Esta primera nota sobre el lugar de las mujeres en el arte y la cultura da comienzo a una serie de publicaciones que tendrán el objetivo de rescatar y difundir historias ocultas de mujeres artistas.
Sábado 14 de marzo de 2015
La cultura, la construyen hombres y mujeres; pero en la historia escrita, las mujeres hemos sido invisibilizadas. Aún siendo la mitad de la población, no estamos en iguales condiciones con la otra mitad.
Durante el siglo XX las mujeres conquistaron derechos civiles, políticos y laborales, como nunca antes, cuestión que sigue siendo contradictoria ya que aún con mayores derechos, gran parte de las mujeres está lejos de gozar de ellos.
De la mano del feminismo de “la segunda ola” se impulsaron movimientos por la liberación sexual, el cuestionamiento a la familia burguesa y los valores tradicionales. La vida de la mayoría de las artistas que hoy conocemos han sido rescatadas y revalorizadas en ese momento. Es que en el arte también, las mujeres se han tenido que enfrentar a su propia realidad: una lucha constante contra la desigualdad, la marginalidad y la superación de barreras impuestas por un sistema basado en la explotación.
Se desarrollaron los estudios de género, que cuestionaba la historia del arte dominada por una visión patriarcal. Se preguntaron ¿por qué no ha habido mujeres artistas de la importancia de Miguel Angel? ¿O de Rembrandt? y ¿por qué no ha habido mujeres exitosas o grandes innovadoras hasta ese entonces? Además pusieron en discusión la figura del “genio” y la grandeza artística según los parámetros occidentales.
Mujeres y las instituciones
Como en otras esferas de la vida, las mujeres fueron marginadas. Desde la Antigüedad, les fue vedado el acceso al arte. Sólo podían acceder en algunos casos las mujeres de una posición económica elevada. Incluso, a diferencia de los hombres, para las mujeres el arte era considerado una distracción y se les impartía para entretener a la mirada masculina. Danza, música y algunos casos pintura, pero no era considerado una práctica artística en sí.
Aún así, fueron muchas las mujeres que hicieron arte en los conventos y en los talleres que permanecen en el anonimato. Conocemos pocos nombres de destacadas artistas en Europa, como Artemisia Gentileschi, Sofonisba Anquissola, Lavinia Fontana, Luisa Roldán, etc.
Ya a finales del siglo XVIII, empieza a cambiar el status del arte en la sociedad, y si hasta ese entonces la producción se realizaba en talleres de artistas y de manera colectiva, se fundan las academias del arte en los países europeos para la formación individual.
Un ejemplo demuestra, que si bien hubo mujeres que pudieron acceder a estudiar arte, siempre costó el doble. En 1765, la fundación de la Real Academia de Londres, contaba con dos de sus miembros que eran mujeres, Angelica Kauffmann y Mary Morser. El pintor Johann Zoffany retrata este momento en una pintura, donde aparecen todos los fundadores en una clase de modelo y no están incluidas directamente estas dos miembros, sino que aparecen como cuadros colgados en la pared. Es que hasta fines del siglo XIX, las mujeres no tenían las mismas condiciones formales que sus pares en las academias. No se les permitía estar en clases de modelo desnudo, pero, había menos obstáculos para realizar artes que eran considerados menores, como artesanías, bordado y cerámica.
Las mujeres, al igual que se destacaron en las revoluciones y procesos sociales, también pelearon por ser aceptadas en la enseñanza pública, buscaron centros de formación alternativos, hicieron asociaciones, y muchas cosas más. A principios del siglo pasado, las vanguardias artísticas y la “unión del arte y la vida” que proponían dió nuevos aires al arte y la cultura cuestionando profundamente las instituciones y la función del arte. Como así también se ligaron a los procesos sociales, como fue la revolución rusa que tuvo un avance sin precedentes en los derechos de las mujeres.
El neoliberalismo y el lugar de las mujeres
Desde los `80 a la actualidad, la ofensiva del neoliberalismo aplastó muchas de las conquistas políticas del movimiento obrero, y en consecuencia dejó en peores condiciones al movimiento de mujeres. Gran parte del feminismo pasó de la calle al gobierno, del cuestionamiento de la sociedad, a adaptarse y limitarse a sugerir agendas a los gobiernos y los organismos internacionales.
Esto tuvo su expresión en el arte y la cultura, donde primo el individualismo y la competencia. Sin embargo, hubo voces que cuestionaron la academia y el arte que parecía intocable. En 1989, en New York se empapeló con la siguiente frase: “¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en el Metropolitan?”. Hace tan sólo 25 años, las activistas de “Guerrilla Girls”, seguían cuestionando el lugar ocupado por las mujeres en el arte, como musas y objeto de observación y no como grandes artistas. Esta situación se repite en la mayoría de los museos de arte, donde hay infinidad de desnudos de mujeres y aún siguen siendo minoritarias las obras de las artistas.
En la actualidad, en Europa como así también en América Latina, se multiplicaron las mujeres en el campo del arte y de la cultura. Los espacios abiertos en los distintos ámbitos se corresponden con las luchas acumuladas en todos estos años, y en especial por el legado de tantas "mujeres que hicieron historia". Pero de todas formas las desigualdades permanecen, como por ejemplo recientemente se han divulgado distintos datos y denuncias sobre la opresión de género en la producción cinematográfica. (ver nota). La realidad de opresión en el campo del arte y la cultura no es ajena a una realidad general.
En una sociedad en donde crece la violencia de género a nivel mundial, se multiplican las muertes por aborto clandestino, las mujeres representan el porcentaje mayoritario de la población analfabeta y cobran salarios menores que los de los hombres, el acceso a la producción y el goce artístico no puede escapar a este escenario. La lucha por la igualdad en una sociedad profundamente desigual no debe detenerse en la posibilidad de producción artística y cultural para algunas, es necesario conquistar un derecho para todas.
La historia nos recuerda múltiples ejemplos de mujeres artistas que enfrentaron condiciones de discriminación y opresión, a través de esta nueva serie "Arte y cultura: el lugar de las mujeres" nos proponemos rescatar y difundir estas experiencias.
Conocer estas biografías ocultas de las mujeres artistas nos deja también la pregunta: ¿Cuántos artistas anónimos han quedado en el camino? ¿Cuántos hombres y mujeres hoy siguen excluidos de la posibilidad de producir arte?
Carmela Torres
Nació en Gran Buenos Aires en 1987. Militante del PTS y miembro de Contraimagen. Licenciada en Artes Visuales de la UNA y maestranda en Artes Electrónicas de la UNTREF.