El 7 de agosto de 1990 el grupo de Cerati, Bosio y Alberti lanzó su obra más emblemática catapultándose como la banda más importante de habla hispana.
Viernes 7 de agosto de 2020 00:00
¿Habrá alguna imagen más apasionadamente violenta que dos leones apareándose? Tal vez algún riff furioso y demoledor de este álbum.
A inicios de 1990 el Grunge todavía estaba en pañales en las grandes bateas y el Britpop aún era un experimento encapsulado dentro del movimiento Madchester. De todo esto Soda Stereo tomará algunos apuntes de forma inconsciente, sobre todo de bandas como Screaming Trees, Smithereens, Pixies, Stones Roses, Happy Mondays y The Charlatans. También volverán a las raíces de los 70 del rock nacional (Pescado Rabioso, Color Humano). “Hubo un momento de quiebre y de madurez para nosotros en la época de Canción Animal en donde un poco recuperamos el espíritu de escuchas de músicas de personas que adoran escuchar música”, explica mejor Gustavo Cerati.
En el país la hiperinflación ya era cosa juzgada y en el mundo la guerra fría llegaba a su fin con el comienzo de la globalización. Mientras tanto, la banda dejaba atrás el sonido New Wave, post punk y esos raros peinados nuevos. La música de Soda comenzaba a reconfigurarse hacia algo más crudo con el cambio de década.
El álbum fue grabado en los estudios Criteria Records de Miami, por donde pasaron bandas y figuras de la talla de AC/DC, Eric Clapton, Bee Gees, Bob Marley, Aerosmith, Bob Dylan y ABBA entre otros. Mariano López, quien un año antes había metido sus manos en el sonido de Bang Bang de Los Redondos (aunque sin éxito), colaboró sutilmente como ingeniero de sonido en esta Masterpiece de Soda, quedando en claro que ambas bandas podían tener puntos en común. Adrian Taverna fue como segundo ingeniero y asistente. Si Soda sonaba tan prolijo y poderoso en vivo, mucho tuvo que ver Taverna en ese sentido.
El disco arranca con una base de batería bien potente en 7/8 (una métrica poco usual en el género). Un sonido bastante anárquico mostrando toda su agresividad de entrada. Rápidamente se suma un riff salvaje que suena como un rugido de leones y a continuación un bajo ecléctico terminando de imprimir todo el power. Desde un comienzo se sienten la distorsión y un ritmo irregular que la hace poderosamente atractiva. “Séptimo día” tiene un aire funk por momentos donde Cerati va a conjugar (y jugar también) con los elementos conectados en la letra, los tiempos de la canción y su título bíblico. Esa fusión entre lo poético y metafórico que le da un color diferente a esta joya. La Gira Animal solía arrancar con esta canción.
El comienzo fue un big bang y fue caliente…
Es un disco con guitarras muy presentes (Cerati utilizará tres) donde el líder del grupo presentó al resto de la banda los temas en un estado de gestación avanzada, sonando vorazmente desde la sala de ensayo al estudio de grabación sin escalas. Un álbum primitivo y salvaje, como esos dos leones de la portada. Muy instintivo y rompedor de esquemas. La tapa será censurada en varias naciones de pensamiento conservador y mucho peso clerical. La idea de la portada estaba en la cabeza de Cerati que la definía en un comienzo de “tensión e integridad”, donde Alberti representa la veleta de la juventud, Bosio la estructura de equilibrio, mientras que la imagen de los leones copulando grafica a Gustavo y el amor animal y apasionado con su novia. Lo cuenta mejor Paola, la novia de Cerati de aquellos años: “Nuestra relación era dramática y apasionada y Canción Animal es un disco que habla casi todo el tiempo de nuestro amor”.
“Del fuego vino el diluvio, la nave vuelve a partir y mi alimento son las cenizas de una noche larga”. Con solo escuchar esas líneas nos damos cuenta de la intensidad y dramatismo de “Un Millón de años luz”. Los teclados de Tweety González dan arranque en la intro seguidamente de una guitarra con un sonido casi de gaitas. Otro riff glorioso de la poderosa PRS del oriundo de Barracas. Sobrevuela “I am the Walrus” de Los Beatles, aunque la base está inspirada en el tema “Tempted” de Squeeze. Sobre el final un solo sublime y celestial. Cerati la describió sencillamente como épica y deja algunas ideas sobre el texto. “Es como que hay cierta vueltita, sin creerse nadie me parece que hay situaciones que uno ya empieza a manejar, por ejemplo, el hecho de jugar, cuando ya no sos un pendejo absoluto. Cuando jugás de grande no podés jugar de la misma manera como cuando uno era chico, hay cierta perversión en el hecho de jugar. Y me encanta eso, no creo que haya una perversión agresiva, o intentar un metalenguaje o cosas extrañas. La idea está puesta por el lado del juego, por ahí cagarse en muchas cosas que uno hizo, o en todo lo que podés tener alrededor”, definía en Revista El Musiquero (Número 52, 1990).
El tercer track es “Canción Animal”, homónima del disco. Sensual, erótica, sexual y furiosa por donde se la escuche. Allí, el zurdo líder del grupo le pidió por encargo a su amigo Daniel Melero, una letra que describiera la relación con su pareja. Melero puso manos en el asunto y dejó unas líneas bien calientes.
“Cada lágrima de hambre
El más puro néctar
Nada más dulce
Que el deseo en cadenas”
La canción suena algo oscura. El trabajo de Zeta en el bajo es magistral, el fraseo de Cerati es preciso y sensual con unos punteos sutiles. Otra vez Melero insiste.
“Cuando el cuerpo no espera
Lo que llaman amor
Mas se pide y se vive
Canción animal”
La Gira Animal fue la más grande llevada a cabo por una banda argentina hasta ese momento pasando por más de 30 ciudades del país. El fin de la gira fue coronada en la Avenida 9 de Julio ante 250 mil personas, récord absoluto hasta ese momento.
Después de una buena dosis de hard rock bajamos revoluciones con “1990”. Una melodía Beatle muy tierna con guitarras acústicas, donde el bajo de Bosio y la batería de Alberti te hacen bailar a un buen ritmo country. Los arreglos vocales son del gran Pedro Aznar, quien también hace los coros. Una de las canciones con más arreglos de la banda. El solo de teclados de Tweety González es excelso. Debido al excesivo uso de arreglos es una canción que prácticamente nunca ha sido tocada en vivo, algo extraño en el catálogo Soda.
La contracara de “1990” es “Sueles dejarme solo”, el track más heavy del disco. Cerati lo pensó para el formato casette, dividido en dos partes (Lado A y Lado B) partiendo al álbum por la mitad con esta canción. Solo 3 acordes para un sonido poderosísimo donde el vocalista parece gritar casi enojado cada palabra. La batería de Alberti suena como una seguidilla de golpes al mentón al mejor estilo Bonham y el bajo Rickenbacker 1974 de Bosio son pulsiones bien pesadas. Los teclados de Tweety flotan en el aire al igual que los coros de Andrea Álvarez. Una letra criptica y sobre el final una descarga de la poderosa guitarra maestra del duque del pop. Una canción donde hay un rol destacado de cada partícipe. Hay algo de “Color Humano” de Almendra con un estilo “She´ so Heavy” Beatle de final abrupto. “El riesgo es el camino más intenso”.
El himno
“Todavía no se llamaba así, pero intuíamos que sería una bomba. Era la primera vez que empezábamos un disco con un posible corte de difusión tan evidente”. Zeta Bosio, Yo conozco ese lugar (2016).
Apenas ocho versos y tres minutos y medio (incluido el estribillo prepotente y pegadizo) alcanzaron para que “De música ligera” se convierta en la canción más emblemática del rock latino. Tan es así que bandas como Coldplay y Roxette la versionaron en vivo. La canción salió de una sola toma y su música fue compuesta casi excepcionalmente por los tres. Cerati agregó una letra ambigua para un tema de estadios de pura cepa.
El video fue dirigido por Alfredo Lois, quien se encargaba de la estética de la banda. En el videoclip resaltaban el efecto croma escaneando unos fondos con flores, colores y un aire hippie y psicodélico. “De música ligera” llego a todo el continente de manera categórica y también fue la canción con la que se despidieron de los escenarios definitivamente.
Ella durmió al calor de las masas
Y yo desperté queriendo soñarla
Algún tiempo atrás pensé en escribirle
Y nunca sorteé las trampas del amor
“Hombre al agua” es futurista. Te lleva a otra dimensión desde el arranque con los sonidos del agua. Las baquetas de Charly, la guitarra acústica de 12 cuerdas de Gustavo apareciendo y desapareciendo y la grandiosa línea de bajo de Zeta terminan de generar una atmosfera elegante y cuasi barroca.
El tema más “Canción Animal” del disco tal vez sea “Entre caníbales”, por el grado de pasión y locura. Un arranque con rasgueos de guitarra acústica, acordes intensos, batería contundente y un bajo afrodisíaco. Unos alaridos desgarradores de la eléctrica que estremecen. Letra muy sexual y erótica, llena de testosterona con un costado romántico. Uno podría imaginar dos cuerpos juntos con la piel bien caliente entregados sin reservas, sin parpadear, contemplándose mutuamente como si fuera una escena intimista de Diario de una pasión. ¿Quién no esperó un momento único por tantos años? Eriza la piel saberlo entre rugidos de leones. Lo eterno no entiende de tiempo.
“Una eternidad
Esperé este instante” …
“Estábamos tomando el té porque en casa nunca faltó el té, como buena heredera de irlandeses que soy. Estábamos los tres, Gustavo, mi marido y yo. Teníamos en la mano el último análisis que iba a confirmar o no la enfermedad y en qué estado estaba. La verdad que los resultados eran muy negativos. Por eso el ‘te vi que llorabas, te vi que llorabas por él”. Lilian Clark, mamá de Gustavo.
Solo una guitarra acústica y un poco de acompañamiento de un bajo sutil y las texturas de los teclados. La balada triste es spinetteana de pura cepa. El vibrato se confunde con el quiebre emocional en la voz de Cerati. Mucha carga poética y la más dolorosa epifanía en solo un par de minutos. La angustia convertida en música. Cuando una historia es tan triste y personal no hay más nada que agregar.
Cerati utilizaba muchas palabras en sus letras en base a como sonaban. Por eso Charly García lo catalogó como un arquitecto de la música. Trataba de no dejar nada librado al azar y en este álbum hay elegancia y precisión. Vamos a ser sinceros. Hay mucho sexo sí, pero también hay un tipo guerreando todo el tiempo, donde la pasión y el amor se fusionan generando una llama que se ve reflejada en la furia de muchas canciones.
Cerati sentía una fascinación por el sol desde chico, y algo recurrente en su discografía era encontrar elementos de la naturaleza en sus canciones. “Cae el sol” es descriptiva y optimista, arrancando con unos sonidos de pájaros que te ponen en clímax. Una buena combinación del bajo-teclado. Otro aporte letrístico de Melero que tuvo mucho que ver con lo conceptual. Sobre el final, el detallito de los acordes de “Here comes the sun” de The Beatles le ponen la frutilla a un álbum de alta gama lleno de color, buenas armonías y mucho rock.
“Cae el sol y aun sigo soñando” …