Recibimos una denuncia anónima sobre la existencia de más de quince casos positivos desde el 27 de julio. Según el testimonio, la empresa ubicada en Pilar no informa la situación a sus trabajadores y los convoca individualmente y en secreto para cubrir los puestos de los contagiados que se encuentran en aislamiento.
Jueves 6 de agosto de 2020
La persona denunciante afirmó que desde el comienzo de la cuarentena se encontraban trabajando entre quince y veinte personas de varios sectores como mantenimiento, limpieza, seguridad y sistemas. De acuerdo al relato, hubo un caso positivo de un trabajador de la cocina que contagió al resto. A partir de esto la empresa, propiedad de Oasis Entertainment Group (OEG), desinfectó solamente el sector de cocinas pero no todo el establecimiento por donde circulaban los demás empleados.
En el testimonio se denuncia que el bingo oculta la situación a la mayoría del plantel, poniendo en riesgo su salud y la de sus familias. Además la empresa “pasó” los casos positivos a través de la ART que solamente cubre los test al personal, evitando de esta manera hacerse cargo de testear a los contactos estrechos y exponiendo de manera irresponsable a mucha gente de afuera al virus.
La actitud intransigente del Bingo Oasis resulta repudiable por donde se la mire. El OEG, perteneciente al empresario del entretenimiento Ricardo Glazman y al matrimonio Alejandro Gravier-Valeria Mazza, ya había intentado suspender sin goce de sueldo a los empleados del bingo al comienzo de la cuarentena, teniendo que retroceder debido a la repercusión del caso. Más tarde, redujo los salarios y dejó sin cobertura médica a los trabajadores.
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Desde que Alberto Fernández decretó la cuarentena obligatoria en marzo ha podido verse una y otra vez a las patronales avasallando derechos laborales: ocultan casos positivos, despiden, suspenden y rebajan salarios. Además los protocolos sanitarios que implementan están al servicio de garantizar la producción y sus ganancias, en lugar de poner la salud obrera como prioridad. Esto sucede con la venia de la burocracia sindical que negocia las condiciones con la patronal y deja pasar estos ataques, llegando en algunos casos a ponerse de su lado y en contra de los trabajadores.
Evidentemente la “dureza” de los discursos del presidente para calificar como “miserables” estos comportamientos empresariales queda solo en palabras. En los hechos ha cedido en todo a las exigencias de los dueños del país, pagando la mitad de los salarios privados -incluyendo el de los CEOs-, avalando las reducciones del 25% de los mismos, o bien, retrocediendo rápidamente de los intentos de intervención estatal de la salud privada o de la patronal estafadora de Vicentín. El tan anunciado proyecto de ley de “contribución por única vez” a los ricos jamás fue presentado. Solo el Frente de Izquierda presentó en el Congreso un proyecto de ley de impuesto a las grandes fortunas que el oficialismo y la oposición patronal se niegan siquiera a discutir.
El Gobierno Nacional dejó en claro que su prioridad es pagar la deuda externa, como muestran el acuerdo alcanzado con los “fondos buitres” y festejado por la oposición de derecha y sectores del progresismo, o la ampliación del presupuesto macrista aprobada en Diputados.
En cambio, muchos trabajadores y trabajadoras comienzan a llegar a la conclusión de que el Frente de Todos no los defenderá de los ataques en curso y los que vendrán. Por eso en varios sectores como transporte, metalúrgicos, automotrices, comercio o docentes están impulsando plenarios nacionales abiertos con la perspectiva de organizarse para enfrentar el ajuste que reclaman las patronales al Gobierno. Una valiosa y esperanzadora iniciativa en todo este lío.
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