El mismo día de la huelga por “pensiones, salarios y vidas dignas” de Euskal Herria, rechazada por Podemos, se firma el acuerdo del SMI que oculta las renuncias de Iglesias en pensiones y reforma laboral.
Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN
Jueves 30 de enero de 2020
Foto: EFE
30 de enero de 2020 o “El día que Podemos firmó la paz con los empresarios y se convirtió en un partido de Gobierno”. El titular no es mío, es como ha encabezado la portada durante gran parte de esta jornada el diario El País, órgano de expresión del establisment ibérico. El acuerdo firmado para la subida del SMI por el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, su Vicepresidente segundo Pablo Iglesias, los representantes de la patronal y la burocracia sindical de CCOO y UGT, ha sido la noticia del día para la casi totalidad de los grandes medios de comunicación.
Dicho artículo del diario del Grupo Prisa recoge testimonios del back stage de esta fotografía que dan cuenta de la rapidez con que Unidas Podemos se ha transformado en un partido fiable para las grandes empresas y la banca. En el acto por supuesto estaban Unai Sordo, secretario general de CCOO, y Antonio Garamendi, presidente de la CEOE. Ambos estuvieron también en otro acto recientemente, aunque en una discreta segunda fila: la toma de posesión de la cartera de Pablo Iglesias. Todo un gesto de la burocracia sindical y la patronal indicativo de que esperaban lograr un buen entendimiento con quien presumiera en el último debate electoral de no recibir nunca llamadas de los grandes empresarios.
Esto ya no es así. Un dirigente de Podemos, según cita el artículo, reconocía que ahora ya sí “se habla con todo el mundo. Llaman y mandan mensajes personajes que para alguien de Podemos es muy sorprendente. La gente no se lo creería”. Para fuentes socialistas, la moderación de Podemos demuestra que “se ha hecho mayor. Lleva solo tres semanas pero ya es partido de Gobierno”. El sector financiero también respira tranquilo, visto que ninguna de las medidas sobre los grandes bancos repetidas en campaña ha vuelto a pronunciarse ni por la formación morada ni por IU.
Definitivamente la patronal y las grandes finanzas están tranquilas. Algo que explica que instituciones como la CEOE hayan optado por no sumarse a la oposición del PP, Vox y Cs. Un dirigente socialista explica a El País que “Los empresarios quieren estabilidad. Y además ven que Podemos no estará en las decisiones económicas clave. Podemos ya no da miedo. Ahora ya hablan solo de retocar los aspectos más lesivos de la reforma laboral. Gobernar es moderar las posiciones. El lío de verdad es Cataluña”, en definitiva “la CEOE no quiere ser ultra”.
A la vista de que puede haber gobierno para rato y que la campaña de la derecha de pintarlo como un ejecutivo social-comunista es pura propaganda, Garamendi y el grueso del empresariado español ha optado por establecer una relación con Podemos como la lograda con el PSOE desde los gobiernos de Felipe González. Si aquel se quitó rápido la chaqueta de pana, Iglesias ha tardado aún menos en “cortarse la coleta”.
¿El precio a pagar? Una subida del SMI de 50 euros ¿Lo obtenido? Una lista mucho más larga y cuantiosa de las renuncias en materia laboral, salarial y de pensiones asumidas por Unidas Podemos y sus ministros y ministras.
Para repasarlas hablemos del otro gran hecho de la jornada: la huelga general convocada en Euskal Herria por un SMI digno, la defensa de las pensiones y la derogación de las reformas laborales de Rajoy y Zapatero. La tabla reivindicativa de la exitosa jornada de movilización recoge buena parte de estas renuncias de Podemos e IU. Será por ello que la formación morada se opuso explícitamente a la convocatoria, argumentando que se trataba de una protesta de “carácter social y político”, ¡qué pecado!. Lo mismo que CCOO, que en palabras de Sordo consideraron que no se podía entender sin ver aún que iba a hacer el nuevo gobierno.
Esta falta de “entendederas” de Sordo y el argumentario antihuelga de manual usado por Podemos, se desmontan con bastante facilidad solo contrastando las reivindicaciones de la huelga con el programa de gobierno o, aún más claramente, con el acuerdo que hoy se firmaba en la enésima foto de la concertación social entre "gobierno, patronal y sindicatos", esa temible triada que pacto a pacto llevan décadas precarizando nuestras vidas.
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz de IU, ya aclaró que el SMI se subiría solo lo que los empresarios aceptasen. Los 50 euros mensuales para 2020 no cubren ni de lejos las subidas acumuladas en estos 12 meses en alquileres, transporte público o suministros básicos. También señaló que derogar la reforma laboral del PP -la del PSOE ya ni se menciona- sería completamente irresponsable. Entre otras “perlas” quedará vigente pues que los EREs no necesiten autorización administrativa, que los empresarios puedan seguir descolgándose -es decir incumpliendo- los convenios cuando lo estimen, la subcontratación sin límite o el despido a discreción y a precio de saldo que lograron entre Zapatero y Rajoy.
Por su parte el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, ya ha dejado claro que de volver a la revalorización automática de las pensiones ni hablar, y que echar atrás el "pensionazo" del 2011 que elevo la edad de jubilación a los 67 mucho menos. Su única propuesta concreta hasta ahora va en dirección opuesta, lograr que la jubilación media se ajuste a la legal. Una subida de la edad de jubilación encubierta, atacando a sectores que hoy pueden jubilarse antes. Justo lo mismo que hoy pedía la OCDE al gobierno español, seguir elevando la edad de jubilación o en otras palabras, que nos muramos trabajando.
A esta lista de declaraciones habría que sumar las de la Vicepresidenta económica, Nadia Calviño, poniendo en duda que se vaya a intervenir ni siquiera parcialmente el mercado del alquiler para frenar la escalada de precios y remarcando allí donde va el compromiso del acuerdo programático de cumplir con el techo de gasto y el objetivo de déficit que marque Bruselas que hace imposible recuperar los recortes acumulados de una década de ajustes.
Por ello la huelga de Euskal Herria sin duda incomodaba. No solo al PNV y la Confebask, sino también al gobierno de coalición y sus ministros, a la CEOE, a las direcciones de CCOO y UGT y a los grandes medios de comunicación.
Será por esto, para que la huelga no estropeara la “fiesta” del nuevo pacto social, que el bloqueo mediático contra la misma ha sido enorme. No hablamos solo de los diarios de la derecha o del extremo centro, como El País. Tampoco los medios supuestamente progresistas se han hecho eco la otra noticia del día. Para ElDiario.es no ha merecido cobertura alguna, para Público solo una nota en la que la palabra huelga estaba omitida del título. La prensa "progre" se convierte así en la nueva prensa oficialista.
Que se hayan realizado más de 1.500 asambleas en distintos centros de trabajo, que haya parado gran parte de la industria, la educación, el transporte público o el comercio, o que las manifestaciones hayan reunido a más de 150.000 personas en las cuatro capitales, no era noticia relevante para ninguno de estos medios.
En el resto del Estado, donde el sindicalismo alternativo ha organizado movilizaciones de solidaridad, la cobertura de esta importante jornada ha corrido a cargo de medios de izquierda y militantes, como el nuestro. Un contrapunto con la paz social a la que se juegan "gobierno, patronal y sindicatos" mientras los grandes problemas sociales de precariedad, desempleo, vivienda o servicios públicos siguen agravándose día a día.
La jornada de Euskal Herria y los procesos de organización que la han precedido marcan pues el camino. En los próximos meses la ofensiva para desmovilizar será potente. Los medios de comunicación oficialistas, la burocracia sindical, los partidos del gobierno y una derecha a la ofensiva que alimenta la ilusión de que estamos ante un gobierno “progresista”, trabajarán en esta dirección.
Es necesario que la izquierda sindical, junto a los sectores combativos de los grandes sindicatos y los movimientos sociales, empiecen a definir un plan de organización y movilización para pelear por las demandas sociales que se quieren encajonar durante al menos cuatro años. Y es urgente empezar a construir otra izquierda, independiente del gobierno, que se proponga pelear contra el régimen y los intentos de restaurarlo y por un programa que resuelva los grandes problemas sociales atacando los intereses de los grandes capitalistas. Los mismos que, ahora sí, "llaman y mandan mensajes" a los ministros de Podemos e IU.
Santiago Lupe
Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.