El excura cordobés publicó el libro “El Secreto Pontificio”, un recorrido por historias de sobrevivientes, por la estructura encubridora montada por la jerarquía católica y el rol de los papas en la pederastia. “Para la Iglesia el abuso de un niño no es grave, es tan solo un pecado a redimir con oración”, concluye en esta entrevista donde habla de la relación de la institución con “el cuerpo”, con las mujeres y la lucha de las y los sobrevivientes.
Daniel Satur @saturnetroc
Valeria Jasper @ValeriaMachluk
Viernes 5 de noviembre de 2021 20:16
Imagen y edición de video Manu Badenes
Adrián Vitali nació en Córdoba en 1967. A los 19 años decidió ingresar al seminario mayor de la capital de la provincia mediterránea. Estuvo allí siete años hasta convertirse en sacerdote. Tres años después de consagrarse, siendo cura en Villa Libertador decidió abandonar el sacerdocio tras sufrir amenazas de la jerarquía eclesiástica.
Poco antes se había enamorado de una mujer, quien producto de esa relación quedó embarazada. Al confesarle la situación al entonces cardenal Raúl Primatesta (alto cómplice de la dictadura genocida), Vitali recibió como respuesta: “te vamos a trasladar fuera del país y le vamos a pasar la cuota alimentaria al chico, vos vas a seguir siendo cura pero a ellos no los podés ver nunca más”.
Hace mucho tiempo ya que Vitali no es cura. Hoy tiene 54 años y vive con su compañera (la misma de entonces) y con sus dos hijos. Tras nueve años de investigación, entrecruzando la teología y la filosofía estudiadas en el seminario con la información que día a día fue recabando sobre diversos crímenes cometidos por curas y obispos, finalmente publicó El Secreto Pontificio. La ley del silencio .
Allí hace foco en la pandemia pederasta de la Iglesia, a través del testimonio directo de sobrevivientes, de su análisis de las normas y disposiciones internas del Vaticano para encubrir miles de casos y de un racconto de las actitudes de los últimos cinco papas, desde Pablo VI a Francisco. También ensaya una explicación histórico-política de por qué en la Iglesia los abusos son moneda corriente y nadie paga por ellos.
En el libro dice que “las religiones crean a su Dios de acuerdo con el pensamiento que tienen del cuerpo”. Para la Iglesia católica, afirma, “el cuerpo es malo y el alma es buena. Hay que salvar el alma. Los daños del cuerpo se resuelven en la confesión y con el perdón al que cometió el daño, donde hay que poner la otra mejilla para lograr la salvación siendo un buen cristiano”.
Por eso asegura que en la Iglesia “se abusa de los cuerpos inocentes de los niños y se justifica por todos los medios, no revelar el secreto, para que algún día prescriba en la conciencia de la víctima y así obtener la absolución a través de un supuesto olvido somatizado en el dolor de los cuerpos y en la angustia inexplicable del psiquismo”.
Por estos días Vitali presentó su libro en la Ciudad de Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata y otras ciudades del país. En cada caso, lo hizo junto a sobrevivientes de abusos eclesiásticos y activistas por la separación de la Iglesia del Estado y por la apostasía colectiva.
El jueves 28, en el centro Awkache de La Plata compartió mesa con Julieta Añazco (quien brinda su testimonio en el libro), el abogado de víctimas Juan Pablo Gallego (que escribió el prólogo), las periodistas Miriam Lewin y Paula Bistagnino y la abogada Pía Garralda (patrocinante junto a Gallego de Rocío, denunciante del cura Raúl Sidders). Minutos antes de esa presentación habló con La Izquierda Diario.
¿Qué es y por qué existe el “Secreto Pontificio”?
Se podría entender lo de “secretos de Estado”, pero ¿por qué la Iglesia católica en tanto religión tiene que tener secretos, por qué es tan importante para ella el secretismo, expresado claramente, según relatás en tu libro, en el archivo que tiene hace 800 años y al que sólo se accede con autorización del papa?
Uno de los ejes de tu libro refiere a la concepción antropológica que tiene la Iglesia sobre el cuerpo. Decís que para ella “el cuerpo es malo y el alma es buena” y que “los daños del cuerpo se resuelven en la confesión y con el perdón al que cometió el daño, donde hay que poner la otra mejilla para lograr la salvación siendo un buen cristiano.” ¿Qué más podés decir de esa concepción antropológica?
¿De ahí que el cuerpo puede ser castigado sin culpa?
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También decís que al abuso, que para la Iglesia no es grave sino que lo considera un pecado y no un delito, se suma que los niños de cierta condición social, familiar y emocional se transforman en el blanco predilecto de los curas abusadores
Ahí hay una complicidad deliberada de todas las instituciones del Estado
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¿A qué le llamás las “cárceles de la iglesia”, de las que hay en todos lados y en Argentina hay casos como en Tortuguitas, Córdoba, Lobos, etc.?
¿Y cuando vuelven a la comunidad qué hacen?
- En el libro hacés una cuenta para calcular la cantidad de curas pedófilos que habría en Argentina. Hablás de más de 600 que siguen ocultos. ¿Cómo llegás a ese número?
Es indudable que todo esto siempre estuvo en conocimiento del Jorge Bergoglio, tanto como cardenal en Buenos Aires como ya siendo papa, incluso encubriendo él directamente a abusadores como Grassi o Ilarraz. ¿Qué pensás y sentís cuando escuchás a periodistas, políticos del gobierno y de la oposición derechista e incluso a intelectuales decir que Francisco es un ejemplo de honestidad y combate a los abusos en la Iglesia?
Otro caso emblemático es el de Sergio Decuyper
El testimonio de Sergio, que es el primero del segundo capítulo, es la síntesis del libro. Él expresa claramente todo lo que yo quise explicar. Porque fue el propio Francisco el que le dijo “no denuncies a tu tío”. Y no se lo dijo hace 50 años, se lo dijo en 2019, después de que terminó el simposio en Roma sobre la pederastia en la Iglesia, donde todos se juntaron a decir que iban a colaborar con la Justicia, que había que denunciar a los curas, que los obispos no pueden ser cómplices. Por eso su testimonio lleva de título “Los consejos del papa me hicieron mal”.
¿Cómo creés que se puede combatir el entramado criminal que involucra a los abusadores, sus encubridores y el poder político-económico-judicial? ¿Qué puede hacer para vos la sociedad para desterrar ese flagelo y que los culpables sean castigados?
Volviendo al tema de la relación entre la Iglesia y el cuerpo, decís que para la Iglesia la mujer tiene sólo dos destinos posibles: el convento o el matrimonio. Y obviamente eso está impulsado por la idea de que la mujer es peligrosa y hay que controlarla y preservarse de ella. ¿Eso en tu experiencia lo pudiste comprobar? ¿Es algo propio de la cosmovisión eclesiástica la misoginia y el machismo?
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¿Creés que la consigna de separación de la Iglesia del Estado es correcta para plantear un punto de apoyo sobre el que se puede empezar a terminar con ese poder de la Iglesia, quitándole los recursos materiales de los que goza para financiar su estructura patriarcal, monárquica y abusadora?
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El Secreto Pontificio. La ley del silencio se puede adquirir en Amazon o contactándose con el autor.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).