La selección mexicana se rehizo luego del papelón ante Suecia pero no fue suficiente ante unos brasileños que en este torneo presentan gran solidez defensiva y poderosas alternativas al ataque más allá de Neymar.
Raúl Dosta @raul_dosta
Lunes 2 de julio de 2018
Ya después del partido contra Suecia se advertía cómo la defensa del equipo mexicano quedaba debilitada por las tarjetas amarillos que obligaron a descansar a Hector Moreno para el partido con Brasil y que los caprichos de Osorio y su patrón Azcárraga Jean propiciaron esta debilidad. Por ello tuvieron que echar mano del ídolo veterano Rafa Márquez que ayudó mucho a mantener parado al equipo en su retaguardia y asímismo a propiciar que en la primera hora de juego el balón circulara más en la cancha de Brasil, gracias a la intensa presión sobre la salida de los cariocas.
Pero, contra lo que acostumbra decir Chicharito, faltó capacidad de imaginarse cosas chingonas. Y precisamente más en los botines de Javier Hernández que pasó bastante desapercibido en esa primera parte del partido (De acuerdo con José Ramón Fernández, Chicharito tocó el balón sólo 13 veces contra 70 de Neymar en el primer tiempo).
Más que imaginación, ambición por penetrar y dislocar esa defensiva tan bien plantada, pero era lo que había que intentar y el Chucky Lozano se veía torpe para desequilibrar por la banda izquierda y centrar o tirar. Pero lo que estaba en el fondo era el planteamiento de "jugar al tú por tú" del entrenador Osorio que no funcionó porque lo hizo en detrimento del ataque de conjunto, las llegadas fueron más bien frontales y fáciles de deshacer. La habilidad de Vela desperdiciada, aunque obligó al portero a una difícil estirada con un remate angulado. Pero no hubo algo más inquietante para la cabaña rival.
De los taquitos de lengua del Chicha al taquito de Neymar
Poco a poco los brasileños empezaron a arribar al área chca mexicana y en una colada excelente del mejor jugador del partido, William, éste apareció para recibir un taquito de Neymar y destroncar la línea defensiva mexicana y devolverle el balón con la puerta abierta al mismo Neymar para el primer gol.
Brasil nos mostraba así una diferencia con las selecciones grandes que han caído en este mundial, dependientes en alto grado de lo que hagan un Messi o un Ronaldo. Lo que vimos fueron las variantes que pueden acompañar a su estrella Neymar, aunque se extrañó la vitalidad de Marcelo, en recuperación, ahi estaban Coutinho y Paulinho, hoy un poco discretos pero muy peligrosos y William tan desbordante. Quizás hoy vimos al finalista y campeón de Rusia 2018, quizás.
Y después del gol, Brasil administró su partido. Manteniendo la peligrosidad y acechando la posibilidad el gol definitivo pero sin forzar a fondo la máquina. México no tenía mucho que ofrecer, y los jugadores de recambio no trascedieron, a Herrera y Layún les perdonaron la roja en varias ocasiones, era el reflejo de un cuadro impotente, sin idea futbolística. Casi al final una buena colada de Neymar logró esquivar la buena salida de Ochoa y llegó a los pies de Firminho, sellando el triunfo.
Los pretextos del “dealer”
Según Juan “cambios” Osorio, México terminó agotado ¡por la actitud del arbitro! y las "payasadas" de Neymar:
“Tuvimos un partido con mayor posición, desafortunada la pérdida de tiempo en un solo jugador, creo que los jugadores se cansaron de la demora del juego, es una vergüenza para el futbol”: Osorio
— Televisa Deportes (@TD_Deportes) 2 de julio de 2018
¿De verdad se cansaron los mexicanos hasta el agotamiento por observar cómo se retorcía Neymar en suelo por tantas patadas que le dieron? Pues no le peguen y listo. Máxime cuando el infame Layún lo fue a pisar fuera de la cancha, sin recibir la merecida tarjeta roja. Y como dice el famoso dicho "si ya me conocen como soy, ¿para qué me patean?" La lucidez mental de Osorio es bastante incierta. También quiso justificar su planteamiento "técnico" para este crucial partido:
“Reitero que jugar mano a mano contra un equipo contra Brasil habla muy bien de México, son faltó esa eficacia en el último tercio, creo que habla bien del futbol mexicano”: Osorio
— Televisa Deportes (@TD_Deportes) 2 de julio de 2018
¿Habla bien del futbol mexicano entregar el partido a un equipo poderoso con un"mano a mano"? y entonces ¿por qué con Alemania se planteó diferente y funcionó bastante bien?. "Cosas de genios", diría Miguel Layún.
Como planteó recién el exjugador y comentarista Roberto Gómez Junco: "la calidad y potencialidad de esta generación de jugadores mexicanos ha sido dilapidada, durante los tres últimos años". Fue un proceso donde no se construyó la escuadra que podría haber dado grandes satisfacciones como selección y todo se fue por el caño del drenaje.
Esto sólo se puede entender desde el punto de vista de los empresarios que controlan el futbol mexicano como una mina de oro que les proporciona grandes ganancias sin importar los daños que le causan a esta gran nación pambolera. Lo que Azcárraga Jean y sus colaboradores en Televisa Deportes y la Federación Méxicana de Futbol necesitaban no era un entrenador serio sino un "dealer", es decir, un administrador del aspecto publicitario de la escuadra nacional, que es una fuente de enormes ganancias, por sobre el armado de un conjunto competitivo a nivel mundial.
Esto funciona a partir de la falsa ilusión que la televisión y sus "comentaristas expertos" insuflan en los aficionados al inicio de cada ciclo mundialista. "Ahora si llegamos al quinto partido" nos dicen, y lo único con los que nos quedamos es con media docena de playeras compradas con grandes esfuerzos y grandes ganancias para los patrocinadores.
Al final, Osorio cumplió cabalmente su papel de "dealer" apoyado "en el vestidor" por los veteranos Guardado y Márquez para armar las "rotaciones" y jugar con el armado de un equipo con decenas y decenas de jugadores que eran utilizados en función de los anuncios publicitarios. Que no nos extrañe que lo quieran recontratar.
Y para esa "rotaciones" nada como los chicos promovidos por esta forma de hacer negocio, tipos como el Orrible Peralta, el "suerox" Giovanni dos Santos, su hermano Jonathan, el aguerrido Layún, (quien le echa muchas ganas pero nunca sabemos para donde le va a pegar al balón), o el pobre Edson a quien lo impusieron bastante verdecito aún y le da por llorar si la riega; e incluso el Chicharito a quien lo usan como vocero del grupo para lavar la imagen de los más mediocres; en fin, toda una pléyade de jugadores que podrían estar a un nivel óptimo pero que esta forma por demás voraz de explotar comercialmente a la selección, los va absorbiendo poco a poco en un oceáno de cinismo y mediocridad. Mención aparte merece Guillermo Ochoa el único de los chicos de Televisa que sin ser, a juicio de muchos, el mejor portero mexicano, se la rifó como el mejor en estos partidos.
Así las cosas en el negocio pambolero de los "quintos partidos", de los "partidos moleros" y los millonarios "comerciales".