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Red Internacional
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OPINIÓN. A un año del Referéndum sobre la monarquía en la UAM

Hoy más que nunca hace falta una alternativa política que se plante frente a este régimen y su monarquía, que sea independiente de los partidos de un posible gobierno de coalición que no será más que neoliberalismo con cara “progre”.

Lucía Nistal

Lucía Nistal @Lucia_Nistal

Viernes 29 de noviembre de 2019

Este viernes 29 hará un año que organizamos el referéndum sobre la monarquía en la Universidad Autónoma de Madrid. El primero de decenas de referendos en universidades de todo el Estado, organizados a pulso por estudiantes e investigadores -sumadas a las consultas barriales‒, en los que decenas de miles votamos por el derecho a decidir, a favor de abolir la monarquía y de abrir procesos constituyentes para decidir qué tipo de república queremos. Pero, sobre todo, en los que demostramos que hay una juventud dispuesta a cuestionar este régimen monárquico al que solo debe precariedad y represión. Un año después tenemos más razones que nunca para seguir cuestionándolo.

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Dos reyes, el emérito y el “efectivo”, siguen perpetuando esta institución puesta a dedo por Franco por la que nunca nos preguntaron, los escándalos de corrupción de la familia real siguen guardados en un cajón cerrado con la llave de la inmunidad, las reuniones del monarca con regímenes autoritarios y genocidas como el de Arabia Saudí se suceden, el presupuesto millonario al servicio de la Corona se renueva y un Felipe VI al que nadie ha elegido sigue siendo el árbitro de esta democracia para ricos.

La respuesta frente al movimiento democrático catalán, con la sentencia del Procés y la represión, ha sido una demostración palmaria del carácter profundamente antidemocrático y reaccionario del régimen monárquico. El pueblo catalán y sus aspiraciones al derecho a la autodeterminación han sido duramente reprimidos en nombre de esa misma Constitución que protege a la corona, poniendo en juego todos los mecanismos necesarios para impedir que seamos la mayoría la que decidamos sobre nuestro futuro: el aparato judicial, las fuerzas represivas españolas (y catalanas) y el “consenso institucional” detrás del 155. Por eso nos hemos sentido más hermanadas que nunca con esa juventud que salía a enfrentarse a la represión y a pedir la libertad de los presos políticos. Mientras otros que decían que eran la “alternativa” planteaban que las sentencias hay que acatarlas, saludaban la coordinación de las fuerzas represivas y criminalizaban a la juventud, nosotras organizábamos actos en el corazón de Madrid en solidaridad con el pueblo catalán, por la libertad de los presos y presas políticas, por el derecho a decidir.

Hemos visto a la extrema derecha alimentarse del 155, de los CIEs, de las vallas en Melilla y de las políticas neoliberales para hacerse más grande y llegar hasta los 52 escaños en las últimas elecciones. Hemos escuchado, también, cómo nos decían que la única alternativa a esta extrema derecha pasaba por aceptar los marcos de este régimen monárquico y conformarnos con el “mal menor”.

Y ahora nos quieren convencer de que la salida es apoyar la formación de un “gobierno progresista” de coalición entre Unidas Podemos y el PSOE, ese mismo que firmó el 155, abre CIEs, eleva las vallas en Melilla, que quiere prohibir los referendos, que ha sido campeón en la aplicación de medidas neoliberales, reformas laborales y recortes de derechos, que igual que el PP tiene decenas de dirigentes condenados por corrupción, que siempre ha sido un defensor acérrimo de la corona. Y a quién le quede alguna duda de para quién van a gobernar, que mire el currículum de quien proponen que sea su vicepresidenta primera, Nadia Calviño, la que fuera candidata a presidir el Fondo Monetario Internacional. Podemos hablar también de la llamada “ley mordaza digital" impulsada por el PSOE con el apoyo de PP y C’s y la escandalosa abstención de Unidas Podemos, un decreto ley que busca atacar el movimiento democrático catalán pero también la movilización social de conjunto y seguir recortando libertades democráticas básicas. A la derecha y la extrema derecha no se la puede vencer con más políticas de derecha.

Pero también estamos empezando a ver otra alternativa que se niega a conformarse con que sean otros los que decidan, que sale a las calles, valiente, sin nada que perder: en Ecuador, en Puerto Rico, en Bolivia, en Irán… y en Chile, que vivió una transición pactada similar a la española que aseguró el continuismo con la dictadura de Pinochet, que hoy sobrevive en las instituciones de su “democracia blindada”.

El caso de Chile es un gran ejemplo. La subida del precio del transporte fue el detonador de enormes movilizaciones populares y desde hace semanas la juventud sale a las calles diciendo que no es por los 30 pesos, es por los 30 años de régimen que toman las calles, que ponen el cuerpo y se juegan la vida frente al ejército y las fuerzas policiales de Piñera. Y ahora también la clase trabajadora comienza a aparecer en escena con sus métodos de lucha, uniéndose a la juventud. Allí están las fuerzas para imponer una Asamblea Constituyente verdaderamente libre y soberana -no la constituyente amañada que el régimen está cocinando por arriba. Una asamblea sin poder de veto de los poderosos, la derecha y las Fuerzas Armadas, para poner fin a toda la herencia de la Dictadura, a los salarios de miseria, a las viviendas indignas, a la educación precaria y mercantilizada que impuso el modelo neoliberal chileno.

En el Estado español llevamos soportando más de 40 años de democracia borbónica surgida de las entrañas del franquismo. No permitamos una segunda transición pactada por arriba que trate de cerrar la crisis monárquica, territorial y de representación para darnos 40 años más de lo mismo. Por eso, más que nunca, a las puertas de una nueva recesión económica que promete nuevos ataques a las mayorías populares, hace falta una alternativa política que se plante frente a este régimen y su monarquía, que sea independiente de los partidos de un posible gobierno de coalición que no será más que neoliberalismo con cara “progre”.

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Desde Referéndum UAM apostamos por esta alternativa y seguimos peleando por procesos constituyentes libres y soberanos para decidir sobre la monarquía, por la autodeterminación de los pueblos, por la libertad de todas y todos los presos políticos, por dejar de pagar la deuda-negocio de los bancos, por acabar con la casta político-judicial y la justicia patriarcal, por terminar con la lacra de la violencia machista, por cerrar los CIEs, echar abajo las vallas y abrir los puertos, por poner el planeta por delante de los beneficios de grandes empresas, porque la crisis la paguen los capitalistas y no la clase trabajadora, las mujeres y la juventud.

Porque un año después de aquel histórico referéndum, seguimos diciendo que queremos decidirlo TODO.

* Artículo publicado originalmente en Cuarto Poder.


Lucía Nistal

Madrileña, nacida en 1989. Teórica literaria y comparatista, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid. Milita en Pan y Rosas y en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT).

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