La llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil no significará únicamente un vuelco hacia un duro autoritarismo en cuanto a lo político, o al fundamentalismo protestante en el ámbito religioso; sino que ha encontrado como aliado al neoliberalismo más desatado.

Patricio Araneda FCE UBA / @patrotsko
Sábado 24 de noviembre de 2018
Sólidos han sido los resultados obtenidos por los países que reconvirtieron la paradigmática fórmula política y económica del Estado subsidiario.
China se transformó en un modelo en sí mismo, su inaudito crecimiento lo impuso como alternativa a las democracias liberales, cuyo auge fue acelerado posterior a la crisis económica mundial iniciada en 2008 y se continúa edificando sobre los incalculables escombros que siguen dejando de lado la careta de ser "democracias liberales" con la que los grandes capitales aseguraron su gobernabilidad y legitimidad.
Ante el gigante botín que significa la economía brasileña, el empresariado babea con el placer que les produce la posibilidad de privatizar la mayor compañía en manos del Estado, Petrobras. Cómplices de ellos son los conocidos Chicago Boys.
Rubem Novaes, Paulo Guedes, Joaquim Levy y Roberto Castello son los aprendices de Milton Friedman que participarán del nuevo gobierno.
Guedes, quién liderará esta apuesta en lo económico desde el ministerio de Hacienda, inclusive fue profesor en la Universidad de Chile durante dictadura y admira los "logros económicos" de Pinochet.
El planteamiento de las radicales medidas económicas ha contado con la confianza de parte importante de la élite brasileña, y deja expectante a la latinoamericana sobre cuán efectivo para sus intereses será el avance de las políticas que Bolsonaro añadió en su programa electoral. La duda resonó en su propio sector cuando los militares advirtieron su descontento con el cambio de propiedad de Petrobras, ya que sus privilegios en salud, jubilaciones y sueldos provienen de este rubro.
Resta observar la respuesta que darán los sectores trabajadores, mujeres y/o de afrodescendientes de frente a las reaccionarias intenciones de la élite, que se muestra tal cual es, sin guiños ni concesiones al pueblo, apelando a la miseria como bandera de hacer política, facilitado con un sentido común populista, inculcado a las masas por otros cómplices, los medios de comunicación.
¿Podrán esta vez los Chicago Boys lograr su cometido? Eso sí, desde el MRT en Brasil, organización de la Fracción Trotskista internacional, se propone resistir con comités de base y asambleas de la misma índole que organicen espacios de mujeres, trabajadores y estudiantes para frenar a una de las derechas más reaccionaria del continente.

Patricio Araneda
Economía.