Boliches “gays”, jóvenes exhibiendo su pulsera multicolores y marchas del orgullo de miles parecerían ser el decorado de la capital de la libertad sexual. Sin embargo, catedrales, carteles "amarillo PRO" y afiches con la cara de Cristina y Bergoglio tiñen el paisaje de color clerical. En estas elecciones, se vuelve a poner sobre el tapete la educación sexual, el rol de la Iglesia y su relación con el Estado.
Pablo Herón @PhabloHeron
Miércoles 15 de abril de 2015
Hace años la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es considerada uno de los enclaves gay-friendly a nivel internacional, una metáfora de un oasis de liberación sexual. Abunda el turismo LGBTI y hay decenas de espacios sociales exclusivos. A su vez, fueron conquistadas las leyes de educación sexual, matrimonio igualitario y de identidad de género, a nivel nacional, con importantes movilizaciones en el centro político del país. Sin embargo, esta postal tapa algunos aspectos de una realidad no tan libertaria.
Hoy en día la ley de educación sexual integral, sancionada en el 2006 por el Congreso Nacional, no se aplica en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires y tampoco en muchas otras del resto del país. No hace mucho tiempo el PRO lanzó una campaña que llamaba sugestivamente a la abstinencia sexual como forma de prevenir la transmisión del HIV-SIDA. Esto no resulta raro viniendo de un gobierno que tiene a Macri a la cabeza, bien recordado por afirmar que la homosexualidad es una enfermedad y que una persona homosexual no es “ciento por ciento sana”.
No solamente Macri comulga con las reaccionarias ideas del Vaticano. También Gabriela Michetti, que comenzó militando en Democracia Cristiana, es fiel amiga de la Iglesia y, como diputada, fue una ferviente opositora a las leyes de matrimonio igualitario e identidad de género.
Sin embargo, Macri y compañía no gobernaron estos años en la Ciiudad de Buenos Aires en soledad: en la Legislatura porteña fueron apoyados por el kirchnerismo y el UNEN para la aprobación de muchas de las leyes que de allí salieron, como la creación de la Policía Metropolitana, la misma que participó de los desalojos en Lugano junto a la Policía Federal.
La asunción del argentino Bergoglio como Papa, festejada por Macri con el asueto decretado para las escuelas públicas (¡laicas!), también hizo girar al gobierno nacional en 180 grados su anterior postura frente al arzobispo. Rápidamente, el hasta entonces cardenal del barrio de Flores que era un "archienemigo" del kirchnerismo, se transformó en uno de sus mejores amigos. Su nombramiento como Papa reforzó la injerencia de la Iglesia en el país. Así fue como el kirchnerismo selló una santa alianza con el Vaticano, de la cual, la sanción del Código Civil fue su máxima expresión, dejándole a la Iglesia modificarlo a la medida de la moral clerical. A esto se le suma la continua negación del gobierno nacional para el tratamiento del aborto legal seguro y gratuito en el Congreso.
La relación entre el Estado y la Iglesia tiene décadas de historia, desde la dictadura hasta el día de hoy el Estado exime de impuestos a esta institución y sostiene económicamente al clero con millones de pesos por año. No es algo que ocurre sólo a nivel nacional, sino también en las distintas jurisdicciones provinciales, incluyendo la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Dentro de este mapa político, donde tanto el PRO como el kirchnerismo se abrazan a la Iglesia, la juventud desarrolla y experimenta su sexualidad resistiendo a los continuos ataques a la educación pública, la falta de educación sexual y la constante búsqueda del Vaticano por interferir en nuestras relaciones y deseos.
El Frente de Izquierda, con Myriam Bregman como candidata a Jefa de Gobierno, es la única alternativa consecuente que lucha por una educación pública, laica y de calidad exigiendo la separación de la Iglesia del Estado, que se deje de subsidiar al clero y la triplicación del presupuesto educativo en la ciudad. Para tener una educación sexual que contemple la diversidad de orientaciones sexuales, identidades de género y el placer. Por el aborto legal, seguro y gratuito, así como por el acceso libre y gratuito a todos los métodos de anticoncepción.
Pablo Herón
Columnista de la sección Género y Sexualidades de La Izquierda Diario.