Dos destituciones y la denuncia a los artistas que han terminado en prisión preventiva y que se enfrentan a 3 años de condena por “enaltecimiento del terrorismo”. Esta fue la respuesta del Ayuntamiento de Madrid ante lo sucedido el pasado viernes en una representación de títeres.
Lunes 8 de febrero de 2016
Los hechos son de sobra conocidos y lejos de caer en el debate sobre qué es sátira, si era o no un espectáculo para todos los públicos, o sobre las figuras que pueden aparecer en relatos infantiles, este hecho pone sobre la mesa cuestiones de mayor calado.
Por un lado, significa un ataque brutal a la libertad de expresión, que retrotrae a tiempos de la dictadura. Los dos jóvenes artistas siguen detenidos, en prisión preventiva.
Pero al mismo tiempo, evidencia el nulo afán de cambio y de transformación por parte de Ahora Madrid y Podemos, subordinados a la lógica de la censura institucional y la represión desde el Ayuntamiento de Madrid, más allá del malestar que esto pudiera generar en algunos de sus integrantes.
No es la primera vez que los medios de comunicación alentados por la derecha intentan presionar a Ahora Madrid para desestabilizar su gobierno. Tampoco es la primera vez que lo consiguen. A las pocas horas de estar al frente del gobierno de la capital, el responsable de cultura del Ayuntamiento Guillermo Zapata se vio obligado a dimitir ante la campaña mediática contra su persona, por supuestas burlas sobre el holocausto. En aquel momento se produjo la primera “prueba” en la “batalla cultural” que habían anunciado Podemos y Ahora Madrid. El resultado fue una derrota, dejando caer a Zapata y concediendo deleite a la derecha, que se preparó para nuevas embestidas frente a un contrincante fácil, más dócil de lo que se pensaba.
Una nueva oportunidad tuvo lugar el pasado viernes durante una de las representaciones de títeres que tenían lugar en Madrid. Los jóvenes titiriteros montaron una representación en la que criticaban la represión sufrida por “los diferentes”, una serie personajes cómicos que se enfrentan a los cuatro poderes que rigen la sociedad. Una vez aparecida la ya famosa pancartita, y ante la indignación de algunos integrantes del público –lo que demuestra que no era una obra para todos los públicos, al menos no para todos los padres– rápidamente lo acontecido detrás del escenario se transforma en el principal tema político del Estado español.
Una noticia perfecta para los medios neocon, que atacan al Ayuntamiento de Madrid por incluir en sus fiestas este tipo de “actos antisistema”. Como en la misma obra de títeres, no faltó el juez amigo del poder –con un curriculum que comienza antes de 1976- actuando después de la policía para incriminar a los “culpables”, nuestros jóvenes titiriteros, acusándolos nada menos que de “apología del terrorismo”.
Una nueva embestida de la caverna y el Régimen ante la que Ahora Madrid decide -nuevamente- ceder, pero en este caso, más grave, pasando del plano mediático al judicial… y policial.
La cultura que podemos o la cultura que queremos
El carnaval parecía la fecha perfecta para un despliegue de “tolerancia progresista”. Entre conciertos multiculturales, títeres populares, chirigotas, comparsas, murgas, antipregones y demás actos irreverentes, el Ayuntamiento de Madrid ha querido desplegar toda una campaña de “marketing del cambio”. Pero como en todo cuento, el príncipe puede salir rana y entre tanto alarde de libertad, multiculturalidad y empoderamiento, a la bruja se le cayó la máscara.
La detención de los artistas por la policía municipal y la primera denuncia del ayuntamiento (no estaba claro qué era lo que denunciaban), sus declaraciones de repudio al contenido de la obra, sumadas a las afirmaciones públicas en TV de dirigentes de Podemos, como Carolina Bescansa justificando todo lo actuado, han tenido un desenlace terrible, con la prisión preventiva dictada por el juez de la Audiencia Nacional.
La decisión del juez de acusar de enaltecimiento del terrorismo a los detenidos ha obligado a algunos sectores de Podemos y Ahora Madrid, incluida la concejala de Cultura, Celia Mayer, a intentar retroceder en sus declaraciones previas, argumentando que las consecuencias “han ido demasiado lejos”.
Así lo expresaba en un comunicado Mayer: “me he puesto en contacto con los servicios jurídicos de la empresa pública para pedirles que estudien la retirada de la denuncia. Esta denuncia fue puesta exclusivamente con la intención de esclarecer lo sucedido durante el espectáculo y nunca para nada que tuviera que ver específicamente con un supuesto enaltecimiento del terrorismo."
Sin embargo, aunque ahora la decisión tomada por el juez resulta “excesiva” para Mayer, en ningún caso se plantea que la denuncia que interpusieron ya constituía un claro acto de censura contra la libertad de expresión y dejaba el campo abierto a la acción policial, del juez, la represión del Estado… y la derecha. ¿O acaso no fue la policía municipal la que detuvo a los artistas y los entregó después a la policía nacional? ¿Y no es Manuela Carmena la que hasta el día de hoy mantiene la idea de que se va a “investigar” lo sucedido y de buscarán “responsabilidades”, sin exigir de forma contundente la libertad de los detenidos?
Malestares en Ahora Madrid
’El mundo de la cultura se encuentra perturbado por graves malestares’: así comienza “La cultura que podemos”, el llamado manifiesto cultural del cambio. Una frase que bien podría ser aplicada hoy a los discursos políticos, sociales y culturales del propio Ahora Madrid y Podemos. Un doble discurso que incluso hizo despertar ciertas voces críticas dentro de estas formaciones, que ven en las declaraciones de Carmena o de Bescansa un sesgo abiertamente reaccionario, que pone en entredicho la libertad de expresión que decían defender.
Las expresiones públicas de varios concejales de Ahora Madrid pidiendo la liberación de los detenidos, así como de otros sectores de Podemos –aunque evitando cuestionar la acción del Ayuntamiento-, no invalida el hecho de que el propio Ayuntamiento está sosteniendo una política contraria a la defensa de la libertad de expresión más elemental. Y mientras tanto, los titiriteros siguen presos.
Defender, como hace Manuela Carmena, una libertad de expresión con fuertes “límites” y “consecuencias” a las que hay que temer, resulta una paradoja en sí misma. Unos límites que impone la derecha más conservadora, y que desde Ahora Madrid no están dispuestos a superar. Parece que lo único que “podemos” tener es una libertad de expresión complaciente, que no cuestione a los poderes establecidos ni a las bases del Régimen en el que vivimos.
Eso no es lo que queremos. Hoy más que nunca, a las calles a exigir #LibertadTitiriteros