Se conocieron nuevos números de femicidios y la cifra va en aumento. A horas de la marcha, más motivos para organizarse.
Viernes 3 de junio de 2016 15:43
La violencia hacia las mujeres no es una problemática que solo aqueja a las argentinas. Según la Organización mundial de la salud alrededor de una de cada tres (35%) mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida.
El observatorio de Igualdad de Género de América Latina y El caribe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) informó que durante el año 2015, murieron 2500 mujeres en Latinoamérica víctimas de la violencia machista, 800 más que el año 2014.
Por su parte, La Casa del Encuentro difundió en la madrugada un nuevo informe sobre femicidios en Argentina, abarca el período comprendido entre junio de 2015 y mayo de 2016. En ese lapso hubo 275 femicidios, además se registraron 35 femicidios vinculados de hombres y niños, es decir asesinatos a familiares de la mujer sobre la que se ejerce la violencia. El informe determinó que 5 de las víctimas estaban embarazadas, 6 estaban en situación de prostitución y trata, una de ellas era de pueblos originarios y además se produjeron 5 travesticidios.
Las provincias con los índices más altos de femicidios son Buenos Aires (102), Santa Fe (23), Salta (21), Córdoba (20), Ciudad de Buenos Aires (13), Santiago del Estero (11) y Mendoza (10).
Una escalada de violencia que hace que en los primeros 4 meses de 2016 se realizaran 27 mil llamados a la línea 144. En el 90% de los casos el agresor es la pareja o ex pareja de la víctima. Un dato a tener en cuenta es que de las mujeres asesinadas al menos 39 habían efectuado denuncias judiciales.
La violencia hacia las mujeres es un problema estructural del estado capitalista, pero tiene responsables claros: el gobierno de turno y las instituciones políticas.
La decisión política del gobierno nacional de destinar bajos presupuestos, desmantelar los programas de atención en salud reproductiva, de educación sexual, de violencia contra las mujeres, lo transforma en cómplice y responsable de la violencia. Mientras tanto el poder judicial legitima ese machismo, como la Iglesia católica con su discurso sobre el deber ser de una mujer.
Según los informes, la violencia hacia las mujeres se agrava por las situaciones de pobreza y marginalidad, la falta de recursos y de educación, la posibilidad de acceder a un ingreso apropiado para cubrir las necesidades básicas, el acceso a un sistema de salud y la imposibilidad de decidir sobre sus cuerpos.
Según el informe de la OMS las mujeres de ingresos bajos son las más afectadas ya que ese factor las vuelve más vulnerables a todos los tipos de violencias. El 70% de las personas que viven en pobreza extrema son mujeres, lejos estamos de la pobreza cero anunciada en la campaña con el ajuste en curso y con cifras de pobreza y marginalidad en aumento.
Para muestra basta un botón: Una Justicia de clase al servicio de la opresión de género
Una violación colectiva a una joven de la favela brasilera y una acusación de homicidio agravado por el vínculo a Belén, una mujer del Valle tucumano, son solo paisajes diferentes con un denominador común: las mismas acciones por parte de las instituciones que conforman el estado de Argentina y Brasil.
Ante el repudio generalizado y las manifestaciones que surgieron en Brasil por la conmoción causada al conocerse el caso de la violación colectiva, Temer anunció la creación de una nueva secretaría de policía para tratar los crímenes hacia las mujeres, actitud que da cuenta de la hipocresía del poder político ampliando la potestad de una institución que es ineficaz para tomar medidas preventivas, está plagada de machismo y demuestra una incapacidad extrema a la hora de intervenir.
A pesar de la repercusión que tuvo este caso, la “justicia” no se hizo presente. La joven brasilera no solo tuvo que sufrir la violencia sexual, sino que además tuvo que enfrentarse a la violencia institucional y mediática.
Este caso ocurrido en el país hermano y el actuar de las instituciones no difiere de lo que ocurre en otro lugares.
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Lo que pasa con la justicia brasilera a la hora de actuar es similar a lo que sucede en Argentina. Una justicia que no puede ocultar su carácter de clase, avanzando velozmente en algunas oportunidades y permaneciendo de brazos cruzados en otras.
En Argentina Belén continúa presa con una causa completamente irregular, ya que fue condenada por la Sala 3 de la Cámara Penal de esa provincia a 8 años de prisión por homicidio agravado por el vínculo y alevosía en el marco de su llegada al hospital Avellaneda de Tucumán, mientras cursaba un aborto espontáneo. Belén fue condenada por mujer y pobre. Tuvo que enfrentarse a la violencia obstétrica que ejercieron los médicos y la institucional por parte de la justicia.
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Es que esta violencia no conoce fronteras, se ampara en una justicia machista que ignora las pruebas y las denuncias de las mujeres violentadas.
Como mencionó Andrea D’Atri “La violencia hacia las mujeres es un problema estructural se reproduce en todos los ámbitos de la vida es legitimada, reproducida y justificada por los gobiernos, la justicia, la Iglesia, los medios de comunicación, el Estado capitalista, necesitamos ser miles las que nos organicemos.
Porque no queremos ni una muerta más. Porque vivas nos queremos es un grito sin fronteras marchamos este viernes 3. Porque si tocan a una nos organizamos miles".