EMPRESAS PERIODÍSTICAS. Clarín y su “periodismo de guerra” (contra la clase obrera)

Cuando en 2016 el editor de Clarín Julio Blanck dijo en una entrevista a este diario que la empresa en la que trabaja hizo un “periodismo de guerra” contra el kirchnerismo, su definición recorrió todo el país y se transformó en una forma de caracterizar a los medios que integran el grupo de Ernestina de Noble y Héctor Magnetto.

Pero a lo largo de los años Clarín demostró (y con creces) que si hay alguna verdadera guerra que está dispuesto a llevar hasta las últimas consecuencias, no es contra alguna otra fracción de las clases dominantes sino contra la clase trabajadora.

Es conocida la trayectoria de esa patronal en cuanto a persecusiones y aprietes a su personal del diario, de sus radios y canales, de Cablevisión o de AGR. En este último caso, el ataque fue tan decidido que Clarín echó a todos los trabajadores de su importante imprenta, intentando liquidar una experiencia de organización obrera combativa.

Frente al paro de este jueves, Clarín venía con un discurso en ascenso contra la organización de los piquetes y protestas callejeras, tanto las que cruzaron todo marzo como las que fueron llamadas por el sindicalismo combativo y la izquierda para la jornada de paro general.

Ya con los piquetes en Panamericana, Puente Pueyrredón, el Acceso Oeste y otros puntos del Área Metropolitana de Buenos Aires, desde el Grupo Clarín (al igual que otras empresas periodísticas) se empecinaron en demandarle al Gobierno que actúe represivamente contra los manifestantes.

Minutos después de que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich fuera entrevistada por el canal TN y anunciara la decisión oficial de reprimir, su secretario Eugenio Burzaco desembarcaba en Panamericana y 197 para dar la orden personal a Gendarmería para que avance contra la protesta obrera.

Al rato, Mauricio Macri hablaba en el Hotel Hilton de Buenos Aires, ante un conjunto de magnates y banqueros que llegaron a Argentina para participar del Foro Económico Mundial. Y allí lanzaría el título que Clarín estaba buscando para ilustrar la represión en Panamericana.

Para no ser tan obvios, lo que hicieron entonces los editores fue juntar en la portada de su sitio web dos artículos en uno. Mientras el título pertenece a una nota la foto pertenece a otra, pero la composición termina armando una tercer lectura: el título y la foto son otra “nota” aparte. Casi casi un editorial.