La economía brasileña está en recesión. El principal sector afectado es el industrial destacándose particularmente el sector automotriz considerado estratégico por el gobierno de Dilma y el Partido de los Trabajadores (PT). La crisis en la Argentina también alimenta la crisis en la industria de Brasil.
Flávia Ferreira San Paulo | @FFerreiraFlavia
Miércoles 24 de septiembre de 2014
La economía de Brasil se encuentra parada. Los últimos dos semestres registró un crecimiento negativo (del 0,2 y 0,6% respectivamente). La OCDE recientemente previó que el PBI de Brasil tendría un crecimiento de tan solo el 0,3%, que no alcanza a cubrir el crecimiento anual de la población.
El principal sector afectado por el estancamiento de la economía brasileña es el industrial; destacándose el automotriz -que representa cerca del 5% del PBI brasileño y es considerado un sector estratégico para el gobierno de Dilma y el PT-, que inyecta billones de reales en exención fiscal y líneas de crédito. Cabe aclarar que las principales empresas en Brasil son las ensambladoras de autos y máquinas que giran ganancias a sus casas matrices en los países imperialistas de Europa y EEUU.
La industria automotriz se ve afectada por el estancamiento económico del país. Solamente este año despidió 8.700 trabajadores hasta agosto. La producción tuvo una caída acumulada del 18% desde enero al mes pasado, además de una caída del 50,6% en las exportaciones de los automóviles si comparamos agosto del 2014 con el mismo mes del 2013. El 59% de estas exportaciones son destinadas a la Argentina, el mayor consumidor de manufacturas de Brasil.
La dependencia de ese sector con el mercado argentino tuvo un crecimiento significativo en len los últimos 10 años. A su vez Brasil adquiere cerca del 90% del total de las exportaciones de los vehículos producidos en Argentina, por lo que la crisis en ese país también alimenta la crisis en la industria de Brasil.
Analizando las exportaciones totales de Brasil se observa que tan solo un 8% se destinan a la Argentina, por lo que lejos está de ser el principal mercado consumidor para Brasil, al contrario de China. La Argentina depende principalmente de Brasil para sus exportaciones, 60% de estas son productos industriales, esencialmente automóviles así como bienes de consumo general como electrodomésticos. Los últimos datos de comercio entre ambos países muestran una caída del 28% en agosto, con un déficit de 438 millones de dólares para la Argentina. Este año el flujo comercial entre los dos países fue de 19.161 millones de dólares; 22% menos si comparamos con el mismo período en 2013.
Desde el 1 de Julio del 2014, cobró fuerza el nuevo acuerdo firmado por Dilma y el gobierno de Cristina Kirchner que determina que los automóviles producidos en Brasil representen el 44,3% del mercado argentino y que la argentina, a su vez posea el 11% del mercado interno brasileño de consumo de automóviles. En este acuerdo, si la argentina exporta 10 millones de dólares en vehículos, Brasil exportará 15, con una exención fiscal del 35%, para mantener los precios más baratos para los consumidores argentinos.
Las exportaciones brasileñas de automóviles continúan en descenso e incluso luego de la firma del acuerdo, las contrataciones continúan en declive (según la ANFAVEA, Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotrices, importante entidad patronal de Brasil). Las tendencias al bajo crecimiento y mayor austeridad económica de Brasil para el próximo año, con Dilma o Marina en el gobierno, pueden empeorar este cuadro que afecta negativamente al comercio entre Brasil y Argentina.
Los ajustes “necesarios” para que las ganancias se mantengan pese a la crisis son hechos con el apoyo de los gobiernos, de forma de que quien pague los costos de la reestructuración productiva y la caída de las ventas de la industria automotriz, en Brasil y Argentina sean los trabajadores. Esto ya viene ocurriendo y en Brasil se manifiesta con despidos, cierre de plantas, flexibilización en los derechos de los trabajadores, precarización para los trabajadores que permanecen en las líneas de producción y lay offs -suspensiones en el contrato laboral, donde una parte del salario es abonado con dinero del estado y que recientemente fue ampliado a un plazo máximo de un año- beneficiando a multinacionales como Volkswagen, Peugeot-Citroën y General Motors.