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Red Internacional
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GÉNERO Y SEXUALIDADES. A tres años del asesinato de Samuel y los indicios de homofobia que molestan a los medios

Las reacciones al asesinato de Samuel Luiz Muñiz de hace tres años, el 3 de julio del 2021, permitieron constatar la denuncia del movimiento por los derechos LGBTI: a pesar de la igualdad legal, todavía queda mucho trabajo por concienciar a la sociedad sobre la violencia que sufre el colectivo y para que se sepa identificar, algo que repercute en el tratamiento informativo de los medios.

El Vicent @_elvicent

Jueves 4 de julio de 2024

En muchos medios de comunicación, pocas semanas después del suceso, se pudo ver de forma clara cómo cualquier indicio que apuntara a homofobia era automáticamente rebatido por opinadores, informadores, “expertos” y tertulianos. Sin ánimo de ser exhaustivo en el análisis, pondré algunos ejemplos al respecto.

El artículo “El mal se va de copas” del periodista Manu Marlasca del 12 de julio de 2021, publicado en la web de La Sexta, se engloba dentro de este relato y dice sobre los agresores que son “personas completamente normales capaces de matar a golpes a un chico después de una discusión trivial”, indica. Este periodista desprecia el móvil homofóbico: “La opinión pública y la publicada se ha enredado estos días en discusiones sobre perros galgos y podencos, es decir, sobre el carácter homofóbico o no homofóbico del crimen. A esto han contribuido un par de testigos con la búsqueda de sus cinco minutos de fama y los políticos de gatillo tuitero rápido. (…) Quizás esto sea todavía más terrible, que los asesinos ni siquiera tuvieran un motivo para odiar hasta matar”.

Otros medios, como por ejemplo el 20 Minutos, hicieron abordajes bastante cuestionables con titulares como “Los presuntos implicados en la paliza de Samuel declaran que desconocían su orientación sexual”, del 16 de agosto de 2021.

Del mismo modo, se dio voz sin contraste a políticos claramente LGBTIfóbicos como Santiago Abascal, de Vox, quien intentaba invisibilizar la homofobia de los hechos con declaraciones como: “los asesinos de Samuel Luiz son una okupa, un militante de extrema izquierda y un inmigrante”, reproducidas por Europa Press y muchos más medios, el 10 de septiembre de 2021. Lo mismo pasaba con la “popular” presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, poniendo en cuestión la homofobia del caso: “veo mal acusar sin motivos, sin pruebas (…) como ha pasado con el chico de Galicia”, declaró el 8 de julio de 2021 a medios como el Huffington Post.

Las Provincias titulaba el 3 de agosto de 2021: “sin pruebas de una agresión homófoba en el asesinato de Samuel Luiz”, nota en la que sólo existe como fuente la policía, sin incluir ni una sola fuente del movimiento LGTBI o consulta en al Observatori valencià contra la LGBTI-fòbia, aunque, paradójicamente, el mismo artículo indica que la agresión comenzó con la frase “o dejas de grabar o te mato, maricón”. Pero el artículo más impactante es el que el 15 de julio de 2021 publicó el Heraldo de Aragón: “El asesinato de Samuel y las etiquetas”, que intenta explicar porqué la mayoría de la sociedad había pensado que había homofobia desde de una perspectiva en la que consideraban que no existían pruebas. Un artículo informativo que no cuenta tampoco ni con la opinión del movimiento ni de los observatorios contra la LGBTIfobia.

También hay ejemplos de buenas prácticas: El País dio voz a opinadores que visibilizaban que el caso de Samuel era homofobia como era "Por Maricón", de la periodista Luz Sánchez-Mellado, o “No sólo es irracionalidad, es homofobia”, de la socióloga Cristina Monge, ambos artículos del 8 de julio de 2021. Programas especializados como Wisteria Lane de Radio Nacional de España, que el 12 de julio de 2021 emitió el programa titulado: “¿Por qué es homófobo el asesinato de Samuel Luiz?” en el que reflexionaron sobre este asesinato y el agravante de homofobia con Ana García Fernández, presidenta de la organización LGBTI de ALAS Coruña. O como en Shangay, que el 17 de agosto de 2021 abordaba el tema con un testimonio de los hechos, Lidia, que señalaba que “decían constantemente que le habían pegado por ser maricón” y que tildaban al chico asesinado de “puto maricón” .


Las malas prácticas

Ha habido mucha confusión informativa sobre qué puede considerarse LGBTI-fobia y qué no: no debe ser el motivo principal ni inicial para estar presente. Puede ser un motivo más y puede sobrevenir. No es necesario que el agresor conozca a la persona o sepa con certeza que el agredido es LGBTI. Puede ser, sin más, una presuposición del agresor basada en estereotipos que llevan a agredir por LGBTIfobia a alguien que puede no ser persona LGBTI.

Uno de los elementos claves preocupantes es cómo se invisibilizó como fuente al movimiento LGBTI o a los observatorios especializados en la lucha contra la LGBTI-fobia. Se habla de las personas LGBTI, sin las personas LGBTI, cuando “los medios tienen la responsabilidad de contrastar las informaciones antes de publicarlas, aunque éstas provengan de fuentes oficiales”, dice el punto 4 del artículo “Los medios pueden ser cómplices de la discriminación o combatirla” de Maria Manyosa y publicado en Mèdia.cat. Un decálogo en el que se recomienda no dejar la construcción del relato informativo sólo a los jueces o policías, porque todavía arrastran inercias LGBTI-fóbicas, pero también porque pueden existir visiones opuestas, alternativas o complementarias.

A esto se le añade una reproducción sin contraste de discursos de odio contra el colectivo provenientes de la extrema derecha, así como de discursos que se muestran hostiles a tener en cuenta la variable de homofobia en caso de agresión o violencia. En este último caso, esto ocurre normalmente por homonacionalismo, que es aquella idea que somos el país más tolerante y abierto del mundo en este ámbito y, por tanto, de producirse violencia LGBTI-fóbica o es culpa de personas migradas o de personas antisociales, sin asumir la vertiente estructural de la opresión social que sufre el colectivo. Todo ello preocupante.

NOTA: Artículo publicado originalmente en la revista Lambda.