El sindicalismo apuesta a la unificación del peronismo para ganar las elecciones, mientras vallas y autos de lujo expresan su separación de las bases. Críticas a la conducción de la CGT.
Jueves 13 de diciembre de 2018 15:25
Foto: Facebook
En el acto impulsado por la CGT San Lorenzo en el club Villa Cassini de Capitán Bermúdez participaron dirigentes del Frente Sindical de Moyano, de la Corriente Federal de Trabajadores y otros cuyos gremios están nucleados en la CGT San Lorenzo. Estuvieron presentes Sonia Alesso (Amsafe y Ctera), Claudio Leoni (Municipales de Santa Fe), Leonardo Fabre (trabajadores de Anses), Mauricio Brizuela (Petroquímicos San Lorenzo) y referentes de gremios como el de Peajes y metalmecánicos (Smata). Se destacó la presencia del dirigente camionero Pablo Moyano, elogiado por el anfitrión Jesús Monzón (secretario general de la CGT del cordón industrial). También fueron de la partida el actual ministro de Trabajo provincial, Julio Genesini, y el intendente bermudense, Carlos Cinalli.
Durante el acto se leyó un documento crítico del gobierno de Mauricio Macri, enumerando los ataques recibidos en distintas empresas del cordón: Petroquímica Capitán Bermúdez, ArZinc, American Colors, Dow Du Pont, Bravo Energy, Fabricaciones Militares, Guerrero Motos, entre otras. El texto finalizaba planteando que "la pelea es esencialmente gremial pero que no puede descontextualizarse de la lucha política por vencer en la contienda electoral del 2019, consagrando un país para los trabajadores, desde los trabajadores y con los trabajadores como protagonistas".
En las intervenciones desde la mesa no faltaron referencias críticas a la actual conducción de la CGT. "Acá nadie vino a candidatearse, estamos exigiendo un congreso para el cambio de autoridades", afirmó Moyano, que también aseguró que él había sido uno de los pocos dirigentes de la central obrera en rechazar la reforma laboral del gobierno. Por su parte, Jesús Monzón sentenció que "hay una CGT nacional que tiene fecha de vencimiento", para luego agregar que "se van a ir por vergüenza".
Sin embargo lo más destacado de la jornada fue la intención del sindicalismo de armar listas de unidad con todos los sectores del peronismo para ganar las elecciones. El propio Monzón afirmó: "Nosotros necesitamos una CGT de pie, una CGT que sea vertical de abajo hacia arriba, como venimos trabajando los trabajadores del cordón industrial, con el movimiento obrero santafesino, con los jubilados, con los desocupados, y encontrar en el país una salida el año que viene con un nuevo presidente, que sea el que le cambie el rumbo a este país". Más adelanté agregó: "No abandonemos, y el año que viene seguramente volvamos a ser gobierno".
A su turno Pablo Moyano hizo un llamado a la unidad, y afirmó: "Desde el peronismo vamos a ir a una gran PASO nacional para que nosotros podamos elegir al candidato o la candidata que nos lleve nuevamente al triunfo, y sacar a millones de argentinos de las tantas necesidades que tienen". Moyano finalizó planteando que "el año que viene tenemos dos objetivos: recuperar la CGT para los trabajadores, una CGT que esté presente en la calle, presente en los conflictos, y recuperar el peronismo para llevarlo al poder".
La realidad es que la oposición de estos sectores al gobierno de Macri no pasa de las palabras. Son los mismos que ante la votación en el Congreso del Presupuesto dictado por el FMI, se rehusaron a movilizarse para frenarla y en lugar de eso convocaron a una peregrinación a Luján que no molestó a nadie. Son los que vienen dejando pasar, e incluso garantizando los ataques de las patronales, pactando suspensiones y despidos como en la General Motors o en Fabricaciones Militares varios meses atrás. Apuestan a la rosca electoral pero no pelean para frenar el ajuste y el saqueo que ya empezó.
Los trabajadores no comen vidrio: la valla que separaba a los dirigentes de las bases, los lujosos autos caros en los que llegaron y se fueron, son un botón de muestra de que esos figurones nada tienen que ver con los laburantes que soportan jornadas de hasta doce horas en las fábricas, que son suspendidos arbitrariamente por la patronal con descuentos salariales, o que son despedidos a través de los despidos encubiertos de los mal llamados retiros voluntarios. Muchos de los allí presentes se quedaron mascullando bronca por ser convidados de piedra en un acto que sirvió como trampolín para las negociaciones y la rosca electoral de los dirigentes, pero no para enfrentar verdaderamente el ajuste.