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Red Internacional
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Brasil: no al golpe, libertad para Lula y organización independiente de la clase trabajadora

Luego del momento de mayor tensión, desde la Corriente de Trabajadores por el Socialismo abrimos el debate acerca de la situación en Brasil y su repercusión en Uruguay, intentando responder a los principales interrogantes.

Sábado 28 de abril de 2018

¿Hay golpe en Brasil?

Creemos que sí, ya que la distitución de Dilma Rousseff fue un golpe institucional operado desde la derecha política que utilizó a la justicia y el parlamento brasileños; un golpe que fue promovido por los Estados Unidos para imponer nuevas cadenas económicas y políticas y para pasar un ajuste brutal que permita mantener e incrementar sus ganancias.

Este golpe se asienta en un giro económico neoliberal con pérdidas históricas de conquistas obreras, en la militarización de estados enteros como el de Río de Janeiro y la impunidad de que gozan las fuerzas represivas y paramilitares en los asesinatos políticos como el de Marielle Franco.

Hay que decir que el gobierno petista de Rouseff venía ya aplicando medidas contra los trabajadores, realizando recortes en planes sociales y garantizando la ganancia capitalista. Pero frente al avance de la derecha y a la posibilidad de que ésta saque del poder al PT violando el mandato popular, decimos NO AL GOLPE sin depositar ninguna confianza ni brindar apoyo político al PT, fuerza que ha gestionado el estado burgués por más de 10 años, situación que se asemeja a la del Frente Amplio en Uruguay.

Nos oponemos al golpe porque cualquier restricción a las libertades democráticas perjudica directamente la organización y capacidad de lucha de la clase trabajadora, de las mujeres que se organizan, de los pobres de las favelas, etc.

El PT de Dilma y Lula, ¿no es corrupto?

Si, el PT es tan corrupto como el resto de los partidos de la derecha brasileña, porque la corrupción, las prebendas y sobresueldos en el estado burgués son algo estructural del régimen. La burguesía y el imperialismo necesitan mantener cooptados a los políticos para que éstos voten leyes a su favor y guarden secreto acerca de sus ilícitos.

Esto también pasa en Uruguay (Sendic, Bascou, etc). A veces estos políticos son directamente cómplices y/o aliados en los negociados; otras son intermediarios o como en el caso de Sendic utilizó su cargo político para beneficio personal. Pero quienes hoy juzgan al PT brasileño son tan culpables y corruptos (o más) por lo que no se puede apoyar ni el golpe de la derecha ni el proceso de impeachment del Lava Jato.

¿Por qué encarcelan a Lula?

Haciendo una utilización política de la supuesta “lucha contra la corrupción”, la derecha – la misma que hasta hace poco gobernaba con el PT - quiso sacar de carrera al candidato con mayor intención de voto y predilecto de las mayorías obreras y populares. La burguesía y el imperialismo quieren dar un mensaje de clase de que están dispuestos a ir por todo, avasallando los derechos adquiridos por las y los trabajadores en décadas de lucha y organización.

Además, la decisión tomada por el STF brasileño estuvo totalmente condicionada por las amenazas del ejército que comunicó que si no se encarcelaba a Lula esta fuerza iba a intervenir.

Por eso, el encarcelamiento de Lula es la continuación de ese golpe de estado institucional de la derecha, un golpe que hay que enfrentar con los métodos de la clase obrera, la huelga y los piquetes, frenando el avance golpista pero a la vez separándose de la política conciliadora y pacifista del petismo que, frente al encarcelamiento de Lula tuvo un discurso apaciguador llamando a confiar en las instituciones democráticas, las mismas que asestan el golpe.

Mientras tanto, la central obrera CUT – hegemonizada por el PT - no fue capaz de hacer intervenir a la gran fuerza social que es la clase trabajadora organizada y convocar a una huelga general para que se exprese todo el repudio ante esta avanzada derechista.

¿Cómo enfrentar el golpe y la avanzada de derecha?

Desde la CTS coincidimos con la política levantada por nuestro partido hermano en Brasil, el MRT, quien propone que la clase trabajadora, las mujeres y la juventud enfrenten el golpe de la derecha con el método de la huelga general y los piquetes de ruta y calles importantes, que se exprese nuestra fuerza social de forma independiente al PT y a todas las variantes de centroizquierda que son vacilantes ante el golpe.

Proponemos ganar las calles e imponer con la movilización popular la realización de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que resuelva no solo el problema de la corrupción en el sistema político sino todos los problemas más acuciantes como el salario, el trabajo, la salud y la educación. Que otorgue el aborto legal seguro y gratuito, que enfrente la persecución política y los asesinatos selectivos, que frene la violencia militar en las favelas, la criminalización de la pobreza y que rompa definitivamente con el imperialismo, que es el último responsable de esta calamitosa situación.

Proponemos la abolición de la institución presidencial y de la cámara de senadores y que se pase a funcionar con una cámara única con parlamentarios elegidos democráticamente y revocables en cualquier momento. Exigimos el desmantelamiento del aparato judicial actual – lugar donde se esconden los ladrones de guante blanco y los cómplices de los militares asesinos – y proponemos la elección de jueces por voto popular y la implementación de juicios por jurados populares, entre otras medidas elementales para que se exprese la mayoría de la población.

Proponemos que todos los cargos políticos cobren lo mismo que un obrero calificado y sean revocables en sus cargos. Y así cuestionar cada institución en la que se basa el poder burgués.

¿Cómo fue tomada la crisis brasileña en Uruguay?

Frente a la crisis – que hoy sigue abierta – distintas fuerzas políticas uruguayas se han manifestado a favor y en contra del encarcelamiento a Lula.

El Frente Amplio sacó una declaración en contra del encarcelamiento y a favor de “la democracia”. Sin embargo, los sectores ligados a Astori (Asamblea Uruguay) evitaron firmar esa declaración y se retiraron de la Mesa Política del FA para no tener que votar en contra, mientras que el Nuevo Espacio de Rafael Michelini aceptó la declaración con la condición de que le quitaran la palabra “golpe” (sic).

Esta actitud, sumada a la postura de Tabaré Vázquez llamando a negociar con el golpista Michel Temer en la Cumbre de las Américas, demuestra el cambalache que es el Frente Amplio y la falta de consistencia de una fuerza política que se esfuerza en quedar bien “con dios y con el diablo”, o sea con la derecha brasileña y el imperialismo por un lado y con su propia base electoral de izquierda por otro.

Por su parte, el Partido Comunista del Uruguay (PCU) convocó a una concentración en las puertas de la Embajada de Brasil bajo la consigna “Lula Amigo”, llamando a los trabajadores uruguayos a confiar en Lula y en el PT.

Esta postura responde a una política más general de apoyo a las variantes reformistas y nacionalistas burguesas en América Latina (llegando al colmo de llamar a apoyar en las últimas elecciones al ex-menemista Scioli en Argentina). Una lógica que siembra esperanzas en estas variantes políticas - que demostraron su agotamiento luego de la caída de los precios internacionales de las materias primas de las cuales dependían y que terminaron administrando el estado burgués “con rostro humano”-.

Esta lógica es la que también aplica el PCU en Uruguay integrando y defendiendo con uñas y dientes al gobierno del Frente Amplio, cuando a su interior los sectores más de derecha se alinean con expresiones de la derecha a nivel internacional.

Justificándose con que en Latinoamérica avanza “el fascismo” y la derecha, el PCU propone montar alianzas amplias con sectores también burgueses o “frentes democráticos” como hoy promueve el PT en Brasil con partidos que en 2016 fueron golpistas. La aplicación a la “uruguaya” de esta política es por ejemplo la integración de Juan Raúl Ferreira a la 1001. Otro ejemplo fue en el acto homenaje a los Mártires de la Seccional 20 donde hubo un discurso de “reconstrucción de la unidad antifascista” de la última etapa de la dictadura.

Por su parte, otras expresiones de la izquierda uruguaya se han manifestado a favor de la cárcel a Lula y hasta a favor del golpe institucional. Estas corrientes no ven que con el golpe y la cárcel a Lula los únicos que se fortalecen son los sectores de la derecha brasileña y el conjunto del régimen burgués, que ahora está más fuerte para seguir reprimiendo las luchas obreras, entrar a matar en las favelas y judicializar la protesta social.

Con esta postura no hacen más que ubicarse en el campo de la derecha golpista contra “el oportunismo del PT” o bien, queriendo denunciar una “disputa interburguesa” entre la derecha y el lulismo, la clase obrera debe mantenerse prescindente. Pero esta postura desconoce las consecuencias que tiene el golpe en la vida de los millones de trabajadores y trabajadoras que hoy deben tirar a una dictadura avalada por la casta política y la justicia adicta al poder.

Uruguay debe posicionarse contra el golpe institucional y la cárcel a Lula

El Frente Amplio de conjunto parece no haber pasado la prueba ante la crisis brasileña abierta. A su interior hay más de una postura, que lleva en los hechos a estar “en bandos separados”: o con los golpistas o con Lula y el PT, pero nunca con las trabajadoras y trabajadores del Brasil que necesitan plantear una postura independiente y pelear para que la crisis la paguen los capitalistas enfrentando la injerencia del imperialismo norteamericano.

La postura del gobierno de “no opinar” sobre asuntos judiciales de otro país como Brasil no es síntoma de respeto a la soberanía sino simplemente es no jugarse por los derechos humanos, es permitir que la derecha siga avanzando en América Latina, y es apaciguar la resistencia de las masas y someterlas a la desmoralización de no luchar contra un ataque a sus libertades democráticas y a la pérdida de sus conquistas históricas.

Es necesario enfrentar en América Latina todo atentado a las libertades democráticas y los golpes a los gobiernos constitucionales ya sean perpetrados por las fuerzas armadas como escondidos tras el velo de la justicia que los avala. Cuando el imperialismo voltea a gobiernos como el de Zelaya en Honduras, Lugo en Paraguay o Dilma en Brasil, las masas latinoamericanas deben enfrentarlos con la movilización independiente y pelear por sus propias demandas.