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Red Internacional
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Tribuna Abierta. Brexit, la Europa del capital se fracciona

El referéndum en el Reino Unido ha llevado a que esta tenga que salirse de la Unión Europea. El “brexit” ha ganado por un ajustado 51,9%. La participación ha sido alta, el 72%, demostración de que la cuestión de permanecer o salirse de la UE no generó nada de indiferencia.

Antonio Liz

Antonio Liz Historiador, Madrid

Viernes 24 de junio de 2016

Foto: EFE

Si bien Inglaterra y Gales han votado a favor de salirse de la UE en Escocia e Irlanda del Norte (en realidad, el norte de Irlanda) han votado por permanecer. En Escocia el “remain” ha supuesto el 62% y en Irlanda del Norte el 53,2%. Si bien en el norte de Irlanda el Sinn Fein ya está pidiendo un referéndum es improbable que se celebre, según ha afirmado la propia presidenta del gobierno. Ahora bien, el caso de Escocia ya es otra cosa. Allí las posibilidades de que se convoque un referendo son muchas y muchas también las posibilidades, a tenor de los propios resultados que se acaban de dar, de que Escocia votase dejar el Reino Unido para pasarse a la UE. Así, la primera lectura que habrá que hacer es que el resultado no ha fortalecido el entramado estatal del Reino Unido sino todo lo contrario.

Más allá de la propia realidad supra-estatal habrá que preguntarse por qué algo más de la mitad de los votantes del Reino Unido ha querido dejar la UE. La respuesta está en que la Unión Europea es una cárcel de los pueblos. Cárcel en el sentido de que las diferentes naciones están privadas de su propia soberanía y cárcel porque las políticas sociales de la UE llevan a la precarización de la clase trabajadora comunitaria.

La cuestión de la soberanía nacional y la supuesta invasión de inmigrantes las han utilizado la extrema derecha y una parte de los conservadores para justificar la salida de la UE. Es tan obvia la carencia de soberanía nacional en la UE de Angela Merkel –léase, del gran capital alemán- que esta ha sido una de las razones que ha llevado a la salida del Reino Unido. Otra razón está en la cuestión de los inmigrantes, que las oleadas actuales producidas por la guerra de Siria y por la fragmentación de Libia han puesto de plena actualidad. A pesar de que la insolidaridad con los inmigrantes es hasta una evidencia mediática, la extrema derecha y el ala más reaccionaria de los conservadores de la Europa comunitaria aún considera que es mucha y que las ayudas a los inmigrantes debe ser cero ya que primero están los nacionales y después –nunca- los extranjeros. Esta forma fácil de potenciar el racismo echándole la culpa de la crisis económica a sus víctimas más directas (la desestabilización y la guerra en Siria y en Libia ha sido posible gracias a las “democracias” occidentales) tiene calado entre sectores populares comunitarios asustados o pauperizados por la crisis.

No hay medidas sociales comunitarias que amparen al flanco de la clase trabajadora de la Europa del sur y de la Europa balcánica. Un salario mínimo comunitario digno, una sanidad comunitaria digna, una política de vivienda comunitaria digna y una prestación de desempleo comunitaria digna serían imprescindibles tanto para la Europa del sur como para la Europa balcánica. Pero no sólo esto, la propia clase trabajadora en el epicentro de la UE ve atacados sus derechos, como es el caso de la contrarreforma laboral que se quiere imponer en Francia. Así, no es difícil deducir que ante tanta política antisocial la UE genere desafecto entre su mayoría social, la clase trabajadora. Ante esto, una parte de la clase trabajadora hace una lectura correcta, la política de la UE depende de las necesidades de la gran patronal. Otra parte hace una lectura incorrecta, si no fuera por los inmigrantes tendríamos trabajo y bien pagado.

Si la UE diera un buen cobijo social a la clase trabajadora esta no querría ni oír tan siquiera el planteo de salirse de la UE. Pero no es así, tanto que hasta un ínclito defensor de la UE, Felipe González, ha dicho a raíz del brexit que no se pueden continuar con las “políticas de austericidio”. Este cínico concepto encubre el incremento de la política de explotación de la clase trabajadora rebajándole el salario y las prestaciones sociales en educación, sanidad y pensiones y la política nada austera de la burguesía europea ya que incrementa su riqueza comprando a menor precio la fuerza de trabajo y los bienes. Pero lo que en realidad está haciendo el Sr. González, a través de las páginas de El País, es mandarle un mensaje a la burguesía alemana, “si sigues recortando tendrás grandes movilizaciones sociales, y esto se sabe como empieza pero no como se acaba”. Claro, en plena crisis mundial del sistema capitalista la alta burguesía alemana no quiere dejar de convertirse en acreedora de deuda. Pero, ya se sabe, la avaricia rompe el saco, es decir, desata las movilizaciones sociales.

La UE nada tiene que ver con una Europa de los Pueblos, porque ni se respeta la soberanía de cada nación ni los derechos de la clase trabajadora, su mayoría social. Es una estructura pensada por y para el gran capital. Lo que le interesa a la alta burguesía, la que domina las grandes empresas y la banca, es que el capital circule con toda libertad para extender sus negocios y que la fuerza de trabajo se pueda comprar al más bajo precio posible para incrementar sus beneficios.

Claro, entre lo que la alta burguesía quiere y lo que puede implementar no hay una relación del cien por cien ya que su poder siendo enorme no es absoluto. Así, tiene que ceder en prestaciones sociales y salarios en función de las movilizaciones sociales. Y cuando cede no lo hace porque quiere sino porque no le queda más remedio, porque ve peligrar la paz social. La doble moral de la gran burguesía, decirle a las masas que está por el Estado del Bienestar cuando le rebaja todo lo que puede las prestaciones y los salarios, es un exponente de que su proyecto no tiene futuro social ni político. Por lo tanto, la crisis en la UE será constante porque esta no supone una salida real ni para la soberanía de los pueblos ni para los derechos de su mayoría social.

En los hechos, la UE está cuestionada desde la extrema derecha y desde la izquierda social. La extrema derecha porque quiere recuperar la soberanía de su propio Estado para implementar su propia explotación alejada de la alta burguesía germana y la izquierda social porque quiere integrar a los pueblos a través de la justicia social. Esta va a ser la pugna que se incrementará en el seno de la UE. Que la extrema derecha no se imponga sólo será posible si se camina por el sendero que lleva a la Europa de los Pueblos, a la construcción de los Estados Socialistas Unidos de Europa.