Brasil es uno de los países con mayores reservas de agua del mundo. Un verdadero paraíso hídrico, empezando por los grandes ríos de la Amazonia y el colosal depósito subterráneo de agua del planeta, el acuífero Guaraní. Sin embargo, la mayor ciudad del Brasil se encuentra desde hace meses bajo un fuerte racionamiento de agua.
Jueves 16 de octubre de 2014
La familia trabajadora paulista sufre la privación de agua elemental para cubrir sus necesidades básicas. El gobierno tucano (PSDB) de San Pablo culpa a “San Pedro”. Según el punto de vista oficial, sería la naturaleza la que nos habría sorprendido con semejante sequía.
Alckmin miente y le echa la culpa a San Pedro
La verdad es que la Compañía de Saneamiento Básico del Estado de San Pablo (Sabesp) que desde hace dos años sabía que la sequía de 2014 estaba en camino y no hizo nada para evitar lo peor. Tanto es así que la empresa distribuyó un informe en 2012 a los inversores internacionales, en la Bolsa de Nueva York, avisando de los daños que podría provocarle la sequía. Todo se encuentra documentado en la denuncia reciente del Ministerio Público en San Pablo.
Resumiendo: los capitalistas no pueden sufrir daños, fueron avisados a tiempo; pero el racionamiento y las privaciones son descargadas sobre la vida cotidiana, ya difícil, de los trabajadores que siempre pagan la cuenta de las crisis engendradas por el capitalismo. El resto es hipocresía lacrimosa de “si dios quiere, la semana que viene va a llover” y de ofrecer un bono para cada paulista que fraccione un litro de agua. Limitado a los pobres, ya que en el barrio de Alckmin, por ejemplo, no falta el agua. El resto es una puesta en escena para embellecer la situación y esconder su gravedad.
El agua como mercancía
La verdad es que tanto el gobierno de San Pablo como el Estado brasilero tratan el agua como una mercadería y favorecen el gran negocio hídrico. Los ingresos y las ganancias de los inversores internacionales de la Sabesp provienen en un 70% del sistema de Cantareira, uno de los mayores sistemas de tratamiento del agua del mundo. Obviamente estos capitales no invertirían billones para replantear este sistema y favorecer al pueblo trabajador.
El Estado está en manos de esos lobbies y de sus parlamentarios de alquiler. La burocracia de la Sabesp y las agencias federales (ANA, DAEE) son cómplices de la grave situación anunciada hace dos años sin tomar ninguna iniciativa en términos de planeamiento preventivo.
Da lo mismo un tucano del tipo incompetente como Alckmin/Aécio, o petistas como Lula/Dilma. Son gobiernos que promueven el hidronegocio y saquean al Estado.
Sabesp es una empresa “estatal” de capital abierto, en línea con las famosas asociaciones Público-Privadas (PPPs) del neoliberalismo. Ingresó a la Bolsa de Nueva York en el año 2000 y diez años después fue premiada como la empresa que más rápidamente logró valorizarse, recortando costos y acumulando capital para sus accionistas. Prueba de eso es que en tres décadas la población de San Pablo creció 3 veces y el sistema de represas es el mismo.
Los lechos de los ríos no se limpiaron (aguas residuales son arrojadas en ellos) y ni siquiera ampliados. Este es el problema de fondo que generó el actual stress hídrico. Sabesp está preocupada por sus accionistas, vive en el mundo de las grandes corporaciones que lucran con la mercantilización del agua.
Hoy las grandes corporaciones imperialistas controlan el agua del planeta. Sin tener la visibilidad de la Shell en el petróleo, las seis grandes, “seis hermanas”, controlan el 70% del agua “privada” aquí y fuera del mundo. Ellas son: Dow Chemicals, Bechtel, Thames, Suez, Veolia y American Water.
La falta de agua es un problema político
¿Cómo olvidar que el agua se transformó en una mercadería (commodity) igual que la madera, minerales, o la Coca Cola? La distribución desigual del agua en San Pablo (y también en el planeta, donde el 20% de la población no tiene acceso al agua potable) y la absurda imprevisión de esos gobiernos no es un “problema de San Pedro”. Es un problema político.
Queda claro que los capitalistas son incapaces de administrar siquiera nuestra agua. Como una burguesía de un país atrasado, va a remolque de las “seis hermanas” (imperialismo), sus migajas, la corrupción y las ganancias. En cuanto a los consumidores pobres: ¡que se arreglen!
En términos de ganancia es sabido que el agua es el petróleo del siglo XXI. En 2006, el New York Times llamaba la atención sobre el hecho de que el agua ya era más prometedora como mercadería que el petróleo. Las fuerzas del hidro-negocio trabajan en esa perspectiva. Nos cabe a nosotros, la clase trabajadora tener otra estrategia: luchar por la plena estatización del agua, terminar con su carácter de commodity y tomarla en nuestras manos, de los trabajadores organizados en alianza con los consumidores pobres y acabar con la actual desigual distribución y la miseria hídrica, con las escenas de descalabro brutal a las que asistimos todos los días.
Gilson Dantas
Nacido en el estado de Sergipe, Brasil. Integrante del MRT de Brasil, del staff de Esquerda Diário y de la revista Idéias de Esquerda. Coordinador de la línea de investigación sobre Imperialismo y de la cátedra Historia de la clase trabajadora en Brasil, en la Universidad de Brasilia (Trabajo Social). Posdoctor en Políticas Sociales y médico graduado por la misma universidad. Posgrados en la UBA y en la Academia de Ciencias de Pekín. Exdirector de la revista Contra a Corrente e integrante del Núcleo de Investigación Marxista (NUPEMARX) de la Universidad Federal de Goiás. Autor de varios (…)