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Red Internacional
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Declaración. ¡Basta de represión!: por un gran movimiento de mujeres independiente y combativo

Denunciamos la represión encabezada por el gobierno de Sheinbaum y la policía de Harfuch desplegada el pasado 28 de septiembre contra las movilizaciones de mujeres.

Martes 6 de octubre de 2020

Con un escandaloso operativo policial, integrado por miles de policías de tránsito, auxiliares y del supuestamente extinto cuerpo de granaderos, respondió el gobierno de Claudia Sheinbaum a las movilizaciones que se convocaron en el marco del Día de la Lucha por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe.

El 28 de septiembre había dos movilizaciones convocadas con intenciones de llegar al Zócalo para denunciar que, pese a la despenalización en la CDMX y Oaxaca, la situación del aborto en México es cada vez más grave para las mujeres. Con cientos que mueren por abortos clandestinos, siendo las mujeres trabajadoras y más precarizadas las que pagan con su vida la prohibición de este derecho democrático.

La primera convocatoria, impulsada por sectores anarquistas y colectivas separatistas que partió del Monumento a la Revolución fue encapsulada desde el inicio, fueron más de 5 horas en las que la policía contuvo a ese contingente a base de gas lacrimógeno y golpes.

Por otro lado, la movilización convocada por la coordinación 8M, nos dimos cita a las 4:30 en el Hemiciclo a Juárez, desde antes vimos a cientos de granaderos y policías con la intención de negarnos el derecho a protestar impidiendo nuestra entrada al Zócalo. Mientras mantenían encapsulada a esa movilización, nosotras nos disponíamos a tener una breve marcha hasta el templete ubicado en eje central esquina con Juárez.

Al llegar al templete, la movilización conformada por familias, mujeres, trabajadoras, jóvenes precarizadas junto a nuestros compañeros, se encontró también con el encapsulamiento de sus asistentes. Ambos sentidos de Eje Central estaban bloqueados con cientos de granaderos con escudos, toletes y gas extintor.

Desde el templete se leyó el pronunciamiento elaborado por 26 organizaciones de mujeres, feministas, sociales, sindicales y de izquierda. En ese marco se denunció el encapsulamiento que continuaba impidiendo el paso de la otra movilización, así como el propio despliegue que se encontraba amedrentando y hostigando a nuestro mitin. Es escandalosa la respuesta del gobierno de la 4T y de Claudia Sheinbaum, a una movilización y mitin cuyo fin era denunciar la situación que enfrentamos las mujeres y exigir el derecho al aborto legal, seguro, libre y gratuito.

Ahí nos encontrábamos, divididas por al menos 10 filas de granaderos respecto de la otra movilización y encapsuladas. Por ello, desde el templete exigimos que las fuerzas represivas se retiraran de la manifestación y dejaran libres a la otra movilización, así como el cese del amedrentamiento, los mandos de la policía argumentaron que la razón por la cual nos habían dividido era para “evitar que ambas convocatorias se confrontaran”, calumniando y diciendo que había sido la coordinación 8M quien había pedido “protección”; ¡nada más falso! Nosotras no confiamos en la policía que nos golpea y reprime como se mostró este lunes.

Ante la exigencia de que se retirara el despliegue policial y tras un par de horas encapsuladas; la respuesta de las autoridades fue, no solo no retirarse, sino comenzar a avanzar contra la movilización que se encontraba exigiendo que se retirara la policía. Las filas de granaderos comenzaron a empujar con escudos, e intentando abrirse paso con gas lacrimógeno y polvo de extintor, para replegar y encapsular a nuestra movilización. La orden era clara: evitar a toda costa que el justo reclamo de las mujeres fuera escuchado, aun cuando eso tuvieran que garantizarlo a base de reprimirnos.

Desde Pan y Rosas hemos debatido con diversos sectores del movimiento de mujeres y con las colectivas feministas, abordando las diferencias que existen en torno a los métodos, la política y el programa que creemos se deben discutir y resolver al interior del propio movimiento de forma amplia y democrática; sin embargo, tenemos muy claro que ante la violencia estatal se responde de forma organizada y unitaria. Es por ello que nosotras nos negamos a retirarnos hasta romper el encapsulamiento que detenía a la otra movilización.

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Unidad y masividad ante la represión

Ahora los medios de comunicación intentan justificar y legitimar el actuar de las fuerzas represivas en una verdadera campaña de criminalización de la protesta y las feministas que tomamos las calles, denunciando la base de los actos “violentos” realizados por las colectivas separatistas y anarquistas. Como feministas socialistas tenemos muy claro que la verdadera violencia la ejerce el Estado, desde sus partidos, sus instituciones y cuerpos represivos, todas al servicio de los empresarios. Son ellos quienes imponen las condiciones de precarización y violencia a las mujeres, son ellos quienes son omisos y ponen trabas ante el justo reclamo de la obtención de justicia por parte de familiares de víctimas, son ellos quienes hacen que miles mueran por abortos clandestinos al negarse a garantizarlo de forma segura y gratuita. Y es el Estado quien nos reprime mientras protege a la ultraderecha que se manifiesta.

Los medios de comunicación, además, pusieron el foco en el enfrentamiento de mujeres contra mujeres, negando que el grupo “Atenea” también participó de la represión, como si la “perspectiva de género” cambiara el carácter de la policía, una institución que defiende los intereses de la clase capitalista. Para nosotras el hecho de que sean mujeres no significa que defienden los intereses de las trabajadoras y precarizadas.

Es por eso que para nosotras está muy claro quién es nuestro enemigo, el sistema capitalista patriarcal que mantiene en condiciones de hambre y miseria a millones mientras protege las obscenas ganancias de los grandes empresarios. Un enemigo que compartimos con todos los sectores explotados, como los millones de asalariados, y también con otros sectores oprimidos como los migrantes, los pueblos indígenas y originarios, las y los negros que viven el racismo, la comunidad LGBT+.

De ahí, que lo que se mostró en las calles ese día es un ejemplo de cómo enfrentar la represión, fue con la unidad que pudimos enfrentar el encapsulamiento. Pero esa unidad debe hacerse consciente, con el impulso de una coordinación de los sectores que luchamos por derechos como el aborto y por un alto al feminicidio y la precarización, que se plantee la necesidad de poner en pie un gran movimiento en las calles; esta debe tener una clara delimitación política del gobierno y la derecha, para que no utilicen nuestras demandas como botín electoral. Y, sobre todo, porque lo que se observó en las calles el pasado 28S es que la 4T y el gobierno de Claudia Sheinbahum no están dispuestos a que la disidencia que critica por izquierda al gobierno sea escuchada. No quieren ninguna muestra de lucha por fuera de su control político, y quieren limitar nuestra participación a sus consultas o las urnas.

Otra de las razones por las cuales se dio de esa forma la represión es porque, a diferencia del 8M, no fuimos miles en las calles. ¿Qué hubiera hecho un despliegue policial de 3 mil elementos, ante una movilización de medio millón de personas como la que salió a las calles el 8 de Marzo? Las movilizaciones son, en ese sentido, demostraciones de fuerza para visibilizar y avanzar en el camino de imponer nuestras demandas.

Como mencionamos aquí la pandemia no permitió que ese movimiento expresado en marzo se mantuviera y extendiera; pero ante la represión y ante la clara respuesta del gobierno de hacer oídos sordos a nuestros reclamos, es vital impulsar espacios de autoorganización desde los cuales discutamos cómo actuar ante esta situación, y dejar claro que volveremos a tomar las calles hasta conquistar nuestros derechos y mucho más.

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Sindicatos y movimiento de mujeres

El impulso de la coordinación 8M ha sido muy importante, sobre todo como un primer paso para coordinar a decenas de organizaciones feministas, sindicales, sociales, populares y de la extrema izquierda. De ella han salido diversas convocatorias y pronunciamientos que intentan visibilizar que la violencia hacia las mujeres va en aumento y de la mano de la profundización de la precarización laboral, lo que implica también la negativa ante derechos como el aborto, educación sexual integral, entre otros.

Sin embargo, creemos que hay que dar un paso adelante. Reconociendo los esfuerzos que se han hecho para poner la agenda de las mujeres al interior de los sindicatos, pero a sabiendas de que no basta con una representación simbólica o una firma en los pronunciamientos; convocando a sus agremiados, guardando las medidas sanitarias, teniendo consciente la pandemia que atravesamos.

Regresando sobre el tema de la masividad, ¿Qué hubiera pasado si la Unión Nacional de Trabajadores o la Nueva central de Trabajadores, hubieran convocado a sus miles de agremiados para respaldar la demanda por el derecho al aborto?

Por otro lado, imaginemos incluso si todas las centrales sindicales charras fueran recuperadas por sus bases y se pusieran al servicio de luchar por los derechos de las trabajadoras, de la mano del reclamo por condiciones laborales dignas. Dicha lucha debe ser encabezada por las centrales sindicales que se reclaman democráticas.

Si partimos de que la clase trabajadora está compuesta en un 50 % por mujeres, y los sindicatos deberían ser instrumentos de lucha en defensa de los reclamos de las y los trabajadores, ¿no deberían estos también retomar los reclamos de la mitad de sus agremiades, es decir las trabajadoras?

Por otro lado, si reconocemos que la violencia y la negativa de derechos sexuales y reproductivos, afectan principalmente a las trabajadoras y jóvenes precarizadas (esto lo muestran incluso las cifras oficiales), creemos necesario que desde los centros de trabajo y estudio se discutan estas problemáticas.

Por eso es vital el impulso de comisiones de mujeres, que discutan cómo enfrentar la violencia dentro y fuera de sus centros de trabajo, así como la necesidad de unir los reclamos por derechos laborales, con las demandas democráticas del movimiento de mujeres. Con un arduo trabajo para convencer a las bases trabajadoras para que abracen como propia la lucha contra la violencia y el feminicidio, entre otros reclamos, que muestre que la división entre hombres y mujeres no solo es impuesta desde las patronales y las burocracias sindicales, sino que ésta debilita la lucha por los reclamos de la clase. Además de que impide responder como una sola ante la represión como la que vivimos el 28S.

Romper con esta división implica también una lucha cotidiana contra los atrasos y el machismo de nuestros compañeros y que permean al conjunto de la clase, así como otro tipo de actitudes opresivas desde el racismo, o hacia la comunidad migrante, LGBT+, etc. De ahí que, desde nuestra perspectiva, es muy importante el trabajo de base en dichos espacios, de la mano de las comisiones de mujeres. Una pelea que damos desde Pan y Rosas con las compañeras trabajadoras al frente, y las agrupaciones clasistas y combativas que impulsamos desde el MTS en los espacios sindicales.

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¿Qué perspectivas para el movimiento de mujeres y ante la represión?

Lo que se mostró el pasado 28S es el carácter represivo que tiene el Estado, esto lejos de ser una excepción, es una característica intrínseca del mismo. Es decir, el Estado no es un ente imparcial que vela por los intereses de todas las clases por igual, sino que es un instrumento para mantener el Status quo, que se traduce en mantener las bases del sistema capitalista y patriarcal intacto.

Esto se deriva de que, incluso los gobiernos con retórica “progresistas” como es el caso de la 4T se inscriben en el marco del sistema capitalista y patriarcal, basado en la opresión y la explotación de las grandes mayorías trabajadoras, un sistema que buscan mantener intentando convencernos de que puede tener una cara “amable” o “progresista”. Partiendo de esto, es imposible creer que podemos reformar el régimen actual en beneficio de las mayorías. De ahí que, desde Pan y Rosas, sostenemos una perspectiva anticapitalista, socialista y revolucionaria; pues creemos que es necesario enfrentar este sistema, para que sobre sus ruinas construyamos una sociedad libre de explotación, violencia y opresión.

Por ello, como mencionábamos más arriba, es vital la alianza con la clase obrera y los demás sectores que padecen los agravios de este sistema, que además muestra su cara más cruenta cuando se trata de mantener la estabilidad.

La represión tiene un mensaje claro, hacernos retroceder de las calles, algo que creemos que no puede ser así. Por el contrario, debemos denunciar que si la reactivación económica dictada por el gobierno federal nos hace volver a nuestros centros de trabajo, debemos retomar las calles para visibilizar nuestros reclamos; esto preservando todas las medidas de sanitarias.

Son necesarios también espacios de organización y discusión, en los que puedan confluir distintos sectores de mujeres, haciendo confluir tanto las demandas contra la violencia o por derechos elementales como el aborto, con la denuncia a la precarización que tiene rostro de mujer y es la parte silenciosa de la violencia en contra de nosotras. Con métodos democráticos y amplios, en los que se pueda coordinar un plan de lucha contra el feminicidio y la precarización, condición necesaria para desarrollar la autoorganización del movimiento y avanzar en conquistar su independencia política frente al gobierno y los empresarios.

Dichos espacios y con el impulso del movimiento de mujeres vinculado a la clase trabajadora, nos permitiría arrancarle a esta democracia degradada derechos elementales como los descritos anteriormente, sin perder de vista que, por más derechos conquistados, mientras se preserve la estructura de este sistema, los mismos van a ser sistemáticamente atacados por los gobiernos y la derecha.

De la mano de luchar por recuperar los sindicatos, para que sean verdaderas herramientas de lucha de la clase trabajadora –de la cual insistimos, somos la mitad-, para unir la lucha por mejores condiciones laborales, a los reclamos contra la violencia o derechos como el aborto.

Es por ello que, desde Pan y Rosas peleamos por construir corrientes clasistas y antiburocráticas al interior del movimiento de mujeres, que denuncien que el germen de la violencia y la opresión se encuentra en la raíz de este sistema y defiendan la independencia política y organizativa del movimiento de mujeres frente a los agentes del capital, la burocracia sindical, las patronales y los políticos del régimen. Abrazando una perspectiva anticapitalista, que identifique que la única forma de llevar hasta el final todas nuestras demandas y conquistar un mundo sin violencia ni precarización, es derribando este sistema. Así como también, peleamos para que nuestros reclamos sean retomados por las organizaciones obreras y dentro del movimiento estudiantil.

Llamamos a que, desde las organizaciones de mujeres, sociales, sindicales, colectivas y de izquierda, impulsemos una coordinación que enfrente y denuncie la represión, y trace una ruta para luchar contra la violencia, el feminicidio y la precarización a nivel nacional. Con una clara delimitación de la derecha que pretende montarse en nuestros reclamos, y del gobierno que hace días mandó reprimir nuestra movilización.

Esto es vital, ante las movilizaciones y plantón de la extrema derecha, mismos que no se vieron hostigados por la policía, y ante la terrible respuesta del actual gobierno. Pues las bases para construir una sociedad distinta, con plenos derechos para las mujeres y todos los sectores oprimidos, así como libre de explotación se encuentra en la acción revolucionaria y lucha colectiva de todos los sectores que se ven afectados por este sistema, de forma independiente al Estado, sus partidos e instituciones.

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