Tras ser condenada y morir en prisión, el caso de Manuela puede sentar precedente para el derecho al aborto en la región.

Yara Villaseñor Socióloga y latinoamericanista - Integrante del MTS - @konvulsa
Martes 16 de marzo de 2021
Tras ir al hospital rural por un aborto espontáneo, Manuela, de 33 años, campesina y madre de dos hijos, fue detenida y condenada a 30 años de prisión por homicidio agravado. En El Salvador todas las causas de aborto están penalizadas, siendo uno de los países con legislaciones más restrictivas y retrógradas en torno a este elemental derecho.
Fallecida en prisión un par de años después por cáncer, el caso de Manuela logró reabrirse gracias a la presión de organizaciones de mujeres y colectivas llevando el caso en 2012 ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde recientemente se argumentó a favor de la acusada y fallecida, exigiendo al Estado de El Salvador una reparación del daño para la familia, en lo que puede ser un caso que siente jurisprudencia para el país y la región de Centroamérica.
Esto significaría un avance en relación a la lucha por el derecho al aborto para un país que tiene a decenas de mujeres presas por aborto bajo el delito de homicidio agravado en razón de parentezco, según declaró Amnistía Internacional. Según datos de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto, 181 mujeres fueron criminalizadas y perseguidas entre 1998 y 2019.
Manuela no fue la única, quizá uno de los casos más conocidos sea el de Evelyn, joven que tras ser violada tuvo un aborto espontáneo y al ir al hospital para evitar morir desangrada, fue detenida y sentenciada a 30 años de prisión.
El Salvador es uno de los países más prohibitivos para acceder al aborto, su penalización es total -según la legislación que rige desde 1998-, bajo una fuerte persecución a las mujeres que sufren emergencias obstétricas.
A diferencia de hace cuatro años, cuando se discutió la despenalización en El Salvador bajo algunas causales y fue desechada, hoy el movimiento de mujeres en dicho país y a nivel internacional ha tomado gran fuerza, movilizando a cientos de miles de mujeres por el derecho a decidir, contra la violencia patriarcal y la explotación capitalista.
La legalización en Argentinaes un gran aliciente para demostrar que con la movilización en las calles y la masividad del movimiento de mujeres, es posible arrancar un derecho elemental.
Aunque para hacer efectivo este derecho y que sea garantizado por el Estado en todas las clínicas y hospitales, de la mano de un plan que aumente el presupuesto a la salud para garantizar óptimas condiciones laborales para las y los trabajadores del sector y un acceso universal y gratuito a dicho servicio, así como acceder a una educación sexual integral que como a miles de mujeres como Manuela el régimen les niega, es fundamental apelar al conjunto de la clase trabajadora, empezando por los grandes sindicatos y sus centrales, para movilizarse activamente por este derecho y acabar con las vidas que arrebata su prohibición.
Para imponerle este derecho al gobierno, es necesario también que el movimiento de mujeres se organice de manera independiente a éste y todas las variantes de partidos que mantienen pactos con la Iglesia y los empresarios, poniendo sobre la mesa que quienes están detrás de la prohibición del aborto son los mismos que defienden un sistema político y económico que obliga a miles de millones a morir trabajando en la miseria mientras un puñado de capitalistas se enriquece a costa de nuestro trabajo y utiliza los prejuicios patriarcales para dividir a la clase trabajadora del campo y la ciudad, y mantenerla bajo su yugo.
Si ganan las mujeres, ganamos todxs. ¡Para pelear por aborto legal, libre, seguro y gratuito y un movimiento de mujeres masivo, autoorganizado y en las calles, súmate a Pan y Rosas!