Un río color naranja provenía desde el parque industrial pesquero en Puerto Madryn, que se mezclaba con las aguas frías y transparentes del mar del golfo. Eran desechos pesqueros sin tratar que contaminaban las aguas. Empresas y barcos sin control depredan los recursos ictícolas, contaminan las aguas e imponen condiciones de precarización y trabajo a destajo a las y los trabajadores.
Miércoles 15 de febrero de 2023 16:17
En este febrero de 2023, llamó la atención un río color naranja que provenía desde la barda costera entre los arbustos, dentro del parque industrial pesquero, pasando por la arena hasta mezclarse con las aguas del mar del golfo. Una empresa, Harinas Patagónicas, que fue señalada como responsable de tirar deshechos sin tratar al mar. Días después, fue señalada Conarpesa- Sabemos que la producción de harina de pescado es una actividad de alta afectación ambiental que a todos los sitios donde existe genera problemas por la generación de vahos del proceso de cocción y la generación de afluentes líquidos de alta carga orgánica.
Empresario nacionales y extranjeros que saben que el gobernador Arcioni o el gobierno nacional del Frente de Todos son fáciles para ceder a la extorsión y el chantaje de las pesqueras, como se demostró en Chubut con la derogación del Fondo Ambiental Pesquero o a nivel nacional con el dólar sola 1 y 2 que lograron las empresas del agropower.
Recordemos que las exportaciones pesqueras en Chubut, explican el 29,3% de las ventas externas originadas en la provincia. Queda claro, que en este sector empresario, no hay crisis, solo el interés de maximizar sus ganancias en base al saqueo sin control del langostino y contaminando el ambiente.
Pero, no era sólo esta empresa, quién obviamente negó todo, sino que había más empresas que también de manera clandestina vertían sus efluentes crudos, sin tratar, al mar, hablamos de la empresa Conarpesa, una de las más grandes exportadoras de langostino de Argentina y la más importante de Chubut.
Según informaron distintos medios, “la Fiscalía presume que Conarpesa realizó una obra ilegal a través de un caño de agua no declarado ante los entes de control y vierten afluentes no tratados en la planta de tratamiento al mar; produciendo ello una contaminación directa al ambiente”. Se la acusa del delito que figura en el del art. 2 de la Ley 24051: “Será considerado peligroso, a los efectos de esta ley, todo residuo que pueda causar daño, directa o indirectamente, a seres vivos o contaminar el suelo, el agua, la atmósfera o el ambiente en general”.
Como queda claro, la industria pesquera no esconde la mugre bajo la alfombra, sino que la arroja al mar, y una parte, solo una parte, llega a las costas provocando un nivel de contaminación aún no dimensionado en toda su magnitud.
Evaluaciones de organizaciones ambientalistas no gubernamentales estiman que hay, solo en la costa de Península Valdés, entre 22.000 y 25.000 cajones de pesca diseminados en las playas. Sí, solo hay estimaciones, porque no hay estudios diagnósticos oficiales ni de parte de la Provincia de Chubut, ni de la cartera ambiental nacional.
Una historia de contaminación. Barcos y empresas sin control
El primer caso, a modo de ejemplo, sucedió en la laguna del Corfo, que ocupa un espacio de entre 10 y 15 hectáreas, y está ubicada en el Parque Industrial de Trelew, Chubut, en 2021, cuando sus aguas amanecieron teñidas de rosa y, a pesar de que se informó que el color desaparecería en pocas semanas, esto no sucedió. Incluso, luego de varios meses, la situación se agravó y el color de la laguna se transformó en un morado intenso.
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En ese momento, el ingeniero ambiental y virólogo Federico Restrepo indicó que el color rosado tenía que ver con la presencia de sulfito de sodio, utilizado por las fábricas de pesca locales para conservar los langostinos para su exportación. “La ley requiere que las fábricas traten los desechos de pescado que contienen sulfito de sodio, que es un químico antibacteriano, antes de tirarlos”, aclaró.
El segundo ejemplo, en septiembre de 2022, miles de cajones de plástico, sogas y retazos de red contaminan la costa de Península Valdés. Las fotos y videos de que las arenas patagónicas están repletas de cajones, baldes y restos de redes de pesca que dejan los barcos que surcan el sur del Océano Atlántico en busca del langostino salieron a la luz. Uno en Playa Colombo, ubicada en mar abierto y muy cerca de Morro Nuevo, en Península de Valdés, el otro en las islas Tovita y Tova, a 50 kilómetros de Camarones.
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Se señalaba que por lo menos el 80% de las playas de Puerto Pirámides, en la costa de la Península Valdés, está contaminada con residuos de la industria pesquera, como plástico, sogas y retazos de red, según pudo constatarse durante una recorrida de 8 kilómetros que realizaron especialistas del Ministerio de Ambiente de Nación y de la provincia de Chubut
Un tercer ejemplo, más lejos en el tiempo hace evidente una práctica sistemática de las empresas apañada y protegida por el gobierno provincial, nacional y los municipios donde están instaladas las empresas. Este caso, ocurrió en Rawson en el año 2018, donde se clausuró la pesquera Iberpesca por volcar líquidos contaminantes al río Chubut.
Para finalizar, estos derrames planificados de efluentes sin procesar ocurren a escasos metros donde la gente va la playa y se pone a nadar, por ejemplo. Y como sabemos los efluentes sin tratar no solo afecta a la flora y de la fauna sino que afecta a la salud de los seres humanos.
Entre las principales consecuencias que generan se encuentran infecciones por microorganismos patógenos, modificación de la vida acuática por disminución del oxígeno disuelto, generación de olores desagradables y alteraciones estéticas por la presencia de espumas, turbidez y color en el cuerpo de agua receptor de los efluentes.
No son solo las pesqueras, es el capitalismo
John Bellamy Foster señala en “Marx y la fractura en el metabolismo universal de la naturaleza” que “Como Marx destacó en El capital que el rompimiento del ciclo de la tierra en la agricultura capitalista industrializada constituía nada menos que “una fractura” en la relación metabólica entre los seres humanos y la naturaleza”, podemos decir que la industria capitalista de la pesca y el capitalismo en general está profundizando esta fractura en la relación entre los seres humanos y la naturaleza.
Y señala Foster citando a Marx que “La producción capitalista, por consiguiente, no desarrolla la técnica y la combinación del proceso social de producción sino socavando, al mismo tiempo, los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador”. Esta definición hoy la podemos trasladar al conjunto de las industrias, incluida la pesquera.
Y agrega en este trabajo trayendo a Marx al debate que “Por eso es necesario retomar la sustentabilidad, es decir, la preservación de “toda la gama de condiciones permanentes de la vida que exige la cadena de las generaciones humanas.” En su definición más exhaustiva de la naturaleza de la producción bajo el socialismo afirmó: “La libertad, en este terreno, sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo (…) con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana”.
Ariel Iglesias
Nació en Buenos Aires en 1969. Es docente (jubilado). Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Escribió en Ideas de Izquierda "La Educación en el país de los soviets"; "Chubut: Crónica de un triunfo popular contra la Megaminería". Escribe y edita La Izquierda Diario+ en Chubut.