Barcos atestados de náufragos sirios, africanos, tanta información, tantas fotos y videos de lo mismo, hacen que la cruda realidad se convierta en parte del paisaje. Hasta que la fotografía de Aylan muerto tomada por Nilufer Demir hizo explotar las redes y las redacciones de los diarios del mundo.
Viernes 4 de septiembre de 2015
Ilustración:Khaled Karajah
Ilustración:Khaled Karajah
Muchos editoriales de diarios del mundo tuvieron, supongo que así fue, largas discusiones sobre si publicar o no esa foto. El diario El Mundo de España incluso subió un video editado de la reunión editorial donde todos argumentan por qué habría que publicarla.
También en Clarín, Ricardo Roa expone sus argumentos, lo mismo que Valeria Vincent del Cronista. Editorializan, más que la foto en sí, el por qué publicarla.
Lo que más llama la atención es que nadie denuncia con nombre y apellido a los verdaderos responsables de este gigantesco crimen social, de este atroz genocidio mal llamado “crisis humanitaria” no solo provocado por las guerras sino también por el abandono concsiente de los estados imperialistas de Europa principalmente que les cierran sus puertas.
Creo que en última instancia el problema de publicar la foto no era si caía en el “amarillismo o sensacionalismo” o si servía para algo o no publicarla. Creo que todos se devanaron los sesos pensando cómo explicarla, como justificarla desde sus editoriales sin golpear duro a la gran bestia, a la Europa imperial de las y los Merkel, Rajoy, Hollande, Cameron, y a Obama también, entre otros.
No la pudieron ocultar y la tuvieron que explicar, como muy bien dice Octavio Crivaro: “El problema es la foto. O sea: que se vea. La idea es no mostrar que nenes y adultos mueren ahogados diariamente para escapar de una condena y terminar en otra. Esas cosas pasan. Pero la idea es que no se vea, que no aparezcan fotos. ¡Y si están, no mostrarlas!”.
Es una foto imposible de retocar, no hay Photoshop que embellezca la cruda realidad, no hay retoque posible para hacer más digerible esa imagen para la burguesía que también lee esos diarios, siento que las explicaciones son más para ellos que para nosotros.
No cabe el discurso de una imagen morbosa, pero la tienen que explicar para que el resto no crea que son ellos los morbosos, sus gobiernos, su clase. Esos editoriales hablan del “verdadero retrato de la humanidad”, pero ¿quién sería esa humanidad? No es la humanidad la responsable de esto, tampoco la desinteresada “Europa” como bien señala Valeria Vincent de El Cronista “el 90% de las armas que se están usando en la Guerra Civil Siria provienen de miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, especialmente Rusia y Estados Unidos”, pero también son los gobiernos del Estado Español, Francia, Italia, Alemania, entre otros quienes cierran sus fronteras para que niños como Aylan y sus familias mueran ahogados ó sin oxígeno en en el trailer de un camión. Eso hay en la foto.
Estas imágenes “duras” como la denominaron los editorialistas, no son nuevas como tampoco lo es la barbarie capitalista.
Un impacto similar tuvo la foto de Phan Thi Kim Phuc, que corría desnuda con su cuerpo quemado por las bombas de napalm en la guerra de Vietnam en 1972, o las imágenes de niños enterrados bajo los escombros en el terremoto de Bangladesh.
Hace poco se estrenó un documental sobre la vida de Sebastiao Salgado, reconocido fotógrafo brasileño. Justamente en esa película él mismo cuenta el impacto que tuvieron sus fotografías y cómo marcaron su vida, dado que gran parte de sus trabajos estuvieron centrados en campos de refugiados de diversos países de África y sus guerras, la muerte, hambrunas, pestes, provocadas por las guerras que habitan en sus fotografías.
La imagen tiene su propio lenguaje, y por sí sola no puede cambiar al mundo (eso lo harán los trabajadores y el pueblo organizado para cambiar el orden social). Pero sí puede ser una poderosa herramienta de denuncia y una provocación para la burguesía que podría estar descansando plácida y se incomoda con una fotografía y sus editorialistas tratando de explicar por qué la pusieron en tapa.