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Red Internacional
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LA DERECHA ALEMANA QUIERE ALISTARSE PARA UN CUARTO MANDATO. Angela Merkel, ¿el último bastión contra la barbarie?

Los periodistas rara vez miden la trayectoria de los políticos con la misma vara. Cuando uno de ellos no responde plenamente a los mandatos de las grandes potencias y se llama Chávez, en el momento en que busca un nuevo mandato, se lo acusa de "autoritarismo".

Jueves 24 de noviembre de 2016

En el contexto de Alemania, sin embargo, es exactamente lo contrario. Angela Merkel, líder de los demócratas cristianos de la CDU en busca de un cuarto mandato, se presenta como la tabla de salvación de una Europa asediada por los demonios del populismo.

Éste fue el mensaje que transmitió Barack Obama durante su gira de despedida por Europa. El hombre cuya candidata a la Casa Blanca fue vencida por Donald Trump prestó un apoyo de lo más oportuno a una canciller alemana que ha venido cayendo en los sondeos, sacudida a su derecha por un partido de la Democracia Cristiana, en este caso la CSU, pero también por el avance electoral de la extrema derecha populista de Alternativa para Alemania (AFD) de Frauke Petry.

De esta manera, la mujer que aplica las mejores recetas de austeridad en compañía de sus aliados socialdemócratas, como parte de la "gran Koalition" que dirige el país, sería el principal baluarte contra los desocupados y los proletarios que no habrían entendido nada y que votarían mal, al igual que los "blancos pobres" que serían responsables de la victoria de Trump en EE.UU., cuando deberían haber votar a la candidata de Wall Street, Hillary Clinton.

Independientemente de esta visión caricaturesca de las elecciones estadounidenses y de la buena dosis de condescendencia autoritaria que conlleva, son en realidad las políticas de "extremo centro", llevadas alternativamente por la derecha y por la "izquierda" al gobierno (o por ambas a la vez, en el caso alemán), las que allanan el camino a los populismos. El anuncio de Volkswagen sobre la eliminación de 30.000 puestos de trabajo no mejorará la situación, mientras que Merkel, después de haber "abierto las fronteras" a los refugiados (ya que Alemania, cuya población está envejeciendo como la del resto de Europa, necesita urgentemente mano de obra joven), anuncia que será “firme en la expulsión de aquellos que no están llamados a quedarse”, para darle garantías a la derecha.

Los golpes cada vez más a la derecha propinados por los gobiernos europeos, lejos de debilitar al populismo, no hacen más que reforzarlo. La situación social catastrófica, después de nueve años de crisis capitalista que la burguesía ha dilatado al cargar la crisis sobre las espaldas de las clases populares, hizo el resto. El populismo se consolida tras el paso de las políticas de austeridad y de las derivas identitarias de este “extremo centro" en el que no se distingue ni la izquierda ni la derecha”.

Merkel y sus mandatos extendidos no representan de ninguna manera una solución, como tampoco Hollande (ni Valls) quien se presenta como "de izquierda" frente al Thatcher a la francesa que se perfila en la figura de Fillon. En ausencia de una alternativa realmente antisistema, anticapitalista e internacionalista, capaz de dirigirse a los sectores de los trabajadores y de los jóvenes que rechazan los atajos políticos y desean una lucha hasta el final, es evidente que avanzará la extrema derecha. Esto también es lo que está en juego para la extrema izquierda en Francia.

* Artículo fue publicado originalmente en francés el 21 de noviembre del 2016 en el sitio Revolution Permanente , parte de la Red Internacional La Izquierda Diario