Martes 15 de septiembre de 2015
El cartel lo levantaba con orgullo una compañera tercerizada de LAN. De todos los ataques que sufrimos en esta década los delegados de LAN en Aeroparque, el último reveló una veta escondida y oculta, aunque paradójicamente siempre estuvo ahí, a la vista de todos. En un contexto de ajuste patronal, fundamentado en sus “crisis financiera” la empresa LAN lanzó un plan interno denominado “Simplicity” (en la jerga obrera lo llamamos despidos y mayor productividad). Así las cosas LAN se propuso embestir contra la organización sindical, en especial contra sus delgados de base, aquellos que respondemos al interés genuino de la asamblea obrera y no a las cúpulas comprometidas con intereses ajenos al reclamo obrero.
Para lograr su cometido no escatimo recursos de su larga trayectoria. Aquella cuyo punto de partida comenzó con la privatización pinochestista de Líneas Aéreas chilena y el pase a manos privadas de los amigos del general. Todo sucedió en un contexto conflictivo donde los delegados defendíamos a compañeras contratadas que LAN despido por intermedio de un fraude laboral basado en “contratos eternos”. Fue del cruce con jefes que hacen gala del vil poder de despedir que los personeros de RRHH intentaron armar una causa contra mí persona y en especial contra mi rol como Delegado General de LAN acusándome de “violencia de género” contra una jefa detestada por la base. Lo inverosímil y la obviedad de la maniobra desató un repudio generalizado, asamblea, deliberación y desagravio colectivo fueron el método que por unanimidad expresaron las trabajadoras (mayoría absoluta en nuestro sector). Plena conciencia que con el ataque al Delegado la empresa intentaba imponer su política de persecución sindical, para de allí avanzar en su plan de “restructuración”.
Hasta aquí estábamos en la típica pelea de la década de LAN en Argentina: persecución a los activistas y delegados. Pero la burda operación sobre “género” desató un repudio que fue mucho más allá de lo que la empresa esperaba. El desagravio se transformó en reclamo y las compañeras empezaron a denunciar acoso laboral, maltrato, y podredumbres que emanaban de la superioridad LAN. Fue para cuando la empresa dio cuenta que la operación había generado el efecto contrario. Fue entonces que los compañeras tercerizadas de Lan y muchas otras empresas (de AA) lanzaron una campaña de defensa denunciando a la Patronal de cuño pinochestista advirtiendo que la violencia son los despidos y la tercerización. Fue por la redes que fueron llegando centenares de fotos, esas que se sacan en la vida laboral con carteles de apoyo. No había sonrisa en esas fotos. Más bien la imagen de las compañeras en postura de lucha. Cartas y pronunciamientos. Aquí y allá, centenares de compañeras aprovechaban la ocasión para denunciar lo que ellas genuinamente y cotidianamente consideran violencia patronal, violencia de género.
Pero entre las leyendas de aquellos carteles algo nos trajo un triste recuerdo. En letra de Word y bien artesanal rezaba “María Eugenia, LAN es responsable”. Las nuevas generaciones de LAN me preguntaron en la asamblea quien es María Eugenia. Y pude contar (no sin tristeza) que María Eugenia era una compañera tercerizada; una compañera que murió de pulmonía cuando la mandaron enferma (muy enferma) a los confines de la pista bajo la lluvia, a cuidar un avión. Un avión en el que ella nunca imaginó volar. Aquella vez y a pesar de nuestra campaña de denuncia la cosa no cobró notoriedad. Fue acallada por la patronal de MSA y LAN.
Hoy por lo vericuetos de la impunidad patronal su nombre aparece en una campaña contra la persecución sindical. Se concatenan los puntos de encuentro. Se coordina la moral profunda, oculta que subyace detrás de la cultura dominante dirigida por los poderosos. Aquella vez costó (y mucho) la indiferencia. Hoy, años después, mis compañeras de LAN levantan la consigna “María Eugenia, LAN es responsable” efectivos y tercerizados asumen la lucha común contra el enemigo común. Es por eso que aun siga pendiente derrotar la suspensión contra un delegado, siento que hemos ganado. Siento que la vil maniobra de LAN terminó destapando las penurias y el reclamo de la mujer trabajadora.
El cartel lo levanta con orgullo una compañera tercerizada de LAN: ¡No en nuestro Nombre!