El amor por la tregua parece no tener límites para las cúpulas sindicales. Las medidas de lucha son una luz tenue y el paro se promete para el final del trimestre. Con parsimonia de sobra y rebuscada retórica, Gobierno y burocracia sindical fingen en los medios preocupación por una realidad que no viven.
Sábado 4 de febrero de 2017
Fotografía: DyN
Tras la decisión de la CGT de levantarse de la mesa de diálogo con el Gobierno y el tibio anuncio de llamar a una movilización -recién para el 7 de marzo-, con posibilidad de un paro posterior para la segunda quincena del mismo mes, el ministro de Hacienda salió a cuestionar las medidas de la central.
"Es un año político, tenemos elecciones legislativas y dentro de la CGT hay distintos sectores que toman nota del año político y hacen un uso político. No tengo dudas de que la cuestión política está jugando un rol importante de lo que pasa en la CGT", aseguró Nicolás Dujovne en declaraciones a Radio Mitre. Aún en ese marco se mostró confiado en solucionar el panorama "en base al diálogo".
Rápido se mostró Héctor Daer -uno de los miembros del triunvirato que comanda la CGT- , para levantar el pié del acelerador. "Es muy difícil que el 7 no marchemos" aseguró. Con esas declaraciones, empezó a relativizar así la, ya de por sí, lejana medida.
Cómodo y con la panza llena, el burócrata sindical de Sanidad también consideró que “siempre existe la posibilidad de que se rectifiquen políticas y que, a partir de ahí, podamos volver a encauzar un futuro". Efectivamente, los despidos y el ajuste en curso no son urgencias para quien no tiene la necesidad de trabajar.
Por su parte, Roberto Fernández, el mandamás de la Unión Tranviarios Automotor confirmó la adhesión de su gremio de cara al paro sin fecha, dado que “cada vez hay más despidos y suspensiones”. Pero aún antes de terminar de ponerle pimienta a sus declaraciones, reculó. "Conversar con el Presidente sería muy importante para ver si podemos encaminar esto y no tenemos que tener estas actitudes porque lamentablemente tenemos que salir a hacer medidas para salvar nuestros derechos" fueron sus afirmaciones.
Pero el premio al más sincero, si lo hubiese, sin duda se lo llevaría Gerónimo Venegas, el “Momo”, titular de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre). “Cualquier persona se da cuenta que es para que el Gobierno llame a negociar y no para ir a un paro", "pusieron una fecha muy lejana, hay tiempo para negociar. No sé si van a llegar al paro", aseguró el “Momo”, a quien le encanta mostrarse abiertamente como uno de los secretarios generales sindicales más propatronales.
Por su parte, Sergio Palazzo -titular del gremio bancario- buscó posar de combativo ante la audiencia de Radio 10. Celebró el supuesto plan de lucha de la CGT dado que "hay que ponerle un freno a esta situación, hay despidos, intromisión en las paritarias, y cuando una ley nos les gusta, la vetan". "No estoy dispuesto a que los trabajadores que represento paguen el ajuste", sentenció.
El detalle no menor es que mientras Palazzo embestía ante los micrófonos mediáticos, se ausentaba -igual que su compañero de la CTA, Hugo Yasky- de la única medida concreta y eficaz contra los despidos que se estaba llevando a cabo, encabezada por los trabajadores en lucha de AGR-Clarín, acompañados por los sectores del sindicalismo combativo y la izquierda.
El amor por la tregua no tiene fin para las cúpulas sindicales. La novela promete seguir en el prime time de teles y radios. Con parsimonia de sobra y rebuscada retórica, Gobierno y burocracia fingirán preocupación por una realidad que no viven. Dilatar la miseria, un juego que les sale a la perfección.
Mientras tanto, afuera, en la calle, el sueldo del laburante es acorralado por las medidas PRO-empresariales, la estabilidad laboral pende de un hilo, y la precarización se lleva puesta la vida de millones, principalmente entre los jóvenes.