Han pasado algunos meses desde que nuestra compañera Coco se fue y quienes fuimos sus amigos y camaradas queremos despedirle como se merece: recordando la huella en nuestros corazones y luchando por un mundo sin miseria, explotación ni opresión, sin Estado ni clases sociales. Queremos despedirle luchando por el socialismo.
Viernes 17 de marzo de 2023
Conocimos a Coco tras el movimiento #FueraPorrosdelaUNAM, cuando miles de estudiantes nos organizamos contra la represión y el antidemocrático sistema de gobierno en la universidad. En ese entonces estudiaba el CCH y, poco a poco, varios militantes de la Agrupación Juvenil Anticapitalista fuimos coincidiendo con Coco en reuniones y movilizaciones.
Además de participar en el movimiento estudiantil, Coco expresaba una sensibilidad particular por la lucha de las mujeres y la diversidad sexogenérica de la cual era parte. Inmediatamente adhirió a Pan y Rosas, se le veía en las marchas contra la violencia patriarcal y por el derecho a decidir a las que casi siempre iba acompañada de sus amigos y personas a quienes invitaba a organizarse.
Desde aquel momento se acercó al anticapitalismo y las ideas del trotskismo, corriente con la que poco a poco generaría acuerdos políticos militando primero en la Agrupación Juvenil Anticapitalista y más tarde en el Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas.
La personalidad de Coco resaltaba: la primera vez que oí de Coco, supe que habíamos conocido alguien nuevo en el CCH; cuando pregunté cómo se llamaba solo atinaron a decirme que se llamaba Elín pero que nos había pedido que le llamemos Coco de Agua. Pensé que seguro era una persona muy rara, ¿pero quién era yo para juzgar? Así que lo dejé pasar.
Tiempo después, por fin le conocí; recuerdo que me contó dónde trabajaba, de sus ganas por conocer Acapulco y de sus prisas por terminar la escuela, pues al trabajar y estudiar al mismo tiempo, le era difícil avanzar según los ritmos del plan de estudios, algo que con el tiempo casi le saca canas verdes, no tanto por la dificultad de las materias, sino por lo mucho que le irritaba el bombardeo ideológico que se hace en las universidades, donde proliferan las ideas de "que el cambio está en uno mismo" y aseguran que la única salida es individual mientras voltean hacia otro lado frente a los muchos problemas estructurales que acompañan la exclusión educativa e ignoran por completo la salud mental de les estudiantes.
Coco trabajó desde muy joven, primero en el comercio informal, después como trabajadora de la maquila y en el último año pasó por un par de call center. Muchas veces le escuché hablar de los sueldos miserables, de la falta de derechos laborales y las muchas ganas que tenía de ir a recursos humanos y decirle a sus jefes lo que verdaderamente opinaba de ese trabajo. Y aunque tardó un poquito más de lo había planeado, Coco terminó el bachillerato y decidió que quería estudiar la Licenciatura en Derecho para defender a los trabajadores de los atropellos de la patronal.
Al escribir estás líneas es difícil no pensar que la falta de condiciones dignas de vida y estudio, de becas suficientes, comedores subsidiados, transporte seguro y gratuito y demás condiciones que garanticen verdadera educación pública y gratuita, orilla a millones de estudiantes a creer que el camino está perdido y sentir frustrado el objetivo de terminar sus estudios, arrojados a las fauces del desempleo, la precarización y en el peor de los casos del crimen organizado y el narcotráfico.
Quizá por su historia de vida, por el odio de clase que irradiaba y por su enorme talento para la escritura es que Coco resaltaba como un traductor nato de lo que vive nuestra clase. Su muro de Facebook estaba lleno de relatos sencillos, a veces irreverentes y divertidos, que sabían dar en el clavo para reflejar lo cotidiano, lo que se vive en las periferias y las colonias populares, así como las peripecias de quienes dedicamos la vida a la lucha por el socialismo.
Coco tenía sólo 21 años cuando a mediados del mes de agosto terminó su vida, en un mundo donde prima la desazón por el porvenir producto de la miseria en que vivimos millones de personas.
Quienes le conocimos le llevaremos siempre en nuestros corazones, su puño se alzará junto al nuestro y su voz se escuchará en cada canto y cada grito, en las huelgas, en las marchas y llegará hasta las barricadas. El coraje que nos invade al recordar su muerte se convertirá en la chispa que prenderá la llama de la revolución que barrerá con este sistema.
El mejor homenaje que sus camaradas podemos hacerle es levantar las bandera del trotskismo y la Cuarta Internacional y construir así una potente herramienta para que las y los trabajadores, las mujeres y la diversidad, la juventud y los sectores populares pongamos fin a la miseria y la explotación. Luchando por un presente y futuro que merezcan ser vividos.
Camarada Coco: ¡Presente! ¡Ahora y siempre!