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Música y palabras. Canta Cuenta, la experiencia poética de Juan Solá y El Alemán que interpela y conmueve

El escritor chaqueño y el cantautor montevideano entrecruzan sus obras en un espectáculo del que nadie sale igual que como entró. Relatos y canciones que dialogan sobre amor, injusticias, memoria, libertad e igualdad. Una entrevista que une geografías donde los artistas se despachan sobre el arte, el consumo, las emociones y la batalla contra las derechas por el sentido común.

Daniel Satur

Daniel Satur @saturnetroc

Valeria Jasper

Valeria Jasper @ValeriaMachluk

Viernes 16 de junio de 2023 22:13

Foto Enfoque Rojo

Foto Enfoque Rojo

Finales de mayo, domingo, mediodía. Juan Solá, 34 años, nacido en Entre Ríos y chaqueño por adopción; junto al montevideano Gerardo Dorado, de 41, más conocido como El Alemán; cuentan y cantan para un centenar de parroquianas y parroquianos de un bar añejo ubicado en el cruce de Nueva York y Marsella, barrio mítico de la cosmopolita Berisso, a metros del Río de La Plata, sur del Área Metropolitana de Buenos Aires.

Poco antes cantaron y contaron sus cuidadas piezas en un escenario de un teatro porteño al que asistieron cientos de espectadoras y espectadores. Poco después, con igual compromiso artístico y humano, entregaron esos relatos y canciones a decenas de lectoras y lectores que visitaron la Feria del Libro de Berazategui. La obra impacta en la grandeza de un teatro, en la pequeñez de un salón o en el bullicio de una feria.

Juan y El Alemán proponen un espacio donde los sentimientos y las ideas universales protagonizan “simples” historias que pueden ser tuyas o podés (si querés) detectar a tu alrededor. Palabras que traccionan a un público que, aún alertado del espectáculo que presencia, no puede evitar conmoverse con la sucesión (y hasta la mezcla) de amor, encuentros, desencuentros, injusticias, reclamos de justicia, repensares sobre lo que hacemos, lo que no, lo que miramos y lo que no. Y cómo miramos, claro.

Experiencia canta cuenta es, literalmente, eso: una experiencia. Para el público, desde ya. Y para los artistas también, tal como lo cuentan en esta charla con La Izquierda Diario, concretada tras sus últimas presentaciones en Argentina. Junto a su productor Juancho Pasari, tienen un objetivo. En palabras de Solá, buscan que quienes los escuchan “se vayan a sus casas con algo para pensar, a ver qué te hizo ruido de acá. La gente también necesita esos lugares donde encontrar sus ideas hechas música y poesía”. Eso, asegura, “da una esperanza”.

Juan Solá y El Alemán | Fotos de Nadia Aquino y Mauricio Rodríguez - IG de ambos artistas
Juan Solá y El Alemán | Fotos de Nadia Aquino y Mauricio Rodríguez - IG de ambos artistas

Fructífero choque

Cuando Solá tenía apenas diez años publicó en Resistencia su primer libro, Cuentos para compartir . Ya hacía un par de años que, del otro lado del charco, un adolescente “Alemancito” murgueaba en La Peñarola y no tardaría en integrarse a Falta y Resto . Cada uno fue construyendo su propia obra, geográficamente distantes una de la otra pero cada vez más emparentadas.

En 2020, en medio de la pandemia de covid-19, el productor platense Juancho Pasari hizo el enlace entre ambos. Juan ya era un referente artístico de las diversidades LGBTIQ+ y cargaba en su mochila libros como La Chaco , Ñeri , Naranjo en flúo , Microalmas , Épica urbana y Galaxia . Gerardo ya era El Alemán, docente de música y su carrera solista cosechaba álbumes como Sistema , Del principio y Construcciones . Siempre subido, además, a la gira permanente junto los legendarios murgueros Emiliano Muñoz y Freddy “El Zurdo” Bessio (hace pocos días hicieron bailar y cantar a cinco mil almas en Montevideo).

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Experiencia Canta Cuenta es el producto de un fructífero choque entre dos artistas y sus obras, concebidas “lejos” pero entrelazadas con gran naturalidad. Si bien Solá y Dorado no necesitaron pensar en ellos, a quienes peinan canas les resultará inevitable la referencia a otros “choques” previos, como el de los uruguayos Mario Benedetti y Daniel Viglietti o los españoles Rafael Alberti y Paco Ibáñez. De ese choque, de ese nuevo “producto” no vendible ni comprable por el mercado, de esas historias y de esta experiencia, Juan Solá y El Alemán hablaron con La Izquierda Diario una tarde de junio, uno desde Resistencia y el otro desde Montevideo.

¿Cómo se dio ese choque que dio surgimiento a una nueva obra? ¿Cómo se dio ese proceso?

Alemán- Estábamos en pandemia, que fue muy fuerte para todos. Yo tuve la chance de seguir tocando en algunos lugares, pero estaba compleja la cosa. Un día me llamó Juancho y me dijo “che, se me ocurre una idea, hay un artista que escribe cosas maravillosas que yo siento que tiene mucho que ver con lo que vos hacés, que se podría complementar, ¿qué te parece si le escribo?”. Yo le dije que sí, encantado. Me pasó unas cosas de Juan, a quien yo había leído sin saber que era él. Juancho me contó que le escribió por Instagram y Juan le respondió.

Juan- Sí, Juancho mandó un mensaje muy correcto, muy serio (risas). Después nos juntamos y yo le dije que lo conocía a Gerardo. Me gustó de entrada encarar la idea, pero mi duda, le decía a Juancho, era si algo así iba a ser redituable, sobre todo por lo que implicaba hacer viajar a Gerardo hasta Argentina. Era a finales de 2020 y toda la primera parte de preparación fue virtual.

Alemán- Claro, la primera vez nos reunimos por Zoom y lo que hacíamos era conversar sobre diferentes cosas, él me contaba sobre sus relatos y yo sobre algunas de mis canciones. Fue maravilloso. Yo pensé en canciones que, si iba a Argentina y si alguna persona iba a verme, tenían que estar. Se las pasé a Juan y él resolvió enseguida cómo armar el espectáculo para que esas canciones conversen con lo que él escribe. Y es maravilloso, porque cada vez le voy encontrando cosas nuevas.

Juan- Ya de por sí dialogaba el material. Lo bueno es que a veces uno se encuentra con ideas antes que con personas. Para mí es importante rescatar que nosotros estamos defendiendo y difundiendo una idea por encima del ego autoral que cada uno tiene. Por más que cada quien tenga sus cualidades personales, acá lo que quisimos hacer es un espectáculo donde prime la idea de la justicia social, la memoria, la verdad. Eso está muy marcado. Se encontraron las ideas, no “los personajes”. Por eso decimos “gracias por el aplauso pero vayanse a sus casas con algo para pensar, a ver qué te hizo ruido de acá”. La gente también necesita esos lugares donde encontrar sus ideas hechas música y poesía. Da una esperanza.

¿Cómo viven la mixtura de escenarios, de tocar en un teatro un sábado a la noche o un domingo al mediodía en un bar o en una feria de libros?

Alemán- Creo que cada uno, desde su individualidad, está acostumbrado a manejar diferentes espacios. Justo esta mañana tuve clases de coro con gurises en un liceo que tiene enfrente una cantina donde también toqué. Después pasa que vas de onda a un lugar y por ahí el sonido está horrible, pero sentís el compromiso de estar. Y Juan a veces lee en lugares donde está lleno de gurises y se escucha el griterío. Está bueno poder adaptarse a los diferentes lugares.

Juan- Me acuerdo en Córdoba que hicimos el espectáculo en un espacio abierto y se sentó un vago que venía cruzado y empezó a decir “dejá de leer, que cante el flaco ése” (risas).

Alemán- Y Juan siguió leyendo con una altura tremenda. Hay cosas que te sacan de foco pero tenemos el desafío del momento para superarlo.

Juan- También ha pasado de tener sonido malo y que Gerardo haya tenido que duplicar su calidad vocal. O que tengamos que irnos de algún lugar porque los empleados del teatro municipal ya nos echaban.

Y con esta experiencia en la que tocan fibras muy sensibles, ¿qué les pasa cuando ven las reacciones de profunda emoción en la gente que los va a ver, y que también brotan en ustedes?

Alemán- Para mí es difícil, porque cantar en ese estado no es muy bueno. Hace poco hablaba con una colega sobre lo que decía Atahualpa Yupanqui respecto a que “eso de la emoción no me lo permito”. A veces yo quiero cumplir con eso, pero en los espectáculos con Juan se me hace muy difícil.

Juan- Coincido. La gente va a escuchar un repertorio y está bueno cumplir con lo que fue a buscar. Si se te va un poquito la emoción, bueno, la sujetás, vos ya la transitaste. Es como un ejercicio de autocontrol de la emoción. Es casi un ejercicio actoral, vos estás comunicando algo y tenés que poder comunicarlo.

Alemán- Si yo me abandono a lo que cuenta Juan no puedo seguir. Cuando termina el espectáculo Juan se pone a firmar libros y yo estoy en otra cosa, hablo poquito, y veo cómo a Juan muchas veces le van a contar cosas repesadas, que se relacionan cono lo que él escribe. Está buenísimo, pero también me apiado de él porque el tipo recibe un montón de energía.

Juan- Insisto con esto de la idea, de que nos une un concepto, un ideal de mundo. Y se van dando distintas formas, como un entretejido de gente que va generando una tela de la realidad. Un pedacito de ficción de cada uno hace la verdad. Es un gran ejercicio para estar en el presente, me baja a tierra. Como cuando una mujer se acercó y me dijo que su mamá se estaba muriendo de cáncer y al leer mi libro se sintió mejor.

¿Hay alguna dupla de cuento y canción que más les guste hacer y no falta en cada encuentro?

Juan- “El hornero” y “Tocó perder” van siempre. De hecho hay una anécdota de llanto en el escenario con ese cruce. Hay cosas que probamos todo el tiempo y otras que sabemos que funcionan. Juancho también opina, porque la producción también es parte del acto creativo. Somos tres masculinidades compartiendo un proceso creativo muy interesante, cada uno desde su lugar.

Foto Enfoque Rojo
Foto Enfoque Rojo

Podemos pensar en otras duplas históricas, como Viglietti con Benedetti o Ibañez y Rafael con Alberti. ¿Se sienten emparentados con esta tradición, como de trovadores que van por los pueblos contando las cosas que pasan?

Juan- Cada vez que lo hacemos pensamos en que sea algo memorable para quien está ahí. Más allá de que la gente pague o no una entrada y de que hay que pagar el alquiler y las cuentas, está buena la experiencia de que todavía la gente se reúna en torno al arte. Eso es para festejar. Que la gente lo pase lo mejor posible, eso hace que sea memorable, que cada vez sea especial.

Alemán- Yo siento que tenemos cosas muy similares en lo que buscamos con la comunicación artística. Lo que hacemos es muy tangible, con los cuentos de Juan y mis canciones se ve lo que queremos decir, no escondemos nada. Que se sepa desde dónde canta un artista. A mí, como docente me pasa que está bueno decir desde dónde planteo mi parecer, desde dónde me planto, porque si no es un engaño. Y me parece que con las canciones y con lo que escribe Juan siempre estamos diciendo desde dónde se habla. Después puede gustarte o no, podés tomarlo o no.

Juan- Una cosa que a mí me asusta es que hoy hay muchos gurises de 16 o 17 años a los que pareciera que les está chupando todo un huevo. “No me interesa nada, yo tengo 13 bitcoins y estoy salvado para toda la vida, papá”, ¿no? No es que ése no sea nuestro público, pero es un público difícil al que tenemos que llegar y conquistar. A veces se tiende a pensar que con el público que tenés es suficiente, pero lo que buscás en realidad no es más público a favor nuestro sino más gente en contra de las ideas que nos hacen bosta. Abrirle la cabeza un poco a los pibes, lo cual no significa decirles “andá a comprar el libro de Juan Solá”, sino que por lo menos “no votes a Milei”. Me encanta que muchos pibes vengan a nuestro espectáculo.

Alemán- En América Latina han subido el hambre y la pobreza infantil. Acá en Uruguay, por ejemplo, gobernó el Frente Amplio y no le resolvieron esos problemas a la gurizada. Por eso creo que tienen todo el derecho a indignarse. Tenemos que entender eso. Yo soy votante del Frente, que tiene en sus filas al Partido Comunista, pero está claro que más allá de algunos amagues no hubo un cambio profundo. Esa gurizada tiene derecho a estar enojada. Y lo que le prometen del otro lado, desde la derecha, es muy fuerte.

Ustedes en su obra hablan mucho de “libertad”, de “igualdad”. Y tipos como Milei o Bolsonaro también se adjudican muchas veces esos términos. ¿Qué les pasa cuando los escuchan hablar?

Juan- Nosotros estamos dando nuestra versión de la libertad, que es una versión inclusiva. Ellos plantean la libertad en términos de exclusión, de enriquecerme sin control a costa del trabajo de miles de millones de personas. Nosotros vemos la misma palabra desde ángulos diferentes, lo hacemos desde otro lugar. Y eso refuerza la importancia de esta lucha por el sentido común, que es constante y se hace desde las palabras. Y el arte es una herramienta para jugar y batallar con las palabras por el sentido común.

Alemán- Están los significados y los significantes. Significante es a lo que hay que darle nombre. Hay cosas que son muy simples de nombrar. Pero hay ciertas palabras que siempre están en el campo de batalla y no tienen para todas las personas el mismo significado. Yo creo que cuando ellos hablan de libertad, lo dicen sintiéndolo. Como quienes hablan de amor y aseguran estar enamorados a la semana de conocer a alguien. ¿Se puede hablar de libertad sin hablar de igualdad, de la igualdad de origen? Parece que sí, ellos lo piensan así.

¿Y ustedes sienten que lo que pregonan con las canciones y los relatos es una forma de combatir esas ideas?

Juan- No hay una bajada de línea explícita, sino más bien una invitación a la reflexión. Somos dos personas dudando y esperando de todo corazón que a otras personas les pase lo mismo. No somos dos locos solos que dudan sobre lo que pasa. Somos muchos. Me pasa de ver cómo se replica la propia idea en otras voces, otras personas que, con otras experiencias, llegan a las mismas respuestas: que trabajamos para los chetos, que nos están cagando el mundo, que nos prometen una casa en Marte cuando todavía no podemos tener una casa en la Tierra. Que separamos el cartón del vidrio mientras los otros se van en un cohete de vacaciones a la luna. Hay mucha desigualdad. Y nuestro planteo es “che, no te parece que nos están cagando, te la tiro”.

Alemán- En uno de los tramos del espectáculo Juan lee “La negra de mierda” y después hacemos “La misma alienación” y “El subte”. Todo habla de todas esas situaciones injustas, para decir a lo último “no hacerle caso a la desigualdad de origen es la misma alienación”. Uno toma posición. Quien no se da cuenta de eso está en otro planeta. Hay que saber que es necesario comer proteínas para que el cerebro funcione, se ven las diferencias en el desarrollo neuronal entre los gurises con las condiciones básicas satisfechas o no. Y eso no tiene arreglo. Si no querés ver eso, ya está.

¿Y cuánto espacio creen que hay para el desarrollo de ideas alternativas, que vayan por otro lado, como muchas de las que ustedes expresan? ¿Lo ven como algo testimonial o se puede pensar en cambiarlo más de fondo?

Alemán- Siguiendo con los significados, hay palabras como “desarrollo”, “avance”, “progreso” sobre las que creo que nos han ganado el significado, no en el sentido del desarrollo de la naturaleza sino en el de no cuidar la naturaleza. Nos ha ganado el sentido de la acumulación, del tener cosas. Dicen “se está desarrollando la última tecnología de no sé qué”, bueno… ¿pero a costa de qué? De que se sigan destruyendo cosas. El último celular, la inteligencia artificial, tienen tremendo marketing. Pero la naturaleza no tiene marketing, está sola.

Juan- Yo creo que es necesario dejar de hacer la vista gorda frente a los negociados del Estado y los gobiernos con los territorios públicos. Si nosotros tenemos la capacidad de controlar lo que consumimos, de organizar el consumo, no nos para nadie. Si un día nos organizáramos para hacer, no sé, “un día sin Coca Cola hasta que limpien el océano”, te juro que Coca Cola se compra cien barcos y te limpia el océano. Pero no hacemos eso sino que mucha gente, por el contrario, termina construyendo su identidad en torno a esas marcas. Mientras construyamos nuestra identidad en torno al consumo de marcas, va a ser imposible. Podemos discutir cuestiones de política, pero hay gente que no tiene tiempo. Ese es uno de los grandes triunfos del capitalismo: que no tengamos tiempo para pensar, para reflexionar.

La conversación con Juan y El Alemán llegó a su fin, no sin antes preguntarles qué pasos seguirán dando. Mientras ultima detalles para la publicación de su nuevo libro, Fragmentos del futuro , Solá recorre el Impenetrable junto a otros escritores buscando viejas y nuevas palabras, al tiempo que presenta en bares y teatros Microalmas junto a la cantante chaqueña Neyen Morra. Dorado aún saborea el enorme recital del sábado 3 con sus amigos Emiliano y El Zurdo al tiempo que cranea cómo hacer públicas muchas de sus canciones aún no estrenadas.

Juancho Pasari, el productor, confirma a este diario que Experiencia cuenta canta volverá a los escenarios en el segundo semestre del año. Será en teatros, bares, ferias o donde las ganas de escucharlos los convoquen.

Sobre el final, Juan manda un saludo al público de La Izquierda Diario: “Para la gente que consume este medio, que piense en los consumos (risas)... Que haya más medios así, de izquierda, que te hagan reflexionar y que le den oportunidades a las personas que tienen cerebro pero no tanta prensa”. Y Gerardo remata: “Un consejo que creo que tendríamos que darnos a nosotros mismos es que bajemos un poquito el ‘izquierdómetro’, dejar de ‘medirnos’ en todo momento, no descartemos ni dejemos a nadie en el costado, hay gente muy valiosa”.


Daniel Satur

Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).

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