Jorge Capitanich, en su conferencia de prensa matutina cargó contra el Juez Federal Claudio Bonadio acusándolo de “golpismo activo”. El juez ordenó el allanamiento de las oficinas porteñas de Hotesur, empresa que administra el hotel Alto Calafate, propiedad de Cristina Fernández de Kirchner, con la supuesta finalidad de investigar el lavado de dinero de la corrupción.
Facundo Aguirre @facuaguirre1917
Miércoles 26 de noviembre de 2014 11:29
Foto: http://www.hotelaltocalafate.com.ar
El Jefe de Gabinete, señaló que Bonadio tiene: “Una actitud claramente intencionada con una finalidad política determinada urdida desde la corporación judicial, mediática, económica y de grupos de la oposición”. Por su lado, el Viceministro de Justicia Julián Alvarez, disparó munición gruesa contra el juez acusándolo de “ser un juez de la servilleta” (de Carlos Corach) y un “pistolero”.
Alvarez, se refirió a Bonadio en los siguientes términos: "Es un caso paradigmático. Es el juez de la servilleta, un juez que es un pistolero. Cuando asumí fui a presentarme ante todos los jueces y al entrar al despacho de Bonadio me sorprendí. Tenía un cartel en su escritorio que decía -todo pasa, todo llega, todo vuelve-. Ese concepto, esa metáfora que tiene Bonadío no es la que tiene que tener un juez federal, es la metáfora de un pistolero".
Por su lado, la Presidenta de la Cámara de Diputados Diana Conti, critico duramente al magistrado: “No me llama la atención la actitud de Bonadio, de actuar queriendo dar una advertencia o hacer un jueguito político, como este allanamiento que hizo Bonadío de la mano de cámaras mediáticas y sabiendo perfectamente que no correspondía y lo que iba a implicar”. Conti, enmarcó la actuación de Bonadio como una respuesta de la corporación judicial producto del “malestar que tienen los jueces federales por el nuevo Código”.
El titular de la ANSES Diego Bossi, pidió: “Indagar un poco en la relación del juez con Sergio Massa, es un tema para que se investigue con más profundidad”. El diputado del Frente para la Victoria, Juan Cabandié, sostuvo que Bonadio: “Es uno de los jueces de la servilleta de (Carlos) Corach (ex ministro de Interior del presidente Carlos Menem), ya que fue su subsecretario de Legal y Técnica”.
A Bonadio salieron a defenderlo desde la Asociación de Magistrados y los dirigentes de la oposición. Mario Negri el presidente del bloque de diputados de la UCR, acusó al kirchnerismo de: "Amenazar, insultar y agraviar con tal de apartar a cualquier costo a quien lleve adelante una investigación que afecte al poder". Y replicó: “Llama la atención que recuerden los orígenes políticos del desempeño del juez Bonadío justo cuando sus investigaciones alcanzan al Gobierno".
Margarita Stolbizer, quien se retractó de la denuncia que impulso los allanamientos sostuvo en su defensa que: "Era necesario que el juez hiciera el allanamiento, porque deja explícito las irregularidades severas". Mientras que el presidente de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional,Luis María Cabral, desestimó los dichos oficiales: "El Gobierno busca amedrentar al conjunto de los jueces" para que "actúen con temeridad". Cabral reivindicó que "lo que se espera de los jueces es templanza, prudencia, pero no cobardía".
Hay que ver si la sangre llega al río, pero las acusaciones cruzadas entre la camarilla kirchnerista con al menos un ala importante de la casta judicial, habla del inicio de un enfrentamiento que puede tornarse violento e imprevisible entre dos castas, llenas de privilegios, que viven a expensas del régimen político. Hasta ahora el caso Bodou era el más emblemático ejemplo de la corrupción K.
El problema de la investigación de Bonadio, es que apunta directamente contra la Presidenta y su hijo Maximo Kirchner creando un manto de sospecha: que los dirigentes políticos del kirchnerismo tienen los mismos vicios del latrocinio que sus predecesores dentro del “movimiento nacional” del menemismo.
El kirchnerismo agita el espantajo del golpismo judicial y mediático como en Honduras en 2009 y Paraguay en 2012, a la par que recurre a los jueces amigos como el inefable Oyarbide, para cerrar causas en su contra.
La ventilación del CV de Bonadio como un juez de la servilleta de Carlos Corach (que actualmente asesora a Daniel Scioli) y sus vinculaciones políticas con Sergio Massa, desnudan que la supuesta independencia de la corporación judicial es una farsa y que los tribunales se nutren de hombres y mujeres que en algunos casos arrastran antecedentes desde los tiempos de la dictadura genocida. En ambos casos queda al descubierto que el kirchnerismo fue un salvataje de la casta política y judicial (que los uso a su vez para reciclarse) y de ninguna manera una suerte de renovación del régimen político argentino.
Ponerle fin a un régimen oligárquico en la justicia es una asignatura pendiente que la democracia burguesa argentina ha sido incapaz de solucionar. La democracia más elemental del sufragio universal para el gobierno de la justicia, es negada a la opinión de millones de ciudadanos que no pueden elegir a los funcionarios judiciales por su voto directo. Los magistrados, se mueven bajo el paraguas del poder de turno sin que nadie pueda juzgar su conducta. Así muchos sobrevivieron a la dictadura, el alfonsinismo, el menemismo y todos los gobiernos de la restauración democrática siendo cómplices de la entrega, el latrocinio y la impunidad para los genocidas y los políticos corruptos. Ni que hablar de su complicidad con la clase capitalista.
Mientras tanto, en el manejo de los asuntos públicos, la corruptela es moneda corriente como forma de relación entre los políticos y los empresarios. Por eso la casta política se niega sistemáticamente al planteo del diputado del FIT Nicolás Del Caño, de que los funcionarios y legisladores ganen como una maestra y sean revocables a pedido de sus electores, dos medidas democráticas elementales para el control de los dirigentes políticos.
No se trata de manzanas podridas en un sistema virtuoso, sino de una matriz del régimen político de la democracia para ricos.
Facundo Aguirre
Militante del PTS, colaborador de La Izquierda Diario. Co-autor junto a Ruth Werner de Insurgencia obrera en Argentina 1969/1976 sobre el proceso de lucha de clases y política de la clase obrera en el período setentista. Autor de numerosos artículos y polémicas sobre la revolución cubana, el guevarismo, el peronismo y otros tantos temas políticos e históricos.