En este artículo, repasamos la relación de Althusser con el PCF así como los núcleos principales de sus concepciones sobre partido y lucha de clases, que suelen quedar en segundo plano en muchas lecturas de su obra. Retomaremos asimismo las críticas realizadas por Ernest Mandel a Lo que no puede durar en el Partido Comunista, analizando sus alcances y límites.
Por último esbozaremos una reflexión sobre la pertinencia de estos planteos althusserianos para cuestionar la política de apoyo a los gobiernos “progresistas” o considerados como mal menor en América Latina o las variantes de "populismo de izquierda" en los países imperialistas.
La matriz thoreziana
En una entrevista con Vittorio Morfino y Fabio Frosini publicada en 2016 en la revista Décalages, Étienne Balibar señaló que hay dos modelos para pensar la política marxista: el de “clase contra clase” [1] y el del Frente Popular [2]. Mientras el primero implicaría una simplificación de la política en términos economicistas, el segundo daría cuenta de la mayor complejidad de la lucha de clases en los países capitalistas avanzados y a ese enfoque pertenece el pensamiento político de Althusser (Balibar lo vincula asimismo con el concepto de sobredeterminación planteado en “Sobre la dialéctica materialista”). El Frente Popular está asociado a los nombres de Maurice Thorez, quien aparece como el precursor de la política desde 1934, [3] y de Dimitrov, quien es el vocero de su generalización por la Comintern en 1935. Pero además la cuestión del Frente Popular en Francia está marcada por una importante ambivalencia. Como se puede constatar leyendo el libro de Daniel Guérin, Front Populaire, révolution manquée, cuando se habla del Frente Popular se hace referencia a una política de alianzas de carácter policlasista (impulsada por el stalinismo y la socialdemocracia) y al mismo tiempo al movimiento de masas más importante de la historia de Francia, con un ascenso revolucionario que tuvo su pico en las ocupaciones de fábricas de junio de 1936. De la misma ambivalencia da cuenta Trotsky cuando toma como propia la política de la Comintern de construir comités de acción del Frente Popular, por su carácter de movimiento de masas, aunque los estalinistas sabotearon su propia política. Cuando Althusser hace referencia al Frente Popular, ambas cosas se entrecruzan, como puede verse en las referencias al tema en su autobiografía [4], así como en escritos tales como Sobre la reproducción [5]. Posteriormente y correlativamente con su elaboración de las críticas al eurocomunismo, Althusser va a esbozar una mirada más crítica sobre el Frente Popular, pero no nos adelantemos. Dejaremos planteado que este es el marco estratégico en que se desenvuelve su comprensión de la política marxista. Particularmente sobre la cuestión del partido, en su comentario del libro A la sombra de las dos T, que forma parte de su borrador de libro sobre el imperialismo, Althusser compara el PCI con el PCF y señala que este último era un partido organizado de manera “bolchevique”, lo cual se asocia con la figura de Thorez y su diferente impronta política por comparación con Togliatti. El Frente Popular era una política de alianzas amplia, pero el partido seguía siendo un partido “leninista”, “bolchevique” y “de cuadros”, en vez de un partido de masas como el PCI de Togliatti [6]. Destaquemos de paso que Thorez había sido junto con Mao Zedong un dirigente resistente a la política krushoviana de “desestalinización”, cuestión que coincidía a su vez con la simpatía de Althusser por el maoísmo y su crítica a las inconsistencias de la delimitación realizada por la dirección soviética respecto de Stalin a partir del XX Congreso del PCUS.
El partido: entre la política de masas y la inercia de la burocracia
La adhesión de Althusser al PCF está asociada al rol de la URSS en la derrota de los nazis, al rol del PCF en la resistencia y a su identificación con el proletariado francés. Las primeras razones quedarían como cuestiones de referencia histórica mientras que la identificación del PCF con la clase obrera aparece como determinante en los argumentos de Althusser al momento de justificar su permanencia en el partido más allá de diferencias teóricas y políticas. El peso en la clase obrera del PCF será también el argumento para realizar sus críticas tanto a los grupos de la izquierda estudiantil del ‘68 como a la LCR en los años ‘70. [7]
El balance de la actuación del PCF en el mayo francés [8] ilustra bien esta ubicación de Althusser: defendía al partido como dirección de la clase obrera francesa, pero a la vez critica su política por conservadora en el movimiento obrero y sin influencia en el movimiento estudiantil, por una falta de relación con el sector y una incomprensión del significado del proceso. Al mismo tiempo, Althusser reafirmaba que el único movimiento verdaderamente revolucionario es el movimiento obrero, por su rol en la economía capitalista y su posibilidad de subvertirla. [9]
Al mismo tiempo, las posibilidades de que las críticas tuvieran efecto sobre la práctica del partido aparecen para Althusser como muy limitadas, como señalara en “¿Cómo algo sustancial puede cambiar?” (1970) [10], afirmando que solamente eventos externos, en particular que afectasen a la URSS, podían incidir en un cambio del régimen interno del PCF. Simultáneamente, toda su reflexión sobre el problema de los Aparatos Ideológicos del Estado y en particular el Aparato político-sindical francés, sugiere que si bien Althusser diferenciaba al PCF de la socialdemocracia, señalaba que la vía parlamentaria al socialismo (proclamada por el PCF en su política de Unión de la Izquierda) era impotente frente al Estado burgués, que debía ser destruido si se quería hacer una revolución. En este contexto, Althusser proponía la política de Gobierno de Izquierda + lucha de clases empujando desde abajo, para avanzar en las transformaciones revolucionarias.
La situación aparece en buena medida como un callejón sin salida: el PCF es el partido de la clase obrera y las masas populares, pero es muy difícil que su política vaya más allá de los límites establecidos por la dirección: Unión de la izquierda, democratización del Capitalismo Monopolista de Estado (CME) [11], alineamiento con la dirección de la URSS. Fuera del partido, se cae en la dinámica “grupuscular” y fuera de las masas. Dentro del partido, las masas no inciden en su política de manera directa. Cabe señalar que la encerrona no es solamente para Althusser, es el problema principal de los grandes partidos de masas de la segunda posguerra, evidenciado en su actuación durante el mayo francés y el “largo ‘68” italiano.
Con la cabeza de los dirigentes
Del 4 al 8 de febrero de 1976 se realizó el 22° Congreso del PCF. Su principal “innovación” en términos doctrinarios fue el abandono explícito de la consigna de la dictadura del proletariado, anunciado por TV por su secretario general, Georges Marchais, antes de las deliberaciones del Congreso. Eran los tiempos del “eurocomunismo”. En su conferencia del 16 de diciembre de 1976, en el anfiteatro de la Sorbona, Althusser pronunció sus críticas. [12]
Las críticas tomaban tres problemas: el cuestionamiento del CME (que era considerado la “gran conquista teórica” por la dirección del PCF), la denuncia del burocratismo interno y la explicación de la superficialidad en el tratamiento del problema de la dictadura del proletariado, defendiendo su vigencia. No obstante, Althusser no planteaba con claridad una alternativa.
Las críticas de 1978, luego de la derrota en las elecciones legislativas, son más decididas y más claras en términos políticos, ya que el partido había sufrido una derrota importante. La dirección presumía de ser infalible pero no explicaba sus decisiones políticas. El partido estaba dividido (a imitación del Estado) entre un aparato “parlamentario” (organismos de tipo formal) y otro “militar” (aparato de funcionarios que realmente tomaba las decisiones). Los grupos de militantes estaban tabicados por células y regiones y se garantizaba que a las direcciones y congresos llegaran solamente los elementos afines a la línea del buró político. El partido además no analizaba la realidad francesa, limitándose a repetir las “conquistas” del CME, que implicaba el abandono de la perspectiva de destrucción del Estado burgués, sin analizar la situación de la clase obrera ni su relación con el partido. Althusser planteaba que esto debía cambiar para que el partido realmente pudiera ser un partido revolucionario ligado estrechamente a las masas y en función de eso proponía: 1) Retomar la reflexión teórica del partido, abandonando las “fórmulas consagradas”. 2) Un amplio debate interno sobre el centralismo democrático para cambiar de manera sustancial el régimen interno. 3) Un análisis concreto de las relaciones de clase en Francia y el rol de los partidos obreros. 4) Promover la “unión popular” basada en la movilización activa de las masas, abandonando los elementos de “aventurerismo democrático” del 22º Congreso [13]. Para sopesar la importancia de este posicionamiento, retomaremos brevemente los comentarios sobre el mismo realizados el dirigente trotskista Ernest Mandel.
Ernest Mandel: elogio y crítica
En un texto publicado en inglés, "Mandel on Althusser, Party and Class", que en realidad es la traducción de los dos primeros capítulos de un libro de Mandel que se llama Réponse à Louis Althusser et Jean Ellenstein (París, La Brèche, 1979), en la actualidad prácticamente inconseguible, podemos leer la posición de Mandel al respecto del debate planteado por Althusser.
Recordemos de paso que tanto Mandel como la LCR hicieron críticas muy fuertes al “marxismo ventrílocuo” de Althusser, promoviendo la publicación del volumen colectivo Contra Althusser así como otras polémicas, entre ellas la del propio Mandel “Althusser corrige a Marx”. Las rivalidades eran también políticas. Como cuenta Daniel Bensaïd en su autobiografía, los “ulmianos” (estudiantes de la ENS de la calle Ulm, influenciados por Althusser) cuyo vocero fue Robert Linehart se limitaron a una intervención “probablemente brillante, evitando cuidadosamente defendernos” [14], en el mismo Congreso de la Unión de Estudiantes Comunistas de 1966, en que los mandelistas fueron expulsados de la juventud del PCF para luego fundar la LCR. Los “ulmianos” fueron luego maoístas, lo que no revirtió sino que reforzó la imagen de “falsa oposición” que el mandelismo se había trazado del althuserianismo. De ahí que la valoración de Mandel –en muchos aspectos positiva– resulta interesante precisamente porque es un autor insospechado de tener una gran simpatía teórica y política por Althusser.
Para Mandel, Lo que no puede durar en el Partido Comunista era un trabajo significativo. Además de que el pronunciamiento que acompañaba los artículos tenía la firma de más de 300 intelectuales, el trabajo de Althusser retomaba las cuestiones que se preguntaba la militancia del PCF después de la derrota de 1978. Mandel afirmaba que el texto era muy importante en la evolución del pensamiento e intervención de Althusser, ya que desde los años ‘60 sus luchas teóricas al interior del PCF nunca habían estado claras para la militancia de base. Agregaba que el contenido de estas discusiones era ambiguo cuando no apologético. Luego había encarado la polémica sobre la falta de definiciones científicas del fenómeno del estalinismo (Respuesta a John Lewis) pero desligada del análisis concreto de situaciones concretas. Luego, sus críticas al 22° Congreso del PCF se habían mantenido en un nivel conceptual abstracto sin mayores precisiones o consecuencias políticas. Ahora, Althusser asumía argumentos abiertamente políticos.
Por esta razón, Mandel proponía analizar muy en detalle las posiciones sostenidas por Althuser en Lo que no puede durar..., para ver si implicaba una vuelta al marxismo revolucionario o no.
Señalaba Mandel:
Las partes más notables de los artículos de Althusser son las que develan y denuncian la estructura interna y el funcionamiento del Partido Comunista Francés. Althusser no lo llama por su verdadero nombre, un nombre que conocemos demasiado bien y que debemos proclamar en voz alta: Se llama centralismo burocrático, antípoda del centralismo democrático. Con un estilo mordaz, Althusser desmonta sus mecanismos: una organización de funcionarios a tiempo completo, prácticamente aislada de la clase obrera y de la sociedad civil e incapaz de subsistir fuera del aparato del partido; una dirección que manipula a las bases y asegura su propia supervivencia mediante la cooptación automática del aparato; una libertad de “discusión” entre una base estrictamente compartimentada en células o secciones locales, y poderosamente reforzada por el principio de unanimidad (de “solidaridad colegiada”) que la dirección observa en sus relaciones con la base; el mito de que “el partido siempre tiene razón” o de que “el comité central nunca se equivoca”, mito que es el correlato ideológico de una estructura burocrática; una relación manipuladora y exhortadora entre el partido y la clase obrera, en la que el primero educa a la segunda pero nunca aprende de ella, sancionando así, teóricamente, la relación jerárquica y cuasi militar entre la dirección y la base.
Mandel hacía referencia a que Althusser proponía dos remedios para la situación que denunciaba. Uno, básicamente político, establecer una teoría y una práctica opuestas a la del estalinismo, basada en la confianza hacia las masas. Aquí Mandel retomaba los temas marxianos de la liberación de los trabajadores que será obra de los trabajadores mismos, la relación vanguardia-masas y otros.
El segundo remedio propuesto por Althusser, decía Mandel, era organizativo y ahí se podía constatar la timidez de la lucha política establecida por Althusser:
Después de haber denunciado un mal profundamente arraigado e institucionalizado, concluye con dos propuestas muy modestas: 1) abrir las páginas de la prensa comunista al debate, y 2) asegurar el derecho a la información de forma horizontal para garantizar un debate verdaderamente democrático. Estamos, por supuesto, a favor de estas propuestas. Sin embargo, aunque sean necesarias para asegurar un mínimo de democracia obrera, siguen siendo insuficientes como base sólida y duradera. Lo que distingue al centralismo democrático del burocrático es el derecho, en teoría y en la práctica, a formar tendencias.
Aquí Mandel se distanciaba de Althusser porque señalaba que, a pesar de que este denunciaba correctamente el mito de que el CC siempre tiene razón, al no defender el derecho de formar tendencias al interior del partido, la denuncia de los métodos burocráticos y el planteo de mecanismos claros de circulación de información no resultaban suficientes para contrarrestar aquellos.
Luego señalaba que era correcta la propuesta de comités de base de las organizaciones obreras y destacaba que Althusser buscase correr el eje de los aparatos burocráticos a las masas, pero criticaba que Althusser contrapusiera la unidad desde abajo con los acuerdos entre las direcciones de los partidos. Mandel señalaba que para conformar el Frente Único de la clase obrera eran necesarios los acuerdos entre las direcciones tanto como la unidad de las bases. Luego, señalaba la superioridad de la auto-organización de tipo soviético respecto de los comités de base planteados por Althusser y finalmente sostenía que en los planteos de Althusser estas cuestiones estaban ausentes.
Las críticas de Mandel marcan bien los problemas de la intervención de Althusser, especialmente los límites de su crítica a la política y el régimen interno del Partido, en cuanto a la “timidez” de las soluciones propuestas, pero son relativamente abstractas en las cuestiones relativas al desarrollo de un movimiento de masas. En primer lugar, reivindicar la necesidad de complementar los acuerdos por arriba con la unidad desde abajo para lograr el Frente Único Obrero, si bien es en términos generales irreprochable, no tiene mucha relación con la discusión concreta planteada por Althusser sobre el modo en que las direcciones manejaban los acuerdos políticos y la necesidad de generar un movimiento desde abajo. Acuerdos por arriba y movimiento desde abajo no se contraponen, siempre y cuando los primeros no vayan contra el segundo y esa era precisamente la cuestión planteada por Althusser. En cuanto al tema de la auto-organización, Mandel no presentaba alternativas posibles al planteo de los comités de base althusserianos, o sea no proponía en base a qué experiencias o puntos de apoyo desarrollar organizaciones más amplias o más fuertes capaces de desarrollar la auto-organización más allá de la tarea de la unidad.
En síntesis, el diálogo crítico de Mandel con Althusser es por un lado muy significativo en cuanto a los puntos de convergencia de la crítica al PCF y agudo en el problema de las tendencias internas, pero por otro lado un poco doctrinario en cuanto a las alternativas frente a los límites de las propuestas althusserianas relativas al movimiento de masas.
Eurocomunismo, Frente Popular y lucha de clases: la cuestión de la estrategia
En 1978, Althusser escribió el trabajo publicado póstumamente Iniciación a la filosofía para los no filósofos. En algunas páginas de ese libro, Althusser sostenía que el capitalismo del siglo XX había buscado salir de su crisis mediante la guerra, el fascismo y las “democracias populares” . Sus formas políticas podían ser opuestas, pero el proceso de concentración y monopolización económico había sido el mismo. Afirmaba que los frentes populares y el New Deal habían sido, “sin quererlo evidentemente, los instrumentos de la mayor concentración monopolista de la historia” [15], así como la ideología de la clase obrera fue luego integrada en la lucha ideológica de la clase dominante, expropiando la resistencia al nazismo y el fascismo y poniendo las conquistas obreras al servicio de sus propios fines.
Lo interesante de esta conclusión es que se da simultáneamente con las críticas realizadas por Althusser a la política del PCF en el período 1976/1978, por lo que no resulta descabellado pensar que la reflexión sobre la política presente del PCF (en el marco de una anterior preocupación por los problemas de régimen interno burocrático y las contradicciones de la vía parlamentaria al socialismo) incidió en que Althusser reflexionara a su vez sobre el rol jugado por la experiencia de los Frentes Populares en el pasado.
No sería adecuado señalar una ruptura completa con la matriz thoreziana y la formulación de una estrategia alternativa en toda la línea pero sí la puesta en práctica de una reflexión muy crítica que señala: a) el carácter “funcional” de los Frentes Populares para la modernización del capitalismo por el carácter fallido de su acción frente al Estado burgués; b) la imposibilidad de la vía “eurocomunista” al socialismo, c) la necesidad de una “Unión Popular desde abajo”, que busca salir de los límites de la dinámica reformista y d) un cuestionamiento al régimen partidario de tipo estalinista.
La sobredeterminación: ¿policlasismo o lucha de clases?
Los señalamientos de Balibar que comentábamos al comienzo de estas líneas indican con claridad el punto de partida de Althusser, pero no dan cuenta de sus propias dudas, reflexiones y posicionamientos polémicos, en los que la cuestión de clase toma más fuerza y se esbozan distintos elementos críticos respecto del frentepopulismo.
De ahí que la filiación entre la temática de la sobredeterminación y el Frente Popular como forma “más compleja” de entender la lucha de clases trazada por Balibar también merezca ponerse en discusión, a la luz de estas intervenciones de Althusser en las que la lucha de clases sobredetermina la política de alianzas (precisamente al contrario de la orientación frentepopulista). El diálogo de Mandel con los planteos de Althusser permite también pensar en tal sentido, más allá de las posibles limitaciones de ambos planteos en tal o cual aspecto puntual.
Los posicionamientos políticos críticos de Althusser respecto del PCF y la estrategia del eurocomunismo cuestionan la identificación sin más de su pensamiento con la propuesta de alianzas policlasistas en las que la clase trabajadora juega un rol subordinado, lo cual se refuerza con el énfasis puesto por Althusser en la centralidad de la clase trabajadora como agente revolucionario en la lucha contra el capitalismo [16].
No viene mal revisitar estas posiciones cuando hoy mismo en Francia se renuevan las esperanzas en una vía parlamentaria para los cambios sociales, detrás de la UP de Melenchon, repitiendo varias de las cuestiones señaladas críticamente por Althusser: primacía de la política desde arriba, desvinculación con la lucha de clases, ilusiones en la democratización del Estado burgués.
Con las diferencias del caso, esta discusión sirve también para pensar un tema abordado por la tradición gramsciana en la Argentina en el que coincide buena parte de la “comunidad althusseriana”: la cuestión peronista como forma específica de la lucha de clases y el consiguiente apoyo a los gobiernos peronistas, incluido el actual. Cabe señalar que estas posiciones hoy enfrentan una importante crisis, por la impotencia y subordinación de las variantes “progresistas” frente a un capitalismo imperialista cada vez más destructivo y barbarizado, en general y en Argentina en particular.
[Este artículo fue escrito como base para la ponencia presentada por el autor en el “Cuarto Coloquio Internacional Louis Althusser. Herencias y porvenir en un mundo incierto”.]
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