El gallo de oro (1963). En 1970 recibió el Premio Nacional de Literatura de México, y en 1983, el Príncipe de Asturias de la Letras
Falleció el 7 de enero de 1986 en la ciudad de México. Nos dejó este desierto poblado de voces, de historias, olores y colores; un México profundo y ancestral:
“Al menos eso había visto en Sayula, todavía ayer a esta misma hora. Y había visto también el vuelo de las palomas rompiendo el aire quieto, sacudiendo sus alas como si se desprendieran del día. Volaban y caían sobre los tejados, mientras los gritos de los niños revoloteaban y parecían teñirse de azul en el cielo del atardecer.
Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer.
Fui andando por la calle real en esa hora. Miré las casas vacías; las puertas desportilladas, invadidas de yerba. ¿Cómo me dijo aquel fulano que se llamaba esta yerba? "La capitana, señor. Una plaga que nomás espera que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted. "
Detrás de “La Capitana”, el mundo de Rulfo y sus fantasmas.