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Red Internacional
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SCIOLI 2015. A la izquierda no hay pared

La encrucijada de la juventud que apoyó al kirchnerismo, frente a la imposición del candidato del gatillo fácil y la continuidad neoliberal. El ocaso del “nunca menos”, las conquistas y la mística. La alternativa es girar a izquierda.

Jueves 2 de julio de 2015

“Tristes”, “desorientados”, “traicionados”. “Es un menemista”. “Son los ‘90s”. “Nos sacaron la posibilidad de elegir nuestro candidato”. “El proyecto se fue al carajo”. “Que me perdone la jefa, pero yo no lo voto”. Son algunas de las miles de expresiones que se hicieron notar en por parte de muchos jóvenes y “progresistas” que durante los últimos años apoyaron al gobierno de CFK. Otros tragan saliva y rezan: “si la jefa lo eligió, por algo será”. Pero nadie sería capaz de afirmar que Scioli era “su” candidato.

El kirchnerismo logró que un sector considerable de la juventud acompañara algunas medidas presentadas como conquistas propias. El matrimonio igualitario, los juicios a los genocidas, la Asignación Universal por Hijo, la Ley de Medios, la Ley de Identidad de Género, Conectar Igualdad, la expropiación de una parte de las acciones de YPF, Aerolíneas, las AFJP, la 125, el PROCREAR, el PROGRESAR, etc.

Sobre esa base, de la mística pos – Néstor en el 2010, pudo desarrollar agrupaciones juveniles con relativo peso entre estudiantes secundarios y universitarios (aunque sin llegar a la conducción de los principales Centros de Estudiantes y Federaciones del país); y barriales, en los sectores más precarios del pueblo (aunque no sin la mano imprescindible de la asistencia estatal y del aparato del PJ “renovado”).

No logró, en cambio, desarrollar una corriente propia en el movimiento obrero: se alió a lo más rancio de la burocracia sindical peronista, como Pedraza (asesino de Mariano), Gerardo Martínez (batallón 601), el patotero “setentista” Pignanelli, y más atrás en el tiempo, Moyano y compañía.

La cuestión es que frente a la proximidad de la ola naranja, todo se pone en cuestión.

No es que el kirchnerismo no trague sapos: Pedraza, la represión en el Indoamericano, el medieval Insfrán, el carapintada Berni que sepultó la supuesta “seguridad democrática”, Milani, la reconciliación con Bergoglio, el “mataguachos” Granados, la Ley Antiterrorista, la condena a los petroleros de Las Heras, Chevron, la Barrick Gold, el pago a Repsol, al Club de París, etc…

Pero siempre pensando que se trataba de “daños colaterales” de un proyecto que, en lo esencial, seguía su rumbo nacional y popular.

Las “conquistas”, el pasado y el cierre del ciclo pos - neoliberal

La joven generación que se interesó por la política en estos últimos años, es la que no vivió, la del cierre de la crisis del régimen capitalista y el retorno a la normalidad. Se politizó bajo un gobierno que tuvo que tomar algunos de las demandas que dejaron las jornadas revolucionarias del 2001 y que en 12 años aspiró a limar. Proceso que tuvo como único fin recomponer al las instituciones en crisis. El soporte de esta política fue el ciclo de crecimiento económico que siguió a la devaluación iniciada por Duhalde (hachazo al salario).

En esa tarea de “restaurar”, con más ruido que nueces, concedieron algunos reclamos sentidos por el pueblo trabajador y los sectores oprimidos. La derogación de las leyes de impunidad para los genocidas (votando un proyecto presentado por la izquierda) o el matrimonio igualitario, por ejemplo.

Pero al mismo tiempo, se mantuvo lo esencial de la herencia neoliberal. El kirchnerismo pagó más deuda externa que ningún otro gobierno. No hubo “des -endeudamiento” ni “independencia”, se mantuvo una Argentina semi – colonial, donde 2/3 de las principales empresas son extranjeras. Que se esperanza con resolver la falta de divisas exportando soja y petróleo.

Se mantuvo y profundizó la precarización laboral. La gran mayoría de los jóvenes trabajamos precarizados

A su vez, muchas de las medidas presentadas como grandes conquistas, ocultaron grandes continuidades. Mientras que con la lucha se logró encarcelar a un puñado de represores, la inmensa mayoría de los genocidas vivos siguió en funciones, como Milani hasta hace unos días.

Se reforzó el poder de las “malditas policías” de la represión, el narcotráfico y la. De hecho, de los 4.278 casos de gatillo fácil registrados desde el ’83 a esta parte, 2.710 fueron durante gobiernos “nacionales y populares”. Scioli, por supuesto, es la vanguardia del gatillo fácil.

Se enfrentó circunstancialmente a la Iglesia pero se mantuvo la clandestinidad del aborto, el financiamiento a la educación religiosa y los “sueldos” de los curas retrógrados.

Y así podríamos seguir con la Ley de Medios, que sólo fortaleció a multimedios amigos; o la falsa estatización de YPF, que condujo a la entrega de Vaca Muerta a la Chevron y otras multinacionales.

“Mi límite es Scioli”

Cientos de miles de jóvenes siguieron con simpatía algunas de estas políticas. Algunos lo hicieron activamente, creyendo honestamente que se estaba terminando con la herencia neoliberal. Ahora el menemismo vuelve envuelto en las del proyecto. Se llama a esa misma juventud a seguir los dictados de la jefa que pide lo único “inconcebible”, la “idea fuerza” que no fue: que a los ‘90 no podemos volver.

Víctimas de su propio verticalismo, muchos jóvenes militantes kirchneristas se quejan a escondidas, en los pasillos de las facultades, en los barrios de la resolución de la jefa. De pronto tienen que rearmar toda la biografía de Scioli y volverlo un fiel representante del proyecto, como lo hacen los Larroque, Recalde, 678 y compañía. No es un problema ideológico, es de cargos: “ganar o ganar”, es “contra Macri”.

Otros ensayan explicaciones más complejas. Entre el “chino” Zanini y las listas de diputados hegemonizadas por La Cámpora, lo que (hasta hoy) se conoce como “kirchnerismo duro” va a tener algún grado de incidencia política (un 10% de las bancas en el Congreso, dicen algunos). El Movimiento Evita se juega al (modesto) consuelo de Taiana al Parlasur. Y Nuevo Encuentro hará lo propio con Sabatella como vice de Aníbal “masacre de Avellaneda” Fernández.
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Pero la “teoría del cerco” al revés tiene patas cortas. Argentina es un país presidencialista. A los vice se los conoce no por sus roles destacados... Quizás la excepción se dé si a Zanini le tocara algún “voto no positivo” para desempatar en el Congreso.

Hay generaciones enteras que vivieron su vida consciente sólo bajo gobiernos kirchneristas en el poder, haciéndose de una idea evolutiva de que “pasito a pasito vamos profundizando”. Por primera vez de manera clara, millones de jóvenes se encuentran frente a una encrucijada, donde lo que “se hizo” ya no sirve como base para sostener “lo que falta”. Scioli es el límite para muchos, porque es el acta de defunción del “nunca menos”.

El pasado kirchnerista no alcanza ya para entusiasmar a los que no vivieron como otros el neoliberalismo, sobre los que no pesan grandes derrotas. Esa es la base por la cual muchísimos jóvenes hoy no se tragan mansamente a Scioli, como ordena Cristina. Hoy la “pared” que quiso instalar el kirchnerismo, parece derribarse. Y muchos ven con buenos ojos el avance del Frente de Izquierda, y en particular a la lista encabezada por Nicolás del Caño y Myriam Bregman, del PTS.

Es que nuestras listas expresan a una izquierda que, aún cuando criticó sin tregua al gobierno nacional, enfrentando incluso su represión y espionaje, nunca cedió a los poderes señalados como enemigos por el propio kirchnerismo. Una izquierda que no marchó con “mano dura” Blumberg (a quien el gobierno le votó el paquete de leyes multiplicando las penas por delitos comunes). Que no se alió a la Sociedad Rural. Que no apoyó las “huelgas” policiales. Una izquierda que fue el ala consecuente de la lucha contra los genocidas, participando de los juicios y logrando la primera condena por el delito de genocidio de la historia nacional (en la que Myriam Bregman fue querellante contra Miguel Osvaldo Etchecolatz), pero también llevando al banquillo a Milani.

Nuestras listas expresan embrionariamente a la alianza social que puede enfrentar el consenso derechista de los Macri, Massa y Scioli, y lograr una salida favorable a los trabajadores y sectores populares. Representan a lo más avanzado de los trabajadores que enfrentan a las grandes multinacionales como LEAR, Kraft o Donnelley, los que verdaderamente desafían a la burocracia sindical. Están integradas por los diputados que cobran el mismo sueldo que una maestra y bancan esas luchas en las calles, soportando el hostigamiento de las fuerzas de seguridad. Expresan al movimiento estudiantil que lucha en defensa de la educación pública. Al movimiento de mujeres que dijo #NiUnaMenos. Expresan algo que las Madres de Plaza de Mayo que no abandonaron la lucha, como Elia Espen, Nora Cortiñas y Mirta Baravalle, ven en candidaturas como la de la nieta restituida Victoria Moyano, y no en otras. Expresan a los condenados por luchar, como Ramón Cortés, de Las Heras.

Lejos del “cero coma”, el Frente de Izquierda viene dando muestras de un importante avance en todo el país, ganándole al propio Frente para la Victoria con el 17% en Mendoza con nuestro joven candidato Nicolás del Caño. Conquistando bancas en el Congreso y las legislaturas provinciales. Nuestras ideas se expanden por todo el país.

La encrucijada en que se encuentra la juventud se definirá en gran medida en estas elecciones. O se dejan amordazar por el verticalismo y la miseria de lo posible que hoy es votar a lo más derechista del peronismo; o fortalecemos una izquierda real que está a la cabeza de las luchas de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Que busca renovar y fortalecer la lucha por nuestro futuro, sin “techo” alguno.