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Red Internacional
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CFK vs. Sabat: nuevo round y un debate sobre la violencia de género

Una caricatura del dibujante de Clarín generó la reacción de la expresidenta, quien lo acusó de publicitar un concepto de “mujer callada y sumisa”.

Juana Galarraga @Juana_Galarraga

Jueves 26 de enero de 2017

En algo así como un deja vu, un nuevo cruce se produjo ayer entre Cristina y el dibujante Hermenegildo Sabat. La contienda retrotrae a los tiempos de las “batallas” cotidianas entre la gestión kirchnerista y el Grupo Clarín, vía cadenas nacionales y actos por un lado, editoriales y titulares por el otro.

El dibujante, uno de los más reconocidos por su trayectoria, publica sus obras en el multimedio hace décadas. Ayer, una caricatura de la ex presidenta con una cruz en la boca, desató su reacción en redes sociales. “Vieron esto de hoy? Clarín y Sabat en días de violencia contra las mujeres publicitando concepto de mujer callada y sumisa”, denunció Cristina en su cuenta de Twitter.

Hace casi nueve años, en abril de 2008, el mismo dibujante publicó en ese diario un dibujo prácticamente igual. En aquella ocasión, se podía ver a la expresidenta con unas vendas en forma de cruz sobre su boca y el rostro de Néstor Kirchner sobresaliendo de su costado izquierdo. Por entonces, la repuesta de la presidenta en funciones fue a través de un acto callejero, donde vociferó ante el micrófono que el caricaturista y Clarín le habían enviado un “mensaje cuasimafioso”. “¿Qué me quieren decir? ¿Qué es lo que no puedo hablar? ¿Qué es lo que no puedo contarle al pueblo argentino?", preguntó Cristina ante los asistentes.

En 2008, recién desatado el conflicto con el campo, momento de inflexión en la relación de los gobiernos kirchneristas con el gran diario argentino, la presidenta hacía alusión a las tapas y los titulares de los medios hegemónicos y monopólicos en cada oportunidad que le era posible. Fue la época en la que se gestó la idea de la “batalla cultural”, de la que ahora parece repetirse un episodio, entre dos viejos enemigos enfrentados.

Algo que no se repite en cambio, es la interpretación que de la caricatura hace Cristina Fernández de Kirchner. Mientras en 2008 adujo un intento de acallarla por sus denuncias y supuestas verdades reveladas al pueblo argentino, ahora enmarca el dibujo de su rostro en un gesto de violencia machista y misógina.

La caricatura en cuestión fue publicada en el contexto de una nota cuyo eje es el escándalo por las escuchas telefónicas y el audio de la conversación que trascendió, de manera para nada clara a los medios, entre CFK y Oscar Parrilli. Más que un ejemplo de violencia de género, lo que rodea la imagen es una operación mediática contra la ex mandataria, en la que se sabe, Clarín juega fuerte.

Operar, operan todos. El Partido Judicial, los servicios de inteligencia, las corporaciones mediáticas y los sucesivos Gobiernos. La conversación en la que Cristina llama “pelotudo” a Parrilli, versa sobre operaciones y el hecho de que ese audio haya llegado a manos de la producción del programa de Luis Majul, constituye una operación política y mediática en sí misma.

Una polémica sobre la violencia de género

Sin embargo, el ribete que tomó la disputa entre Cristina y Sabat, hace eje en la cuestión de la violencia de género, en lo que constituye cierta banalización sobre el tema por parte de ambos. Cristina esta vez, decidió interpretar el dibujo como un ataque a su condición de mujer. Vale aclarar que quien toma la bandera de los derechos de las mujeres, durante más de una década de gestión se negó a legalizar el aborto y bloqueó su discusión en el Congreso.

En algo tiene razón la expresidenta. La imagen de una mujer obligada a mantener silencio en el marco de una sociedad en la que la mujer es acallada permanentemente, implica un nivel de violencia. Sin embargo, no parece ser este el objetivo que anima a Clarín, multimedios que parece más interesado en atacarla por otros flancos, donde el centro parece ser el desplazamiento completo de CFK como figura política de la escena nacional.

Sábat a su vez, respondió a las acusaciones con un argumento bastante poco feliz. “Durante la lamentable dictadura militar, que debió ser motivo de desafío para cualquier sujeto normal en el país, utilicé mi profesión para que los lectores advirtieran que se podía opinar sobre lo que nos entristecía. (…) No hubo ni militares ni civiles que me acusaran de acosar al sexo masculino”.

Parece que en los tiempos del Ni Una Menos, en los que la terrible estadística ascendió a una mujer asesinada cada 30 horas, en tiempos en que movilizaciones masivas, de decenas de miles de mujeres que sacudieron la Argentina y otros países del mundo, no sirvieron para que el maestro dibujante comprendiera la discusión sobre la mujer como género oprimido. Los ataques, críticas y en su caso, caricaturas dirigidas a una figura masculina, ponen en el centro cualquier aspecto de dicha figura, pero no precisamente su condición de hombre, varón, masculino heterosexual. He aquí la cuestión: la violencia de género hacia la mujer reside en que el objeto de la crítica, del ataque o de la burla que suscita por ejemplo, una caricatura, sea su condición de mujer. Parece mentira, pero aún hay que explicarlo.