En los últimos años ha emergido un gran movimiento de mujeres a nivel internacional contra la violencia de género, bajo la consigna de #NiUnaMenos. En una sociedad donde la opresión hacia las mujeres es estructural ¿Cómo enfrentar la violencia hacia la mujer?

Galia Aguilera Profesora, y dirigenta del Partido de Trabajadores Revolucionarios
Sábado 8 de julio de 2017
En Chile, los derechos de las mujeres están mermados por leyes extremadamente conservadoras, como la prohibición del derecho al aborto en todos sus casos, que permanezcan estancado en el parlamento un proyecto de ley que permita tipificar la violencia dentro del pololeo o que cientos de miles de mujeres reciban un 30% menos de salario por el mismo trabajo.
Más de 40 femicidios en lo que va del año, indican la brutalidad de la opresión hacia la mujer. Este año han salido a la luz pública casos como el de Nabila, Blanca y Valentina, que han interpelado al conjunto de la población, y han puesto en jaque al Estado y sus instituciones, demostrando la insuficiencia de las leyes y mecanismos para garantizar #NiUnaMenos.
En este contexto, el movimiento de mujeres va adquiriendo diversas formas para enfrentar la violencia de género, abriendo discusiones de cómo combatir la violencia hacia la mujer que se vive cotidianamente, en este contexto, cada día se reconoce que la responsabilidad principal de la violencia de género recae en el Estado y sus leyes, todas éstas completamente insuficientes para abordar la problemática, y así sostiene y reproduce un sistema de miseria para las amplias mayorias.
Frente a la desesperación del espantoso escenario, surgen distintas acciones, siendo un factor sumamente positivo que miles, mujeres y hombres, cuestione los actos de violencia, lo que abre un camino para el combate y transformación cotidiana de prácticas que afectan a la mujer y al conjunto de la población.
Al ser un problema que escapa de los casos individuales o particulares, por el contrario, que tiene su origen en la estructura de un sistema basado en la explotación de millones de seres humanos, el que a su vez utiliza en su beneficio las desigualdades por sexo y género para aumentar ganancias de unos pocos, es se hace necesaria la organización de mujeres para enfrentar la violencia de género: en los lugares de trabajo y centros de estudio, como también la manifestación de amplios sectores en las calles que logre arrancar derechos y garantías a las mujeres. En este sentido, el movimiento de mujeres se ve en la obligación de impulsar como tarea urgente una ley de emergencia contra la violencia machista, que permitirá aplacar la discriminación y abuso hacia las mujeres, al igual que forjar una corriente que luche contra toda explotación y opresión.
Una Ley de Emergencia, financiada por el impuesto a las grandes empresas y millonarios del país, que permita responder ante los distintos casos de violencia, para que las mujeres reciban apoyo psicológico, económico y laboral de parte del Estado, como una alternativa a la cruda realidad a la que se enfrentan.
Al mismo tiempo, que debemos mantenernos en defensa de lo conquistado e impulsar una ofensiva permanente por todos nuestros derechos, tomando en las calles derechos tan básico, que los políticos tradicionales de la Derecha y la Nueva Mayoría se niegan a garantizar, ya sea por intereses religiosos o empresariales, como el derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito o garantizar la igualdad salarial y pensiones acorde a las necesidades de quienes tras una vida de trabajo y sacrificio jubilan en un sistema previsional que depara miseria para los últimos años de vida. En este sentido, se hace necesario una lucha contra un sistema que explota y oprime al conjunto de la población, una pelea anticapitalista.
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