Se trata de veintidós casos de personas que llegaron a la provincia ya contagiados del virus. El Ministerio de Salud de la provincia advirtió que el distrito “enfrenta riesgo de epidemia”. En todo el país ya hay casi 140 casos.
Sábado 16 de enero de 2016
Según informó el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, unas 20 personas se habrían contagiado del virus del dengue. La ministra de Salud bonaerense Zulma Ortiz, definió que se trata de casos “no autóctonos”, es decir, que se contagiaron fuera de la provincia.
Además de haberse detectado la presencia de casos, la ministra confirmó que se ha constatado la presencia del mosquito transmisor de la enfermedad. Al estar presentes ambos factores (virus y mosquito), existe un riesgo real de una epidemia de esta enfermedad.
Pero el riesgo de epidemia no se limita a la provincia de Buenos Aires. Según informaron los ministerios de salud provinciales, ya se contabilizan casi 140 casos de dengue en las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Catamarca, Corrientes, Salta, Formosa y Misiones, habiendo además casi 500 casos sospechosos en estudio. Hasta ahora, sólo Misiones y Formosa informaron casos “autóctonos”, contraídos en la misma provincia.
El dengue, una enfermedad de la pobreza
El dengue es una enfermedad viral que se transmite por la picadura del mosquito Aedes aegypti. El mosquito pica a una persona infectada y transmite el virus a la siguiente persona a la que pique. No se contagia de persona a persona, sino por intermedio del mosquito.
El mosquito se encuentra adaptado a la vida en regiones urbanas y suburbanas. Durante su ciclo de vida pone huevos sobre aguas quietas, particularmente en recipientes que acumulen agua dentro de las casas o alrededor de éstas (por ejemplo, cacharros).
Por estos motivos, el dengue aparece mayormente en las urbanizaciones precarias, como villas de emergencia, especialmente en aquellas sin acceso al agua potable o a sistemas de cloacas. Aunque el mosquito “no discrimina” para picar, encuentra un ambiente más propicio en estas zonas dónde las condiciones sanitarias son deficientes.
Los antecedentes en nuestro país
La Argentina ya ha sufrido previamente epidemias de dengue. En 2009 se registraron más de 26.000 casos, con más de una decena de muertos entre casos confirmados y sospechados. La epidemia, que afectó al norte del país y especialmente a las provincias de Salta, Jujuy y Chaco, fue la peor de la historia argentina.
En abril de ese año, la ONG Médicos Del Mundo – Argentina, denunció que existía un registro de casos menor al real, lo que incluía contradicciones severas en el número de casos reportados. En dicho documento la ONG denunció que “Quedó evidenciado que el Estado (tanto nacional – provincial – municipal) carece de políticas de salud integrales y activas, sumiendo sus acciones bajo el manto de la fragmentación, desfinanciamiento y desfuncionalización del Sector Público de Salud “, y que más allá de los discursos la inversión en prevención de la enfermedad y promoción de la salud eran mínimas, condicionando cualquier medida que hubiera permitido prevenir la epidemia o mitigar sus efectos.
Los mosquitos son para nosotros, la soja es ajena
Así como la crítica situación que viven los pueblos inundados se relaciona directamente con la extensión de la frontera agropecuaria y los herbicidas fumigados aparecen en productos de consumo directo, el aumento de la incidencia del dengue en nuestra región durante los últimos 30 años tiene una relación directa con el proceso de deforestación y con la siembra de soja transgénica que llena los bolsillos de la multinacional Monsanto y de los dueños de la tierra.
Según un artículo presentado en 2009por el ingeniero agrónomo Alberto Lapolla, existe una “equivalencia del mapa correspondiente a la invasión mosquitera, con el que la multinacional Syngenta llamaba de ’la República Unida de la Soja’, es decir, la región comprendida por las zonas de Bolivia, Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay”, en referencia a la región dónde se siembra la soja RR de Monsanto y dónde se rocían herbicidas y pesticidas de variada toxicidad.
Como señala el investigador, los herbicidas utilizados tienen un efecto tóxico directo sobre los anfibios, que son los principales depredadores directos del mosquito. Si a esto sumamos la deforestación, que al cambiar las características del ecosistema liquida el hábitat natural de competidores y depredadores del mosquito, dando lugar a un crecimiento explosivo de su población y abriendo las puertas al riesgo de epidemias de dengue.
Que el “cacharro” no tape la realidad
Más allá de lo correcto de las medidas de “descacharrización” para evitar la propagación de la enfermedad, existen problemas más profundos, de los cuales el dengue termina siendo un síntoma.
La rapiña de Monsanto y los grandes terratenientes, amparada y propiciada desde los estados nacionales y provinciales sigue poniendo en riesgo la salud de la población. A pesar de las múltiples denuncias y de los efectos palpables en la vida y la salud de las personas, el negocio de la soja parece ser sagrado para los gobiernos, ya sean radicales/PRO, kirchneristas (que más allá de lo discursivo, le aseguró a los sojeros 12 años de ganancias récord) o massistas.
Y los que más sufren esta realidad son los trabajadores y el pueblo pobre, que viven en condiciones precarias y sufren la falta de infraestructura básica, mientras los dueños de la tierra siguen llenándose los bolsillos.