Desde Carlos Menem a Cristina Fernández todos los gobiernos encubrieron a los responsables del atentado a la sede de la mutual judía. Macri, el amigo del Fino Palacios, no será la excepción.
Daniel Satur @saturnetroc
Martes 19 de julio de 2016
Ayer, a las 9:53 de la mañana, se cumplieron 22 años del brutal atentado a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que el 18 de julio de 1994 dejó un saldo de 85 personas muertas y decenas de heridas.
El recuerdo de aquel hecho luctuoso y el homenaje a las víctimas, como desde hace años, genera infinidad de declaraciones, imágenes e interpretaciones políticas.
Este año la fecha estuvo teñida por ser el primer aniversario con Mauricio Macri y su funcionariado habitando la Casa Rosada. Pero también por la vuelta al ruedo del excapo de la SIDE Antonio “Jaime” Stiuso, por haberse cumplido un año y medio de la muerte violenta y aún enigmática de Alberto Nisman y por estar desarrollándose desde hace tiempo en Comodoro Py las audiencias del juicio oral y público por el encubrimiento y entorpecimiento de la pesquisa en torno al atentado.
El combo de hechos y circunstancias hace que, como otros casos emblemáticos en Argentina, la causa AMIA sea un verdadero “monumento a la impunidad” del que ningún gobierno precedente sale indemne.
Actos y actores
Como cada año, ayer las conducciones de DAIA y AMIA montaron un escenario frente a la sede de Pasteur 633. Por su parte la agrupación Memoria Activa hizo lo propio en la Plaza Lavalle, frente a los Tribunales de la Nación. Y la Agrupación Por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (Apemia), realizó un encuentro en la Asociación de Abogados de Buenos Aires donde invitó a debatir sobre “Terrorismo de Estado y archivos secretos”.
Al primero de los actos concurrió la plana mayor del gobierno nacional. Allí estuvieron Mauricio Macri, Gabriela Michetti, Marcos Peña, Fernando de Andreis, Patricia Bullrich, Carolina Stanley, Sergio Bergman, Pablo Avellutto, Claudio Avruj y Horacio Rodríguez Larreta.
Al llegar, Macri y sus funcionarios fueron aplaudidos. Depositaron una ofrenda floral y firmaron el libro de visitas de la mutual. Poco después Ralph Thomas Saiegh, presidente de la AMIA, valoraría esa presencia como un acompañamiento importante y “fundamental después de 22 años sin justicia”. Y pidió amistosamente “al titular de la Unidad Especial de Investigación AMIA, Mario Cimadevilla, y al ministro de Justicia, Germán Garavano, que la causa sea una prioridad de Estado”.
En el acto se prendió una vela por Alberto Nisman, el fallecido fiscal que condujo la UFI AMIA durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Saiegh dijo que es “realmente una vergüenza” que la Justicia no haya podido dar “una sola respuesta respecto de lo que sucedió” con Nisman. “La falta de esclarecimiento de la muerte de Nisman” pone “en jaque la salud de la República”, sentenció.
Poco después desde el mismo palco Sofia Guterman, familiar de una de las víctimas, diría que los familiares no piensan “aplaudir a ningún poderoso. Es hora de que prometan menos y resuelvan más”.
En la Plaza Lavalle, Memoria Activa repudió que días antes el gobierno de Macri recibiera a un partido neonazi en la Casa Rosada. Diana Malamud cuestionó incluso el silencio de la dirigencia de DAIA y AMIA por ese encuentro de las huestes de Alejandro Biondini con Pedro Robledo y otros funcionarios de Cambiemos.
Desde ese acto también se cuestionó a la secretaría especial por la AMIA que creó el gobierno nacional, encabezada por el radical Mario Cimadevilla. “Nos preocupa el lado para el que ellos se encarrilan”, dijo Adriana Reisfeld en referencia a la iniciativa oficial de aplicar el “juicio en ausencia” para juzgar a los exfuncionarios iraníes imputados en la causa por Nisman y su “coequiper” Stiuso. Ese juicio “no tiene sentido”, dijo Reisfeld, ya que “sería más para cerrar la causa que para dar justicia”.
De ese acto participaron, entre otros, referentes de la cultura y de los derechos humanos identificados con el kirchnerismo, como Mempo Giardinelli y la Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora Tati Almeyda.
Memoria Activa también denunció que el juicio por encubrimiento y entorpecimiento de la pesquisa en torno al atentado a la AMIA “no aparece ni figura en ningún diario” pese a que hay audiencias todas las semanas. Vale recordar que allí están siendo juzgados desde el exjuez Juan José Galeano hasta el expresidente Carlos Menem, pasando por el extitular de la DAIA Rubén Beraja y el excomisario Jorge "Fino" Palacios.
Sobre ese juicio, pero centralmente sobre estas dos décadas de impunidad, una de las voces más claras y contundentes (como todos los años) fue la de Laura Ginsberg, referente de Apemia. Como se desarrolla en otra nota de esta edición, para Ginsberg “la investigación del atentado no puede quedar en manos del Estado”.
El Fino y Jaime
Macri y sus funcionarios fueron muy bien recibidos ayer en la AMIA. Sin embargo el presidente y los suyos lejos están de ser ajenos a la tenebrosa trama de encubrimientos alrededor del atentado.
Dos hombres con amplia “trayectoria” en los sótanos del Estado reaparecen cada vez que se habla de la AMIA. Dos hombres que, de una u otra manera, están relacionados con Macri.
Jorge “el Fino” Palacios y Antonio “Jaime” Stiuso tienen muchas cosas en común. El excomisario de la Policía Federal y el exjefe de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia (la vieja SIDE) comparten, entre otros “honores”, haber participado desde el principio en la red de vínculos y maniobras tendientes a llevar la investigación del atentado a un callejón de impunidad.
Ayer muchos aplaudieron a Macri. Pero el actual presidente bancó (hasta que pudo) al comisario Palacios, nombrándolo primer jefe de la Policía Metropolitana, pese a que hacía años pesaba sobre sus espaldas la acusación de encubrimiento del atentado a la mutual judía.
En 2008 el entonces jefe de Gobierno porteño le confesó a la Agencia Judía de Noticias que “la DEA, la CIA, la SIDE y el Mossad” le recomendaron a Palacios como uno de los mejores “elementos” de la Policía. Y con esa “recomendación” Macri nombraría poco después al “Fino” al frente de la Metropolitana. Quien había consultado de parte de Macri a los servicios de inteligencia locales, de Estados Unidos y de Israel fue nada menos que el actual secretario de Seguridad de la Nación, Eugenio Bursaco.
Si bien Palacios duraría unos pocos meses como jefe policial, el “aguante” macrista había quedado más que en evidencia.
Quizás muchos no puedan acusar a Macri de “bancar” a Stiuso por considerar que el espía ya no ocupaba ningún cargo formal en el organismo de inteligencia estatal al momento de desembarcar Cambiemos en la Casa Rosada.
Sin embargo “Jaime” sí valora mucho la llegada de Macri al gobierno. Tanto que desde que volvió al país en febrero pasado camina por las calles porteñas sin preocuparse por ser fotografiado ni entrevistado. Hace algunos días sus declaraciones al diario La Nación lo devolvieron al centro de la escena.
A Stiuso le preguntaron en esa entrevista qué opina de la causa AMIA. “Que las cosas no se hicieron bien”, respondió con cinismo. Y agregó que “en todos los países del mundo en que hubo ataques terroristas la situación se manejó de otra manera, acá nunca se pudo esclarecer nada porque los gobiernos siempre trataron de tapar las cosas, de sobornar jueces, presionar funcionarios”.
Como si en 2004 no hubiera sido él el creador, junto a Alberto Nisman, por orden de Néstor Kirchner y bajo la tutela de la CIA y el Mossad, de la inverosímil “pista iraní” sobre el atentado a la AMIA, ahora Stiuso se dedica a imaginar un futuro en el que sus viejos superiores paguen por haberlo echado a fines de 2014.
Ayer pasó otro aniversario del brutal atentado a la AMIA. Otro año de encubrimiento oficial e impunidad. Otro año en el que el Estado demostró ser el mayor responsable de evitar, por todos los medios, que se llegue a la verdad y la justicia. Una responsabilidad que ni los aplausos ni las velas pueden ocultar.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).