El suicidio de un joven de 21 años en un centro de acogida de refugiados de la guerra de Ucrania pone en evidencia el trato discriminatorio que padecen quienes huyen con otro pasaporte y color de piel. El ministro Escrivá declara que "la respuesta que hemos dado ha sido ejemplar".
Miércoles 1ro de marzo de 2023

Eres un joven de 21 años, vives en un país extranjero, estalla una guerra y decides, al cabo de casi un año de conflicto, seguir tu curso migratorio solo para escapar del horror.
Ves en las noticias que aquellos refugiados que huyen del país en cuestión, Ucrania, son recibidos en los países de la UE de manera muy diferente a la que has visto otras muchas veces. No hay ahogados en el mar, deportados a terceros países y, en general, se facilita el acceso al estatus de refugiado.
Sin embargo, tu pasaporte y tu color de piel no es igual que el resto. Cuando llegas al país más próximo al tuyo, el Estado español, te das cuenta de que aquí te van a tratar como a un inmigrante marroquí más.
Llegas a comienzos de diciembre pasado y tienes que pasar varias semanas en situación de calle. Al final consigues demostrar con documentos que la razón de tu llegada es huir del conflicto del que todos los telediarios hablan cada día.
Logras ser trasladado a la localidad de Pozuelo de Alarcón, a un gran edificio que lleva por nombre “Centro de Recepción, Atención y Derivación para personas desplazadas desde Ucrania” y depende del ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
Una vez en el “circuito” todo será más fácil, piensas. Pero no es así. Inicias los trámites para acceder a la protección internacional. Solicitas el permiso temporal de residencia y trabajo, como el resto de jóvenes que han venido huyendo de la guerra. A ellos se lo conceden en apenas 24h, a ti no.
Pasan los días y sigue sin haber respuesta. Tienes una aguda crisis de ansiedad, otra, otra... dos ingresos hospitalarios. No puedes más y te quitas la vida. Te suicidas. Te suicidan.
Quien te encuentra es otro joven como tú. Huye de la misma en Ucrania, él es subsahariano y hasta ese día compartíais habitación en el centro. Un joven como los 14 sin nacionalidad ucraniana, que, a día de hoy, todavía esperan en este mismo centro que se regularice su situación.
Tu caso queda bajo siete llaves de silencio. El ministerio responsable lo oculta. Pide a la empresa del tercer sector gestora del centro, ACCEM, que guarde silencio. Ella cumple, no vaya a ser que pierda la millonada recibida con la licitación del servicio.
Un mes más tarde de tu muerte, el caso se filtra y lo saca a la luz el diario Público. El gobierno sigue guardando silencio. El ministerio oculta tu nombre y se niega a dar explicaciones. El ministro responsable, Escrivá, se ha atrevido a responder a preguntas de periodistas por este caso que "la respuesta que hemos dado ha sido ejemplar".
Miente cuando dice que las personas sin nacionalidad ucraniana que huyen del conflicto pueden acceder a protección internacional. La norma aprobada por el Consejo de ministros hace un año no los incluye. Como no incluye a los miles que huyen de otros conflictos, o simplemente de la miseria y el hambre generados por el expolio imperialista de sus países de parte del Estado español y el resto de Estados de la UE.
Para ellos concertinas, ahogamientos y vallas y masacres como la de Melilla. El gobierno “progresista”, con la venia de PSOE y también Unidas Podemos, aplican las mismas políticas de extranjería que los gobiernos de derecha o extrema derecha del continente.
La pelea por la derogación de todas las leyes de extranjería, la apertura de las fronteras, la garantía de rutas seguras y contra el expolio que producen que millones se vean obligados a dejar su tierra, no será de la mano de este “progresismo imperialista” sino enfrentándolos.
"Asesinos de razones, de vidas, que nunca tengáis reposo en ninguno de los vuestros días y que en la muerte os persigan nuestras memorias"
Campanades a Mort, Lluis Llach, 1976