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Red Internacional
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Elecciones 2017. Cambiemos: entre la polarización y la mirada puesta en el 2019

En un marco de crecimiento del desempleo y la pobreza, para el oficialismo nacional las elecciones de octubre son una suerte de reaseguro de su continuidad a futuro.

Domingo 25 de junio de 2017 00:06

Si la tensión mantuvo en vilo a todo el arco peronista hasta la tarde/noche del sábado, no ocurrió lo mismo en el espacio de Cambiemos. El mediodía del sábado encontró la enorme mayoría de los cargos definidos. Los que se fueron terminando de informar durante el resto de la jornada no concitaron mayor atención.

Aunque aún falta mucho hasta octubre, ya se puede decir que el oficialismo nacional tendrá en su haber una ventaja a la hora de hacer cuentas en el día posterior a las elecciones. Será la única fuerza que contará con presencia en casi todo el espacio nacional. La única excepción dentro del universo de las 24 provincias será la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, nadie coherente intentará contar ahí los votos de Vamos Juntos como si fuera otro espacio.

Esto, sin embargo, no garantiza que el día posterior a las elecciones, Cambiemos logre efectivamente cambiar su situación en el Congreso Nacional, donde hoy es una minoría en ambas cámaras. Ningún resultado de los que se prevén le garantiza a la fuerza que lidera Macri un cambio sustancial en la cantidad de legisladores que tendrá en Senadores y Diputados de la Nación.

Si el 2016 fue un año de garantía de gobernabilidad por medio del rol jugado por los distintos sectores del peronismo, no se puede asegurar que ello ocurra de manera similar en 2018, año que precederá a las elecciones presidenciales de 2019.

No tan ignotos

Durante los meses previos al cierre de listas, una tensión cruzó a Cambiemos. La crisis que significaba no tener candidatos o figuras competitivas en la provincia de Buenos Aires los empujó a diversas especulaciones, donde se balanceó entre apostar a candidatos ignotos -apoyándose en el peso de Macri y Vidal- o presentar a figuras que tuviera su propio peso. En ese trajín hasta sonó el nombre de Elisa Carrió, que terminó jugando en la Ciudad de Buenos Aires.

Finalmente hubo confirmación de figuras con peso propio y otras no tan conocidas. El ministro de Educación de la nación, Esteban Bullrich será la cabeza de lista a senadores nacional. En Diputados, estará Graciela Ocaña.

A Bullrich la acompaña Gladys González. Junto con el ministro parecen encarnar un perfil de tintes anti-obrero y antisindical. El funcionario que estuvo a la cabeza de la cartera educativa viene de ser un vocero abierto de los ataques en contra de los docentes. González, por su parte, fue interventora en el Somu, el sindicato de trabajadores marítimos. Allí, luego del encarcelamiento del “Caballo” Suárez, esa intervención se convirtió en una suerte de espejo en donde mirar cómo el Gobierno “combatía” a lo que denominó como “mafias” dentro del mundo sindical.

La fórmula en Diputados tendrá por cabeza a Graciela Ocaña. La apodada “hormiguita” intentará ser la cara de un perfil anticorrupción, una suerte de “blindaje moral” como lo definió Myriam Bregman (PTS-FIT) hace algunos días. El historial de Ocaña no resiste, sin embargo, la prueba de sus vaivenes. La actual candidata compartió espacio con Elisa Carrió, fue funcionaria nacional del kirchnerismo, compitió como parte del espacio de Lousteau en las pasadas elecciones (2015) y ahora entra a Cambiemos. Igual que Carrió o Patricia Bullrich, tiene una carrera dedicada a pasar de uno a otro espacio político.

La “cara social” de esta lista la protagonizará Héctor “Toty” Flores. El dirigente, cercano a Elisa Carrió, a pesar del crecimiento de la pobreza y la desocupación, mantiene su lugar en el oficialismo.

Polarizar o no polarizar

Para el espacio político de Macri y Vidal los números de la economía y la situación social en general no son alentadores. El cierre de las listas estuvo precedido por el anuncio de la multinacional Pepsico del cierre de su planta en el partido de Vicente López. También por la información de más de 600 cesantías en Atucha. La suma de ambos casos podría implicar, si los trabajadores no logran impedirlo, más de 1200 despidos.

En ese marco, para Cambiemos la posibilidad de sostenerse electoralmente pasa por lograr amalgamar a su base electoral más firme. Aquella que le dio su voto en las PASO del 2015 y sostiene un marcado rechazo al kirchnerismo. En el caso de la provincia de Buenos Aires, esto implica apostar al tercio del electorado que se identifica con el oficialismo de manera más directa.

Este marco podría dar la base para una política de seguir polarizando con el espacio del kirchnerismo. La oposición entre “pasado” y “futuro” sería la base de un discurso que el macrismo anunció hace meses y que, en las últimas semanas, la misma gobernadora Vidal salió a reiterar.

Según diversas versiones periodísticas, esta idea no sería unánime dentro del oficialismo. Sin embargo, la candidatura de Cristina Fernández y los malos resultados en el terreno de la gestión económica podrían abonarlo.

Radicales libres

El cierre de listas volvió a mostrar la subordinación política del radicalismo en relación al PRO, dentro del armado de Cambiemos.

En CABA, la decisión implicó impedir la existencia de la alianza oficial. La puesta en vigor de Vamos Juntos significó el triunfo de Elisa Carrió y el rechazo a la posibilidad de competir para el ex embajador Martín Lousteau.

En la provincia de Buenos Aires, los primeros lugares fueron claramente para el PRO en lo que hace a la elección nacional. Solo en las candidaturas provinciales hubo mayor peso del radicalismo en el interior, pero el conurbano en su gran mayoría quedó para el PRO.

En Córdoba, el intendente Mestre tuvo que aceptar que su hermano Diego quedara en el quinto lugar de la lista a diputados nacionales. Esa ubicación difícilmente le permita conquistar esa banca.

Las tensiones al interior de la coalición oficialista volvieron a resolverse, en términos generales, a favor de la fuerza que encabeza Macri.

Mirando al 2019

El peronismo se encuentra en una suerte de estado de ebullición, como se expresa en las tensiones que terminaron en tres listas. Cambiemos, a pesar de haber cerrado sin mayores contratiempos, como todo oficialismo, se pondrá a prueba tanto en agosto como en octubre. Un mal resultado podría significar que los últimos dos años de Gobierno estén marcados por la debilidad política.

Si el oficialismo nacional apuesta a la polarización con el kirchnerismo no está garantizado que los resultados le sean plenamente favorables. Posiblemente logre sostener su base electoral más firme. Pero en condiciones de caída de la ocupación y crecimiento de la pobreza como resultado de su política de ajuste, difícilmente eso funcione como una estrategia expansiva.

La bandera ya dio la señal de largada. Todavía es una incógnita que resultado tendrá el “experimento Cambiemos” en sus primeras elecciones intermedias.


Redacción

Redacción central La Izquierda Diario